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Cada semana, la visita que hago a doña Hilda Chen Apuy es más breve: ella se cansa rápido y además no tolera la noticias que le llevo; “siempre son malas” me reprocha ella y lo reconozco yo. Por más que busco llevarle buenas noticias… cuesta encontrarlas; la última buena fue la exposición de esculturas de Domingo Ramos.
Atrás quedaron las largas conversaciones telefónicas cuando yo le leía las últimas noticias de Internet que le ayudaban a mantenerse informada, junto con su inseparable radio.
Hoy rompí el record de visita breve: le conté que las cuatro universidades habían marchado a Casa Presidencial, donde Laura Chinchilla no les recibió. La marcha fue inmensa y llena de esperanza, más de 10.000 personas, pero no hubo respuesta. Lo bueno, le dije, fue que el pueblo está apoyando a las universidades y se está tomando conciencia sobre el valor de la educación superior.
“Son las mejores” me dijo doña Hilda “… y las más baratas”, agregó de inmediato; yo le dije: “sí, las universidades privadas no son buenas”, y ella con ese tono firme que mantiene pese a la edad me corrigió diciendo: “¡No, hay universidades privadas que son buenas!… pero son carísimas, mucho más caras que las estatales”.
Luego agregó: lo bueno de todo esto es que la gente se de cuenta de lo que está en juego y lamentó que Garnier, Herrero y Chinchilla se beneficiaron de las universidades públicas y hoy no quieren que otros lo hagan.
Me pidió que me fuera, que quería descansar antes de ir a almorzar; habían transcurrido apenas 5 minutos, pero ya sus fuerzas no dan para más.
Cuando iba saliendo me preguntó: “¿el país está en paz? Sí, estamos en paz…”, le respondí sin agregarle que vivimos en paz negativa, porque no hay conflicto armado, pero en paz al fin y al cabo.
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