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No importa si es cumbia, merengue, bolero, religioso o de cuna, y si no lo hace como socialmente se espera, el canto materno permite que el o la bebé se sienta muy amada y desarrolle vínculos fundamentales para la vida.
Como seres musicales que somos, podemos hacer música e interrelacionarla con los afectos, con las emociones y con las necesidades de expresarnos y relacionarnos con las demás personas, según expresó la psicóloga, especialista en musicoterapia y estudiante de clarinete, Mag. Karla María Abarca Molina.
Abarca desarrolla una investigación en la Escuela de Artes Musicales de la Universidad de Costa Rica (UCR) en torno al Diseño de un plan de aplicabilidad de la música en la promoción de la adquisición del lenguaje en la niñez de 1 a 3 años en condición de orfandad, en el que combina su formación educativa, profesional y laboral.
Este proyecto surgió debido a las dificultades de cuido y al maltrato que experimentan muchos niños y niñas, así como al incremento de los que pasan mucho tiempo en alberges del Patronato Nacional de la Infancia, Aldeas SOS o en otras entidades como los Cen-Cinai.
También responde a la necesidad de que la música aporte en el proceso de adquisición del lenguaje y de otros vínculos en la niñez durante la etapa de la primera infancia, periodo en el se desarrollan elementos fundamentales para las etapas posteriores de la vida.
DESARROLLO DEL LENGUAJE
La investigadora señaló que durante la primera infancia -que llega hasta los seis o siete años- el recién nacido desarrolla sus aspectos físicos, psicoafectivos y sociales.
En ese periodo se adquiere el lenguaje, se establecen vínculos con las demás personas y se forja lo que el niño o niña será en adelante.
Algunos estudios sobre el tema del desarrollo del lenguaje plantean que este es aprendido y no instintivo y que se adquiere conforme se acumula la información proveniente del entorno.
Desde la Música también se ha profundizado en los procesos de adquisición de la información: cómo esta es procesada y cómo es almacenada, qué se escuchó, qué se vivió en ese momento a nivel musical y qué es la afectividad musical.
Al respecto, mencionó que en una de las musicoterapias se afirma que los aspectos melódicos tiene que ver con la parte puramente emocional. El canto de la madre podría no ser extremadamente lindo, pero mamá lo hace con todo su afecto y eso hace que el niño sea sienta muy amado”, manifestó.
Ese aspecto se conecta con el aspecto físico, añadió. “Si necesito energizar a una persona para que se sienta contenta, motivada y activa, le digo que empiece a marchar. Es por eso que las bandas rítmicas para el 15 de setiembre son tan importantes para los niños, porque hay un aspecto rítmico que es energizante y motivante”, dijo la especialista.
MÚSICA Y LENGUAJE
Desde el vientre materno, el niño se habitúa a un entorno sonoro: el sonido que producen los intestinos, el corazón, la inhalación y la exhalación. Estos son los elementos sonoros que recordará de los primeros momentos de gestación.
Según explicó Abarca, esa memoria prenatal se relaciona con la posnatal, constituida por los primeros sonidos que escucha después de su nacimiento y que tienen que ver con reconocer las voces de las personas más cercanas y los demás sonidos provenientes del medio que lo rodea.
Posteriormente, los bebés empiezan a descubrir los sonidos de su ambiente, que luego reproducirá para recordarlos, y que serán fundamentales para el lenguaje.
Entre el cuarto y el sexto mes de vida, el bebé prefiere la voz de las personas que están más cercanas a él, presta mucha atención a los sonidos agudos, es capaz de tranquilizarse al escuchar música de ritmos bajos y responde a la voz humana con pequeños movimientos.
Entre el sétimo y el noveno mes comienza a emitir ciertas consonantes y sílabas, a elegir objetos que producen sonidos que le resultan agradables y canciones asociadas al movimiento, ya que está descubriendo cómo se mueven los brazos, las piernas y el movimiento de su cuerpo hacia atrás o hacia delante. “Este proceso de descubrimiento podría estar ligado a un proceso musical”, expresó Abarca.
A los diez meses es capaz de hacer música con todo su cuerpo, descubre el juego con las manos de las famosas “tortillitas” y ese sonido le genera gran diversión, prueba distintos sonidos asociados a la habilidad de la aprehensión de objetos y trata de repetir ciertos sonidos.
Durante el primer año de vida le gusta hacer lo que se denomina ritmos binarios (un dos, un dos) y acentos, utiliza melodías ascendentes y descendentes (donde la melodía ascendente es pregunta y la descendente es respuesta), descubre lo que es rápido y lo que es lento, empieza a coordinar palabra y movimiento y asocia la música con el movimiento corporal.
La habilidad de distinguir los sonidos y de desarrollar el canto se adquiere entre los dos y los tres años de edad, etapa en la que el infante es capaz de cantar afinado de tres a cinco notas musicales.
CANTO MATERNO
Para Abarca, es muy necesario fomentar el canto materno para el establecimiento del vínculo inicial de la comunicación, lo cual le va a dar a la niña o niño una serie de herramientas lingüísticas y le ayuda a estimular su capacidad auditiva.
Sin embargo, indicó, desde el punto de vista de la musicoterapia es conveniente prestar atención a las letras de las canciones de cuna, con el fin de que el mensaje que se le trasmite le haga sentir una persona especial.
También es conveniente tomar en cuenta cómo y dónde se canta, pues debe haber un momento especial, con expresiones de afecto y un ambiente de tranquilidad, y que el canto sea suave y sin gritar. Estos elementos le facilitarán la comunicación cuando el niño sea una persona adulta.
Como resultado de su experiencia de trabajo con infantes que tienen problemas de lenguaje, la investigadora constató que el canto se vuelve una alternativa porque no hay temor, ya que ninguno de ellos sabe cantar, por lo cual es un proceso que lo adquirieren juntos. Además de que pueden decir solo el principio o el final de una canción y el grupo mismo marca la velocidad del canto.
“La parte emocional no se va a ver afectada, sino potenciada, ya que las dificultades están asociadas a los aspectos psicoafectivos”, expresó la investigadora.
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