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Combates y combates

En la primera mitad del siglo XX, la disciplina histórica experimentó un proceso decisivo de transformación. Por un lado, la concepción de que el estudio del pasado consistía en describir los hechos políticos, militares y diplomáticos realizados por los “grandes hombres”, fue superada.En adelante, el papel de los individuos en la historia no fue dejado de lado, pero fue considerado como parte de procesos históricos más amplios y relacionado con los intereses que, en un marco dado de opciones y condicionantes, tenían tanto esos individuos como los grupos sociales a los que pertenecían o con los que se identificaban.

En la primera mitad del siglo XX, la disciplina histórica experimentó un proceso decisivo de transformación. Por un lado, la concepción de que el estudio del pasado consistía en describir los hechos políticos, militares y diplomáticos realizados por los “grandes hombres”, fue superada.En adelante, el papel de los individuos en la historia no fue dejado de lado, pero fue considerado como parte de procesos históricos más amplios y relacionado con los intereses que, en un marco dado de opciones y condicionantes, tenían tanto esos individuos como los grupos sociales a los que pertenecían o con los que se identificaban.
Por otro lado, el estudio del pasado, que había estado concentrado esencialmente en los aspectos políticos, se diversificó para comprender problemáticas tan diversas como la economía, la población, la diferenciación social, las migraciones y los cambios culturales, entre otras. Esta diversificación fue posible, ante todo, por el contacto creciente de la historia con otras ciencias sociales, cuyos métodos, conceptos y objetos de investigación fueron adoptados y reelaborados imaginativamente por los historiadores.
Este proceso de renovación historiográfica se desarrolló, de manera simultánea, en varios países del mundo. Una de sus corrientes más innovadoras fue la francesa, encabezada por los historiadores Marc Bloch y Lucien Febvre, fundadores de la llamada Escuela de los Annales. En 1952, Febvre publicó Combates por la historia, una obra en la que recopiló una serie de ensayos críticos de la historiografía tradicional, que mantenía su énfasis en los “grandes hombres” y en hechos políticos desvinculados de los procesos históricos de que formaban parte.
En un artículo reciente (La Nación, 3/1/11), el historiador Raúl Arias Sánchez, destaca el papel jugado por la organización denominada Fundecooperación para el Desarrollo Sostenible en la promoción del tipo de historia combatido por Febvre. Curiosamente, Arias Sánchez utiliza el término “combates por la Historia” para referirse a los esfuerzos realizados por él y por otros historiadores profesionales y aficionados a la historia para promover las formas tradicionales del estudio del pasado.
Evidentemente, los combates de Febvre, dirigidos a defender un estudio analítico del pasado, no tienen relación alguna con los “combates” emprendidos por Fundecooperación, Arias Sánchez y sus colegas, orientados a exaltar la historia patria.
Precisamente, debido a esta diferencia fundamental entre ambas concepciones del pasado, habría bien la Universidad de Costa Rica, que tiene un representante en la Junta Administrativa de Fundecooperación, en aclarar si avala la concepción del pasado promovida por esta organización.

  • Iván Molina Jiménez
  • Opinión
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