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Este programa se caracteriza por presentar y comentar noticias de personas y eventos que tienen alguna participación o relación con la farándula.
Las noticias y los comentarios de los jóvenes (damas y caballeros), en general informan de eventos tales como pleitos, inicio y conclusión de relación matrimonial o noviazgo, rencillas por distintos motivos, concursos, presentación de artistas, visitas de personajes, comentarios de personas que involucran a otras, etc. Estas noticias y apreciaciones se pueden calificar en la categoría de chisme, que debemos reconocer nos gusta a los ticos.
No obstante, cuando se busca en este programa el valor agregado a la sociedad, en materia de valores espirituales y morales, o en beneficio de las personas, la verdad es que no encontramos nada positivo, más bien cultiva el antivalor del chisme.Los jóvenes que trabajan para este programa son personas con mucho talento y habilidades, pero lamentablemente, por la orientación de este, no generan aportes útiles a la sociedad.
Se ofrece al país una hora de televisión, que tiene un gran poder de cobertura e impacto nacional, orientando en la dirección incorrecta a la sociedad; sin aportar para la transformación en beneficio de nuestro país. Todo esto nos debe llamar a la reflexión.
En momentos en que los valores de la sociedad costarricense como la disciplina, respeto, integridad, humildad, servicio, fe, amor, perdón y otros, se han venido degradando paulatinamente, el programa Intrusos se convierte en un caldo de cultivo, ya que contribuye con la pérdida de los citados valores.
Nuestra cordial instancia a todos los que participan en este programa -jóvenes, productores y propietarios-, para que modifiquen la visión y objetivos de este, hacia actividades que sean alternativas reales de crecimiento de la sociedad. Este programa se puede convertir en un verdadero impulsor y promotor de enseñanza y formador de valores espirituales y morales en la sociedad de nuestro país y hasta en un producto de exportación.
Por el bien de la sociedad, por el bien de los jóvenes que trabajan en el programa Intrusos, es conveniente modificar el objetivo y alcance de este, con un enfoque hacia los temas de beneficio social, que orienten a la población a practicar valores espirituales y morales.
Así, un día todas las personas que participan en el programa podrán decir orgullosos a sus hijos, nietos, amistades y a la sociedad: aportamos a este país, con nuestro trabajo, con nuestro talento, con nuestro esfuerzo, hicimos camino al andar, escribimos páginas brillantes en la historia sirviendo a muchas personas. Pasarán de ser mirados como personas que abonaron chismes y que fomentan antivalores, a ser reconocidos y admirados como personas que modelan y guían con valores espirituales y morales. Y, como dicen las frases utilizadas en las juramentaciones deportivas, “Dios y la patria os lo premie”. Esta nueva concepción del programa enaltecería y llenaría de belleza el mundo interior de las personas.
Los talentos, habilidades y recursos son un regalo de nuestro Creador a todas las personas, para hacer una excelente mayordomía de ellos, para agradar al Señor amando y sirviéndole a El y al prójimo, en una actitud de obediencia a Su palabra. El buen o mal uso de los talentos, será nuestra carta de presentación, como dice el Evangelio de San Mateo 7:16: “Por sus frutos los conoceréis”.
Así, un día cada uno de nosotros estaremos cara a cara con el Señor, para rendir cuentas por los recursos, talentos y bendiciones recibidos. Al cultivar antivalores como el chisme, y al buscar Su respuesta, estamos expuestos a escucharle decir: “¿Por qué me llamas Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?” Lucas 6:46. Al cultivar valores espirituales y morales en nosotros y en el prójimo, escucharemos palabras gratificantes que estimulan el alma, el espíritu y todo nuestro ser: “Bien buen siervo y fiel, sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré, entra en el gozo de tu señor”, San Mateo 25:23. Al cultivar estos valores en la vida propia y en el prójimo, se experimenta un nuevo y sutil placer de vivir, y un sentimiento de bienestar y logro.
Tengan presente que las palabras tienen el poder de destruir o construir, de maldecir o bendecir. Busquemos modelar y guiar con valores espirituales y morales, con mucha fe y con todo nuestro corazón. Construyendo y bendiciendo cambiaremos nuestra vida y el mundo; y aún más importante, entraremos en el gozo del Señor.
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