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Costa Rica en deuda con los derechos humanos

Costa Rica pretende ser un país líder en materia de derechos humanos, con reconocida trayectoria en procesos de paz y respeto a la naturaleza. Es esa la imagen que vendemos al mundo y es lo que cualquier extranjero responde al preguntársele qué sabe de este pequeño país en el centro de América.

Costa Rica pretende ser un país líder en materia de derechos humanos, con reconocida trayectoria en procesos de paz y respeto a la naturaleza. Es esa la imagen que vendemos al mundo y es lo que cualquier extranjero responde al preguntársele qué sabe de este pequeño país en el centro de América.
Resultamos elegidos hace poco en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, somos sede de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y hemos ratificado decenas de instrumentos jurídicos en ese sentido. Esto representa un gran compromiso para el Estado y sobre todo una responsabilidad para con sus habitantes y el mundo entero.
Nuestros tribunales de justicia procuran el respeto a esos derechos fundamentales y en sus fallos se supone reflejan esa tradición de respeto a las diversidades y dan garantía de justicia social. Sin embargo, al armonizar las palabras todo suena al compás de las utopías. La realidad de nuestro país dista mucho de lo que piensan en el exterior.
La realidad es que nuestro país sigue en deuda con los derechos supraconstitucionales. Seguimos sin acuerdo en el tema de la fecundación in vitro (FIV), que brinda una esperanza de formar una familia a las parejas que por algún motivo no pudieron concebir de la manera habitual y para qué la ciencia sino para mejorar nuestra calidad de vida.
Continuamos dando la espalda a las personas con capacidades especiales que deben ingeniárselas para ajustarse a las pésimas condiciones a las que se les ha relegado vivir, cuando lo justo sería una sociedad adaptada a sus necesidades.
Prolongamos el pisoteo a los derechos de las personas con orientaciones sexuales distintas y en cambio, nos atrevemos a dedicar tiempo a la despreciable, amenazante y no menos irrespetuosa idea de realizar un referéndum para sacrificar lo que por derecho internacional les corresponde.
Organizaciones mundiales, países, estados y activistas se han lanzado a las calles a luchar por la dignificación de las minorías. Si bien en las democracias la mayoría gana, en cuanto a los derechos esenciales de las minorías, las mayorías no deben intervenir. Así es la dinámica.
Costa Rica debe dejar a un lado el patriarcado, el conservadurismo extremo y las vendas que impiden el progreso. Somos la democracia más antigua de América, mas no la más avanzada.
En el tanto no comprendamos que las democracias se nutren de las diversidades no podremos avanzar como país.
Mi recomendación es detenerse a pensar por un momento y aceptar que nuestra realidad, así como la del mundo puede cambiar y no sabemos si será mañana nuestro hijo o hija una persona con capacidades especiales, si seremos nosotros quienes no podamos concebir un bebé si no es con ayuda de la ciencia y si cuando late el corazón, nuestro amor verdadero es una persona del mismo sexo.
Cierto que los derechos humanos hacen referencia a una enorme cantidad de aspectos y no se limitan a esos tres; sin embargo, dada la coyuntura costarricense no podía mi pluma callar lo que con tanta tinta deseaba manifestar.

  • Giancarlo Casasola Chaves
  • Opinión
Democracy
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