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La materia y la antimateria

En los organismos vivientes, materia-antimateria tendría que ver con su origen, evolución y muerte, por la  tensión entre ellas. Pensaríamos que hay leyes generales que rigen la dinámica materia-antimateria, en términos del devenir de los universos macros y micros, así como de la vida de los microorganismos, los chimpancés y el ser humano.  La inteligencia, el  pensamiento y el conocimiento surgen de la organización e internación de la materia-antimateria; su eje es el movimiento, con toda su riqueza intrínseca, por su multiplicidad, flexibilidad, conservación y renovación; citemos como ejemplo el pensamiento que hace posible el conocimiento del mundo exterior y el interior: la conciencia.

En los organismos vivientes, materia-antimateria tendría que ver con su origen, evolución y muerte, por la  tensión entre ellas. Pensaríamos que hay leyes generales que rigen la dinámica materia-antimateria, en términos del devenir de los universos macros y micros, así como de la vida de los microorganismos, los chimpancés y el ser humano.  La inteligencia, el  pensamiento y el conocimiento surgen de la organización e internación de la materia-antimateria; su eje es el movimiento, con toda su riqueza intrínseca, por su multiplicidad, flexibilidad, conservación y renovación; citemos como ejemplo el pensamiento que hace posible el conocimiento del mundo exterior y el interior: la conciencia.
La materia-antimateria tiene la capacidad de reacción al medio externo y al interno con capacidad de adaptación, renovación y evolución. Las formas minerales cumplen con estas funciones, pero los organismos vivientes las efectúan a niveles cualitativamente superiores. La vida en su evolución, de interrelación, medio interno y externo, es decir, materia-antimateria y, de nuevo, materia-antimateria, guarda en el ADN la memoria de su aprendizaje filogenético, que se expresa  por  los instintos, instrumentalizados por los reflejos, sensomotrices, que van moldeando conductas de respuesta al medio, para satisfacer necesidades elementales, como nutrición, conservación y reproducción.
Luego se presentarán necesidades mayores a la memoria del aprendizaje heredado, ADN, a la que se agregará la memoria de lo aprendido en la acción con el medio, en la práctica de la vida, que se guarda en el lenguaje oral y escrito, hasta llegar a satisfacer el interés, la exploración y la investigación de los objetos y fenómenos; siempre a través de un movimiento continuo  ascendente, que lleva al ser humano a desarrollar la memoria, las representaciones abstractas, la lógica matemática y la reflexiva.
El reconocimiento de los objetos, su diferenciación, su ordenamiento, sus formas, su suma, su resta, su multiplicación, su división y  geometría, ese es el desarrollo de la lógica matemática. Así surge la conciencia propia y del mundo exterior; es decir, la materia-antimateria en el ser humano es capaz de conocer la materia-antimateria del medio externo, el macro universo y el micro universo; pero además, a través de la conciencia que es una forma de materia-antimateria, alojada en el sistema nervioso, el ser humano se conoce a sí mismo y tiene las posibilidades de desarrollar la ciencia, la tecnología, las artes y la cultura en general.
En su relación con otros seres humanos, en sociedad, en tensión con el bien y el mal se forja la ética, la moral, la solidaridad, la justicia y los afectos. El ser humano en su evolución, ha creado espejos externos, físicos, y el más importante: el interno, la conciencia,  a través de la cual puede ver su esencia.
Por último, en un ejercicio de lógica reflexiva-matemática, podríamos plantear la hipótesis, a través de la formula: un gramo de antimateria menos un gramo de materia, no nos da como resultado la nada, sí un desequilibrio, con predominio de la expansión (ingravidez), que por su naturaleza tiende al reequilibrio, lo cual da la dinámica de la vida en todos los universos. Otra fórmula sería: un gramo de materia menos uno, igual cero; por otra parte, un gramo de antimateria menos uno, igual cero. ¿Esta suma de restas nos daría la nada?

  • Dr. Oscar Morera Madrigal
  • Opinión
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