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Enorme revuelo ha causado en el mundo artístico la inauguración y muestra de la exposición “Destaparte” patrocinada por la Coca-cola Inc. en el Museo de Arte Costarricense. Más allá del desmadre organizativo de esa noche lluviosa y oscura (literalmente sin fluido eléctrico para mirar las obras), y de la grotesca toma del Museo como enorme valla publicitaria, conviene reflexionar sobre lo que hay detrás de tal desaguisado.
Los funcionarios de la cultura hace rato peroran acerca de la necesaria vinculación con la empresa privada para desarrollar producciones conjuntas (que no proyectos culturales sostenibles). Todo muy a tono con la teoría acerca de las industrias culturales y el marketing artístico. Muchas de esas ideas provienen de los estudios culturales gringos, especialmente del señor Néstor García Canclini y su teoría de las hibridaciones transaccionales.
García Canclini privilegia la visión de la empresa privada pero, paradójicamente, insiste en las políticas culturales del Estado: para darle espacio a la iniciativa privada hay que recortar el aparato estatal, según las políticas neoliberales. Entonces ¿de cuáles políticas culturales habla el señor Canclini? “¿Cómo construir sociedades con proyectos democráticos compartidos por todos sin que igualen a todos, donde la disgregación se eleve a diversidad y las desigualdades (entre clases, etnias o grupos) se reduzcan a diferencias?” ¿Sin el Estado? ¿Sin historia? ¿Por medio de la hibridación posmoderna?
García Canclini concibe las mediaciones entre Cultura y Poder por vías oblicuas, diagonales, para gestionar los conflictos y “transar”, léase “negociar”; justo lo que proponen las políticas neoliberales: privatización de las instituciones y de la esfera cultural; las empresas “negocian” y los estados sancionan, es decir, se diluyen. He aquí el meollo de toda su propuesta: “transar”, negociar. Entendido mejor: “vender”, que en el imaginario neoliberal, cuando se trata del capital de nuestros pueblos, cambia grotescamente por “regalar”: cambio de productores a consumidores; “proceso de autoensamblado multicultural”. La conclusión es obvia: Para García Canclini la lucha entre etnias y clases es una lucha metafórica, por eso se puede transar, aunque ya no tan metafóricamente.
En Centroamérica los movimientos sociales reivindicativos de diferencias (feministas, gays, etnias indígenas, etc.) utilizan terminología posmodernista: empoderamiento, contrapoderes, resistencia, desconstrucción, conceptos provenientes de Foucault y Derrida especialmente. En la movilización social se ha dado un tránsito del reclamo revolucionario hacia una lucha sectorizada, con demandas específicas (Zelaya dixit). Lo mismo sucede con la crítica literaria y artística: esos conceptos se convierten en “recetas de cocina”, meros utensilios desposeídos de su potencial crítico, de su base filosófica. Ni hablar de la curaduría y del descarnado círculo de la distribución comercial.
Lo anterior se emparenta con la receta de la hibridación cancliniana, en tanto obvia el sustrato cultural centroamericano y su diversidad expresada en diversos espacios histórico-geográficos (local, regional, global) y culturales. Claro, hay defensa del pluralismo, de la diversidad y las diferencias, incluso se combaten falsas certezas y absolutos filosóficos; sin embargo, las ideas posmodernistas mal asimiladas en el trópico propician la frivolidad y la renuncia de las necesidades colectivas (del Estado), por tanto a veces quedamos chingos en una suerte de desamparo intelectual que es hacia donde nos lleva “inteligentemente” don Néstor.
Ese desamparo, cercano al desencanto, al escepticismo, a la evasión esteticista, conjugado con el misticismo y las prácticas esotéricas (corriente “new age”), es el que se percibe a veces detrás de las reivindicaciones étnicas y culturales, o en las “políticas culturales” que impulsa el actual gobierno a través de su Ministerio de Cultura. De tal manera que un Coke parade en el Museo de Arte Costarricense es algo totalmente congruente con la propuesta canclinesca y la neoliberalización (venta) del Estado nacional y de nuestras expresiones artístico-culturales. ¡Enjoy!
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