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Cuatro investigadores del Instituto de Ciencias Sociales (IIS) de la Universidad de Costa Rica (UCR), presentaron el jueves pasado el fruto de cinco años de trabajo en una de las comunidades más pobres del país: el libro “Un país fragmentado. La Carpio: comunidad, cultura y política”.
Este documento ilustra con testimonios, entrevistas e imágenes el perfil de una comunidad que ha sido borrada con tabúes y prejuicios de la opinión pública.
Uno de sus autores, Carlos Sandoval, afirmó que con este se espera abrir un espacio de discusión, para la propuesta de opciones de cambio con respecto a las debilidades que posee la comunidad. Sandoval opina que las proyecciones sociales y mediáticas que se han hecho de poblaciones excluidas como La Carpio, presentan las mismas características de violencia que las actitudes xenofóbicas y nacionalistas que han sido desplegadas en los medios sociales en las últimas semanas y que el libro viene a ser una llamada de atención a los riesgos de este tipo de posiciones.
Por su parte, la historiadora Patricia Badilla, de la Universidad Nacional, calificó la obra como una iniciativa que refleja la “necesidad de reivindicar el derecho de recuperar esta historia y reivindicar la memoria como una forma de resistencia social y cultural”.
Destacó además la condición de “negación absoluta”, con las que se ha discriminado la historia de comunidades marginales como La Carpio en los textos escolares y en general en la información que maneja la sociedad costarricense.
En la redacción del texto colaboraron junto a Sandoval, las investigadoras del IIS, Mónica Brenes, Laura Paniagua y Karen Masís, quienes invirtieron 4 años recopilando experiencias de pobladores de La Carpio, para construir una “contramemoria” que desmienta los mitos y prejuicios que se manejan desde la historia oficial costarricense.LA CARPIO EN DATOS
La comunidad de La Carpio, ubicada en La Uruca de San José, surge de la toma de terrenos que iniciaron algunas familias costarricenses y nicaragüenses entre los años 1993 y 1994. Según estadísticas del último Censo Nacional de Población y Vivienda realizado en el año 2000, la comunidad se encontraba compuesta por 2942 familias, integradas en total por 13.469 personas.
De esta población, la mitad era costarricense, un 49.1% eran emigrantes nicaragüenses y el 0.1% restante correspondía a otras nacionalidades, como guatemaltecos, cubanos, chinos y salvadoreños.
Este grupo de investigadores pretende visibilizar a partir del libro Un país fragmentado, la historia de cada una de las personas representadas en estas estadísticas, para minimizar la exclusión social a la que han sido relegadas.
Rafael Fernández, docente de la Escuela Finca La Caja ubicada dentro de esta comunidad, explicó que en el ámbito educativo el problema va más allá de los porcentajes y se centra en la perspectiva humanista, de la que carecen muchos educadores del área.
“El problema no es solamente numérico. El docente no conoce que el niño viene de un trasfondo de sufrimientos”, dijo refiriéndose al contexto familiar y socioeconómico del que provienen muchos de los niños. “Este libro va a ser una ayuda para poder cambiar la mentalidad de los docentes de las escuelas de la comunidad de La Carpio, aseveró”.
Carlos Sandoval, por su lado, considera que la falta de una articulación apropiada entre las políticas del país y el público a las que son dirigidas, limitan la verdadera efectividad de las mismas.
“Cualquier propuesta política alternativa, tiene que partir del reconocimiento de que no basta con integrar a pequeños sectores de capas medias, que tienen trabajos en el Estado o en las universidades. Cualquier proyecto alternativo en términos políticos, tiene que construirse en diálogo con las comunidades empobrecidas”, advirtió.
Para el investigador, es importante promover políticas dirigidas a poblaciones fuera del área central del país, para visibilizar las problemáticas de comunidades que han sido tradicionalmente excluidas de las acciones políticas nacionales.
“Hay un sector de la izquierda política y académica, que sigue pensando que Costa Rica es San José o Montes de Oca, y eso creo que es una enorme limitación”, lamentó Sandoval.
Este documento no posee notas.