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Lecturas nacionales oportunas

Iniciamos este 2011 con la reseña de algunas publicaciones nacionales recientes. Diversidad de géneros, temas y propuestas dan cuenta de una producción prolífica y de las múltiples posibilidades que ofrece la literatura nacional. En este caso, ofrecemos algunos ensayos oportunos, cuando no indispensables para reflexionar sobre la actualidad política nacional.

Iniciamos este 2011 con la reseña de algunas publicaciones nacionales recientes. Diversidad de géneros, temas y propuestas dan cuenta de una producción prolífica y de las múltiples posibilidades que ofrece la literatura nacional. En este caso, ofrecemos algunos ensayos oportunos, cuando no indispensables para reflexionar sobre la actualidad política nacional.
 
En su compromiso de rescate y reedición de algunos textos esenciales de nuestra literatura y pensamiento costarricenses, la EUNED volvió a traer a la luz las Memorias de Mario Sancho. Ensayista, articulista y político, Sancho ha sido llamado el último de los liberales. Nacido en 1889, desde joven destacó con su pluma privilegiada y su pensamiento crítico y agudo.
En momentos en que urge reflexionar sobre Costa Rica, cuya clase política hace mucho que perdió norte y divaga a la deriva entre los mezquinos intereses de un grupo voraz, matrafulero y corrupto y la indolencia criminal de una ciudadanía mareada en el sargazo de una burocracia kafkiana, cómplice y servil, traer a la mesa el pensamiento lúcido de figuras como Mario Sancho es más que un acierto loable, una necesidad impostergable.
Ojalá los educadores como los pensadores, políticos y periodistas contemporáneos se impongan como impostergable la tarea de volver los ojos hacia los textos de figuras como Sancho, Vicente Sáenz, Omar Dengo, Brenes Mesén, García Monge, Ricardo Jiménez, entre otros que también han sido rescatados por este sello editorial.
Desde el arcaico argumento del anticomunismo del siglo XX se ha hecho creer a los costarricenses que criticar la forma obscena en que un grupo económico poderoso pretende hacerse con el control del país, es una amenaza a la democracia e incluso a nuestra propia identidad.
Las reiteradas advertencias que grupos de investigadores como los del programa El estado de la nación hacen acerca del crecimiento de la desigualdad social y su consecuente efecto en el incremento de la violencia y la inseguridad social, son soslayadas ante el temor de que su correcto señalamiento despierte el cuco de la lucha de clases, cuando lo cierto es que nuestra sociedad ya hace rato que perdió la tranquilidad y nuestra clase gobernante pasó de la reflexión política y planificación a la noticia de sucesos.
Aunque cada vez menos, los costarricenses aún creen en su sistema social; creen que si cumplen con la ley, con las normas establecidas, pagan sus impuestos, realizan sus funciones a cabalidad, respetan y auxilian al prójimo, tendrá la retribución de una buena sociedad, buena educación, buena salud, buena infraestructura, administración eficiente, justicia pronta y cumplida.
Pero hay quienes creen que ese civilismo que aún pervive en el costarricense y que le ha permitido crear un sociedad que alguna vez se enorgulleció de sus logros sociales y políticos, es la ocasión para darle alas a su avaricia, para con lógica de empresarios hacerse con el poder político y cerrar su grandes negocios, torcer la ley, servirse con cuchara grande y luego cargarle al erario público que responda por sus desmanes.
No es cierto que esa clase empresarial haya traído progreso al país si más bien han dilapidado lo que el esfuerzo, el ingenio y el sudor de los costarricenses han construido a lo largo de los años. La supuesta eficiencia administrativa que les había agenciado éxito en sus empresas y por lo cual se declararon merecedores de una silla en la función pública, no ha sido otra cosa que el enmascaramiento de un favoritismo del paternalismo estatal desviado de su función de proteger a los más débiles a apuntalar las aventuras económicas disfrazadas de competitividad y que no son otra cosa que hincharles las cuentas a ese diez por ciento que cada vez es más rico, según cada año lo denuncia El estado de la nación, y que ni siquiera es capaz de pagar el impuesto de sus lujosas casas y no hay autoridad fiscal que le obligue.
La reflexión política actual necesita nutrirse del pensamiento político costarricense que es vasto, agudo, profundo y ante todo humanista. Que no vengan a hablar de competitividad, eficacia, crecimiento quienes se han hecho con el poder político en los últimos 25 años mediante apabullantes campañas de propaganda, pero no han hecho otra cosa que desbaratar la institucionalidad costarricense golpeando a las mayorías y generando un ambiente de inseguridad generalizada.
Las fuentes de las que deben abrevar quienes en el ejercicio institucional y político, en especial los más jóvenes, desean rescatar el país, están en textos como estas Memorias de Mario Sancho, en voces que desde casi un siglo atrás y en los cimientos de la institucionalidad costarricense declaran su amor a la patria y reclaman el compromiso de protegerla.
 
Precisamente como aporte a la discusión acerca del ser y la identidad costarricenses, la Editorial Costa Rica (ECR) publica esta compilación titulada Identidad, invención y mito. Ensayos escogidos, que reúne algunos textos claves sobre el tema con abordajes muy disímiles a lo largo de más de ocho décadas.
 
El 9 de julio de este año se cumplirá el centenario del natalicio del profesor e historiador Rafael Obregón Loría, quien falleció en el año 2000. La EUNED publicó el año pasado este libro dentro de su serie ¿Quién fue y qué hizo? Bajo el título Rafael Obregón Loría, los historiadores Rafael A. Méndez y Silvia E. Molina presentan un estudio y semblanza de este importante historiador y luego ofrecen la compilación de artículos publicados en diversos medios por el mismo don Rafael, con lo cual se completa un perfil de su pensamiento y obra. Este merecido y valioso reconocimiento al historiador cuya obra medular La campaña del tránsito constituye un texto esencial en la historia costarricense acerca de la gesta de los años 1856 y 1857.
Además, los artículos reunidos en este volumen permiten conocer el pensamiento de este intelectual acerca de hechos de la sociedad costarricense en que le tocó vivir.
 
Armando Vargas Araya retoma en estos Perfiles de patriotismo en La Vía Costarricense a once figuras de la política nacional cuyas personalidades, dice el autor “pueden servir de brújula en esta etapa incierta de transición que es el amanecer del siglo XXI.” Editado por la EUNED, este volumen reúne diversos artículos del autor acerca de figuras históricas como Juan Rafael Mora, Florencio del Castillo, José María Castro Madriz o José Figueres Ferrer, con otras como Rodrigo Madrigal Nieto, Hilda Chen Apuy, Oscar Barahona, Estela Quesada, Eugenio Rodríguez, Joaquín Vargas Gené y Luis Alberto Monge. Muchos de estos artículos han aparecido en diversas publicaciones. Cierra el libro una ponencia presentada por Vargas en un foro realizado por la Universidad de Costa Rica acerca del concepto de la Vía Costarricense como una forma de hacer política y buscar un futuro para el país que retome lo mejor de sus tradiciones.
 
Con esta biografía de la historiadora Clara Luz Grillo de Chavarría, titulada simplemente El general José María Cañas y editada por EUNED se relatan datos y hechos de la vida de una figura preponderante en la historia política costarricense. Un hombre brillante, sensato y probo cuya devoción hasta país lo llevó reiteradas veces a enfrentar la muerte junto a sus ejércitos y finalmente lo hizo sucumbir ante la deslealtad de la componenda política que desembocó en su fusilamiento junto a su compañero y amigo Juan Rafael Mora. Pero además en esta biografía se presentan algunos pasajes de lo que fue la gestión y firma del tratado de límites entre Costa Rica y Nicaragua, el cual Cañas fue firmante y negociador en su calidad de Ministro plenipotenciario junto con su homólogo nicaragüense Máximo Jerez. Algunos de los pormenores y condiciones en que se firmó ese tratado y su posterior proceso de inconformidades pueden resultar ilustrativos para el lector en la coyuntura actual en que vuelve a ser motivo de conflicto entre los dos países.
 
Con un gran sentido de oportunidad edita el Instituto e Investigaciones de Ciencia Económicas de la UCR esta Guía para un excelente gobierno… y para un ciudadano menos indolente. Aunque pueda el título de este parecer irónico o pretencioso, lo cierto es que su autor, el doctor Johnny Meoño, desde una larga experiencia que incluye su paso por el ministerio de Planificación Nacional y más adelante el de Reforma del Estado en la administración Calderón Fournier, logra señalar algunos de los factores principales que deterioran aceleradamente la función pública costarricense favoreciendo el desarrollo de toda clase de males y la descomposición de Estado y sus nefastos efectos sociales.
Cuando las cosas son expuestas así, de manera directa, sin eufemismos ni muletillas de moda pero con conocimiento de causa no cabe más que tomar en serio lo que se dice. Muchos de los males que nos aquejan son producto de la indolencia hija de una función pública deficiente irrespetuosa del ordenamiento jurídico que le señala claramente sus funciones y deberes y de una práctica política carente de planificación y signada por el oportunismo y los intereses particulares.
 
Con el propósito de fomentar una ciudadanía activa, la Escuela de Historia de la UCR, junto con la EUCR y la asociación Ciudadanía activa, publican estos Cuadernos para la ciudadanía, en este caso el biólogo Ricardo Valverde Sánchez aborda un tema que es neurálgico para cualquier sociedad humana, cual es La problemática del agua en Costa Rica. Estos breves cuadernillos, bien documentados, aportan una información esencial para comprender la importancia de la debida administración de este recurso objeto de acechanzas por parte de sectores empresariales y de gobiernos endebles cuando no cómplices de estos depredadores.

  • Manuel Bermúdez 
  • Los Libros
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