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El derecho a disentir es parte de la democracia, pero creo que en el debate de ideas se debe tratar duramente el problema sin que, en ese intento, se ataquen las personas.
Cuando en una discusión de este tipo se lleva al plano personal, como ha pasado en este caso y se trata de desprestigiar personalmente al oponente, la discusión se deteriora y explícitamente el mensaje que se da es el mandato del silencio si uno de los interlocutores se encuentra en una posición de poder, permanente o transitoria.
En esta respuesta trataré de ofrecer una perspectiva diferente al problema sin pretender una defensa personal a lo que se me achaca, sino dentro de los procesos de trabajo que me tocaron circunstancialmente desarrollar.
En 1998 asumí la Dirección de Servicios de Salud (de atención a las personas) con la responsabilidad de desarrollar las acciones que le permitieran al Ministerio de Salud fortalecer, mediante la regulación, el control y la evaluación, el acceso de toda la población a los servicios de salud, con base en principios fundamentales de: Equidad con calidad; Solidaridad y Universalidad (donde el Estado se compromete, de acuerdo con la Ley General de Salud a garantizar el derecho a la salud, a todos sus habitantes), con el objetivo de asegurar la equidad y la calidad de atención y de mejorar la capacidad resolutiva de las diferentes redes de atención..
El abordaje metodológico para dar respuesta a lo anterior, fueron: la Habilitación de servicios de salud (requisitos mínimos de estructura) con el objetivo de disminuir riesgos en la atención; la Acreditación (normativas de procesos y resultados para garantizar la calidad de atención) y Evaluación de sistemas de servicios de salud, utilizando condiciones o programas trazadores, como fueron los estudios de mortalidad infantil y materna (analizando el 90% de estas defunciones cada año), de los programas de detección del Ca de Cérvix, de Hipertensión Arterial y las Evaluaciones de la atención integral en los EBAIS que se realizaron desde el año 1998 en forma anual hasta mi salida. Esto lo aclaro, pues las afirmaciones que se hacen de que me dedicaba a la “acreditación de hospitales privados” no me daña a mí personalmente, sino substancialmente al quehacer del todo el equipo técnico de la Dirección y además a los Equipos Regionales y Locales del Ministerio que desarrollaron estas tareas. Se evaluaron TODOS los hospitales públicos y privados del país y se elaboraron informes a sus directivos sobre las deficiencias encontradas; cada año se evaluaron del 25 al 35% de los EBAIS existentes, se organizaron talleres para discutir las estrategias de intervención y para elaborar planes de mejoramiento en el sector público. ¿Se avanzó lo suficiente para mejorar la equidad y la calidad de atención? No, los resultados fueron magros y dispares en las diferentes áreas y regiones evaluadas. Para efectos de explicación, puedo señalar uno de los factores determinantes: en los últimos 25 años, se abandonó la planificación de la salud en su sentido estratégico de afinar el rumbo y las prioridades en todos los niveles de gestión del sistema y se ha carecido crónicamente de la fuerza política necesaria para hacerlas cumplir y de un apoyo real en la agenda política del Estado para su concreción en los diferentes espacios de gobierno.
Por otra parte, si la suscrita se limitaba a “sólo acreditar hospitales privados” en contra del criterio de las autoridades como ahora se manifiesta, mal hacían estas en aceptar esta situación. Ni en pasadas administraciones, ni en ésta se llegó a cuestionar, ni informalmente la labor que se desarrollaba. Fue mucha la inversión en tiempo en recolección de información, en procesamiento y análisis de esta, en los diferentes niveles de gestión del Ministerio, para que ahora nuestras autoridades refieran ignorar el trabajo desarrollado por sus subalternos.
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