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Declaratoria de grupo emblemático al coro universitario

Para una Universidad relativamente joven como la nuestra, por lo menos en comparación con otras centenarias en América y el mundo,  contar con un Coro que cuenta ya con 56 años de vida es verdadero motivo de júbilo y de orgullo, y para nosotros, la comunidad universitaria que hemos seguido durante los años de nuestro transcurrir por el alma máter el desarrollo de esta “emblemática” agrupación en sus diferentes conciertos,  es realmente motivo de alegría poder volver a escuchar la armonía de sus voces bajo la batuta del maestro Rafael Ángel Saborío, con sus propios arreglos o los de sus predecesores, como los que nos produjeron tanto deleite esa noche de lunes de la autoría del maestro Rolando Brenes.

Para una Universidad relativamente joven como la nuestra, por lo menos en comparación con otras centenarias en América y el mundo,  contar con un Coro que cuenta ya con 56 años de vida es verdadero motivo de júbilo y de orgullo, y para nosotros, la comunidad universitaria que hemos seguido durante los años de nuestro transcurrir por el alma máter el desarrollo de esta “emblemática” agrupación en sus diferentes conciertos,  es realmente motivo de alegría poder volver a escuchar la armonía de sus voces bajo la batuta del maestro Rafael Ángel Saborío, con sus propios arreglos o los de sus predecesores, como los que nos produjeron tanto deleite esa noche de lunes de la autoría del maestro Rolando Brenes.
Mientras escuchaba el discurso del señor Vicerrector de Vida Estudiantil, ameno y optimista por el futuro del Coro, se me venían a la cabeza la serie de desaciertos y malas decisiones tomadas, no precisamente pensando en el Coro, que lo hicieron llegar al Programa de Prácticas Artísticas Estudiantiles, desnaturalizándolo y poniéndolo en inminente peligro de desaparecer. Es de alabar la fortaleza de su director quien con firmeza y valentía ha defendido el origen y la naturaleza del Coro, que nada o muy poco tiene que ver con grupos de prácticas artísticas estudiantiles. Lógicamente que si colocamos al Coro Universitario -que es una institución dentro de otra institución, que representa una tradición universitaria que va mucho más allá del estilo de gestión de cualquier administración y muy por encima del criterio personal de algún funcionario o funcionaria- en la misma categoría y condiciones que grupos que son más bien talleres de prácticas artísticas para estudiantes, pues lógicamente no calza ahí. La razón diría que definitivamente está en el lugar equivocado y que hay que trasladarlo a donde corresponda y en las condiciones que se merece; la falta de criterio y de sensibilidad, en cambio diría que hay que eliminarlo o transformarlo en algo más afín al programa en donde llegó a parar.
Un coro es un instrumento musical vivo, en donde las individualidades personales de cada uno de sus integrantes se funden para formar una nueva identidad, un sonido nuevo que incorpora las voces de cada uno pero que al mismo tiempo es uno  propio, y este nuevo instrumento se vuelve único cuando la sensibilidad y la capacidad del maestro director interpreta a través de él, cada obra que incorporan a su repertorio. Dicho de una manera tan sintética, podría hacer pensar que este es un trabajo de algunos meses, pero no, definitivamente no; es un proceso que puede tardar años antes de que todas las voces de sus integrantes se conviertan en una y de que las manos del director moldeen el sonido, lo esculpan y logren que cada obra, cada partitura, sea tanto el reflejo fiel de la intención de su creador como del coro que la está interpretando.
Esto que estamos describiendo significa que a pesar de los vaivenes que pudieran ir llevando y trayendo integrantes, debe haber una base sólida de coristas que garanticen esa continuidad, para que el sonido del coro no se altere y más bien continúe solidificándose cada vez  más como propio y único. Lo dicho anteriormente explica cómo sus integrantes serán estudiantes sólo algún tiempo pero otro, posiblemente el mayor, ya no lo serán, sino profesionales de la Universidad de Costa Rica que podrían o no trabajar para esta Institución. Esto contradice frontalmente la razón de ser de los grupos de prácticas artísticas estudiantiles en donde el objetivo es que estudiantes y el mayor número posible de ellos, tengan la oportunidad de tener esta experiencia; el objetivo principal se cumple durante su práctica o ensayo, y una presentación es la culminación y cierre del proceso.
No hay palabras que puedan expresar el agradecimiento que le debemos al Consejo Universitario por su visión y muy oportuna decisión de otorgarle la categoría de Grupo Emblemático Institucional de la Universidad de Costa Rica al Coro Universitario, pues representa un importante paso adelante para asegurarnos su continuidad, pero lamentablemente no es suficiente; ahora toca ubicarlo en donde corresponde y siendo consecuentes con su importancia dentro de la Universidad de Costa Rica, ofrecerle el espacio y demás condiciones que requiere y se merece, y de esta manera lograr que las palabras se conviertan en acciones y las acciones en hechos que nos permitan celebrarle los 100 años a un Coro fuerte y saludable, con un torrente de sangre universitaria corriendo por sus venas.
No puedo terminar sin dejar de mencionar la triste eliminación de otros dos importantísimos grupos tradicionales universitarios; uno con más de cuarenta años de existencia y otro llegando a esa edad y que habiendo seguido el mismo camino del Coro pero sin que hubieran tenido el apoyo firme de la mano del Consejo Universitario, fueron eliminados por los criterios antes descritos, me refiero a la Estudiantina y a la Rondalla Universitaria que llevaron a la Universidad hasta los más remotos pueblos y caseríos de Costa Rica y más allá de las fronteras nacionales. A ellos mi confianza de que algún día volverán a renacer.

  • Alfredo Mesén Quirós (Escuela de Psicología)
  • Opinión
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