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La Reina de Corazones es una figura del libro de L. Carroll (1832-1898), “Las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas”. En opinión del relator, esta reina resolvía todas sus dificultades ordenando a sus guardia: “Off with his head!” que puede traducirse tanto como “¡Córtenle la cabeza!” o “¡Destrúyanlo!”.
Como todas las figuras del libro, la Reina de Corazones ofrece una representación polisémica. Puede entenderse como el núcleo duro del poder político (en último término siempre despótico con los vasallos o ciudadanos), también con la futilidad de que el mundo sea sin contratiempos, como ingenuamente se podría desear, o como la perversa inocencia de un sueño (ya que las sentencias de la reina parecen aterrorizar pero no cumplirse). La Reina de Corazones, por supuesto, manda entre cartas de una baraja y sus entornos. Enfrentada por Alicia y un gato (del que se hablará poco aquí), entre gritos de cólera, pierde la partida.
La Reina de Corazones puede ser asumida asimismo como una madre castrante que asume por encargo la violencia patriarcal (existe un Rey de Corazones) y los esparce en ambientes que no están en realidad bajo su control como muestra de una frustración exasperada. En fin.
Se podría asociar la reciente agria destitución del presidente del Instituto Nacional de Vivienda y Urbanismo, señor Agustín Mourelo, por cumplir con su deber institucional (LN: 29/09/09), con la existencia en Costa Rica tanto de una Reina de Corazones que grita “¡Es un extraterrestre!” como de un Rey de Corazones que concluye “¡Córtenle la cabeza” (en efecto, se la cortaron), pero la asociación sería engañosa. Ya decíamos que la Reina de Corazones de Carroll impera solo en un sueño/juego que es el resultado, tal vez, de variadas impotencias. Una niña, o un gato sin cuerpo, hacen flaquear su reinado.
La Reina de Corazones de Costa Rica no es un sueño/juego. Es el resultado de una altísima concentración de poder político (Ejecutivo, Legislativo, Judicial, Tribunal Supremo de Elecciones) y cultural (medios masivos, jerarquía clerical) que convoca clientelarmente a sectores empresariales y corporativos locales y extranjeros. La densa masa de poder político patrimonialista facilita la arbitrariedad ‘de acuerdo a la ley’ y el clientelismo económico y gamonalista (básicos para triunfar en elecciones sin hacer fraude directo en las urnas) estimula una espiral de corrupción y venalidad en el ejercicio del poder público. Ciertos grupos y dirigentes han asegurado, en el mismo proceso, su impunidad.
Corrupción política significa aprovechar la autoridad pública para pactar beneficios privados a costa del interés social. Venalidad es la corrupción política que puede ser tipificada como delito. La impunidad se sigue de una trama mafiosa en que todos los poderosos en el turno ganan.
Lo que llama la atención de la Costarricense Reina de Corazones es que la pareja concentración de poder/clientelismo impune ofrece, desde hace ya largo rato, sus signos de descomposición abiertamente sin que la ciudadanía, y la oposición política, gatos sin cabeza ni cuerpo, lo resientan. Las elecciones del2010 enfrentan al grupo de la corrupción rampante contra un desagregado de grupos y personalidades que parecen creer que la concentración de poder/negocios puede desvanecerse con un resultado electoral presidencial favorable.
Como Alicia, duermen con diversos estilos en el regazo de su hermana. A diferencia de ella, cada vez les será más difícil, hasta tornarse no factible, evitar que en efecto la costarricense Reina de Corazones ¡les corte la cabeza! Que aquí puede traducirse como “los compre” si es que ya no lo ha hecho.
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