En una escena de la clásica película “El cielo puede esperar”, Joe Pendleton, personaje principal, aparece tomándose una Coca Cola. Un espectador  irracional o subjetivo podría decir o inferir lleno de veneno:
“¡Hasta en las películas mete la narices la Coca Cola!” Esta frase es injusta y egoísta.
La Coca Cola contribuyó o hizo un aporte valioso para que fuera posible la realización de la elevada y espiritual película, una producción o filme costosísimo que reunió a grandes artistas, entre ellos al compositor Dave Grusin, quien escribió el precioso tema de la película y que se oye hoy en día de vez en cuando en alguna emisora de radio.
Es decir, película y tema musical que tienen el sello de la trascendencia, de la creatividad, de la genialidad.
¡Es una gran idea de la transnacional apoyar a los artistas, al arte! Hay algo de filantropía detrás de esto.
Se dirá que el único fin que se persigue es ganar dólares, pero no necesariamente. Steven Spielberg, empresario y genio del cine, ideó su película “E.T” esperando ganar muchos dólares, pero conmoviendo a los espectadores y apoyando a los ecologistas.
Se dirá que tomar Coca Cola se vuelve un vicio, pero es como muchas cosas (el cigarro, el licor) cuestión de dominio, de control. Una o dos cocas light por semana acompañado un delicioso casado hecho con manos cariñosas cae bien al estómago.
Para celebrar el 125 aniversario, la Coca Cola en Costa Rica ideó un concurso o certamen.
Se trataba de pintar con diferentes técnicas botellas gigantes de Coca Cola resaltando un mensaje feliz, positivo, vital. Participaron 150 artistas y se eligieron 52 botellas.
¡Es todo un éxito! ¡Vimos un suplemento donde aparecen y quedamos muy bien impresionados! ¡Las botellas están llenas de colorido, de optimismo, de creatividad, de vida  ¡Recordamos automáticamente el éxito de las vacas pintadas de hace algunos años.
¡Mil puntos para los artistas y la Coca Cola!