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Jeymer Gamboa, el poeta y sus circunstancias

Jeymer Gamboa nació en 1980, entre los cerros del sur de la capital, en esa región tan idiosincrásicamente típica costarricense conocida como Los Santos.  Su inquietud intelectual siempre le ha demandado horizontes más abiertos que los que su entorno le ofrecía. Así, estudió periodismo en la Universidad de Costa Rica, donde laboró como redactor en este semanario, pero luego buscó otros escenarios para su necesidad creativa. Su cabeza estaba llena de autobuses, trenes y pájaros que pronto alborotaban sus escritos.

Jeymer Gamboa nació en 1980, entre los cerros del sur de la capital, en esa región tan idiosincrásicamente típica costarricense conocida como Los Santos.  Su inquietud intelectual siempre le ha demandado horizontes más abiertos que los que su entorno le ofrecía. Así, estudió periodismo en la Universidad de Costa Rica, donde laboró como redactor en este semanario, pero luego buscó otros escenarios para su necesidad creativa. Su cabeza estaba llena de autobuses, trenes y pájaros que pronto alborotaban sus escritos.
La poesía le ha marcado la vida y mucho de su vida está registrado en su poesía donde lo cotidiano e inmediato alcanza una resonancia intensamente humana.
Actualmente reside en Buenos Aires, Argentina, donde estudia producción audiovisual y ha producido algunos cortos que ya evidencian su estilo personal.
El año pasado ganó en España el XI Premio Internacional de Poesía Emilio Prados que se otorga a autores menores de 35 años.
Reproducimos aquí algunos textos incluidos en su libro Días ordinarios que se publicó con motivo de ese premio.
El eterno marido
 
Esta mañana miro nuestra ropa enredándose
con el centrifugado de la lavadora
y mi pensamiento es tan oscuro
como la suciedad que acumulamos
en dos semanas de tregua.
 
Repasemos: ella tiene un año de pagar mis vicios
y no quedan lunares ni cicatrices por descubrir.
Opciones para ir a los santos
 
En la ventanilla donde compro
los tiquetes de autobús
para ir a casa de mis familiares
hay un rótulo manuscrito que dice:
se venden pastillas para viajar.
Señales de tránsito
 
Un grupo de pájaros pequeños
desciende enfrente del autobús.
 
Durante uno o dos minutos
Picotean el asfalto
Y miran de reojo al chofer.
 
Cuando el tráfico se pone otra vez en marcha
Vuelan en bandada hacia un árbol del parque
 
Y esperan la luz roja del semáforo.
Líneas bloqueadas
 
Ella escuchó mi voz
y colgó de inmediato.
 
Marqué un par de veces más
y salió el mensaje del contestador.
 
Al salir de la cabina
el empleado me preguntó
si había podido hablar.
 
Le dije que en un día como hoy
las líneas están bloqueadas
 
y pagué los 80 centavos que costó
el hola y los dos silencios.
Miro mucho las plantas
 
Miro mucho las plantas.
 
Insisto con extraer detalles
de su presencia en el balcón:
 
a pesar de que no tienen cerebro
su inteligencia es asombrosa:
 
no necesitan decir nada sobre mí.
 
Tema para un cuadro de Limberth
 
Mañana comienzan las obras
para hacer subterráneo
el tendido eléctrico.
 
A las ocho de la mañana
los pájaros miran llegar
los cascos amarillos.
Abril sigue en marzo
 
Otra vez soñé
con estaciones climáticas
de bosques hermosos
que decoran la oficina:
 
Success Determination Discipline Excellence.
 
La ropa de anteayer
vuelta al revés
sobre el respaldar de la silla
es la piel de un mamífero
que no opuso resistencia.
Moby Dick
 
El auto lo dejaron abandonado
en una playa de Tarifa
como un cetáceo de hierro
donde ahora entran y salen
pájaros marinos.
 
La aguja todavía indica 220 km/h.
Ex amigos on the road
 
Encuadre para película de carretera
(la historia es sobre dos ex amigos
que intentan revivir un viaje de la época colegial
a playas del Coco)
desde el asiento trasero
de un mercedes gris sin overjolear:
los dos creían ir preparados
para los silencios incómodos.
Ahora falta ese cassette con la canción
The boys of summer.
Los misterios del universo
 
Después de varios años juntos
son pocas las certezas sin caducar:
 
lo que sostiene esta casa, es decir,
lo que sostiene el vivir en esta casa
 
-me lo preguntaste hace unos meses-
 
es tan débil como el amor
y tan fuerte como la resignación.
 
Así tomamos la siesta
una tarde calurosa
que promete lluvia.
 
Afuera, error sobre error,
la ciudad sigue edificándose.
 
En la cama evitamos
preguntas incómodas.
 
Preferimos escuchar los pájaros
obsesionados con romper el cielo,
los motores del transporte público
y la música concreta del vecindario:
 
sinfonía de nuestros miedos.
 
En la página 83 abandonás
el libro de Richard Ford,
 
el deseo afiebrado del sexo
 
y todo intento de enmienda
 
para acomodar la cabeza
en el hueco de mi axila.
 
Con ganas de decir algo alentador
me quedo mirando un documental
sobre los misterios del universo
y justo antes de quedarme dormido
Armstrong da saltitos en la luna.
Flores de panero
 
La macetera donde hubo violetas
ahora está sembrada con colillas
de cigarro.
 
De un esperar nada
y pensamientos fugaces
nacieron estas flores.
 
Polen gris y pétalos de fuego
componen su tersura.
 
La ansiedad nutre sus raíces
y el olor a despojo se esparce.
 
Vecina de enfrente
hay que mirarlas con devoción
 
como una ofrenda
para todo lo que aspira
a ser eterno.
El curso natural de las cosas
 
Las nubes son malformaciones
del pensamiento introspectivo.
 
Con un vaso de cerveza
salgo al patio a contemplarlas
hasta que, cansadas
de esta holgazanería,
se van a otro lado.

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