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Se desató la locura en el pueblo, pues un auto de alguna U pública rodaba por las calles y brillaba el logotipo por los callejones; quizá decía UCR, UNA, UNED o TEC; algunos compañeros y compañeras ya empezaban a soñar con una ingeniería, ser médicos, abogados y hasta microbiólogos –normal en una cultura donde si no estudias una carrera que reproduzca las desigualdades del mercado te ven con desprecio-; si decías que querías estudiar teología te escupían la cara y si pronunciabas las palabras “quiero estudiar F-I-L-O-S-O-F-Í-A” te desconocían como ciudadano.
Inmediatamente empezaron las charlas padre e hijo/a –repito, normal en una sociedad patriarcal-. El padre te dice qué sería lo más recomendable para estudiar, te recomienda nombres, universidades y demás, siempre apuntando a carreras que reproducen el mercado y el sistema en el tiempo y espacio.
Lo que no me dijeron es que cerca del 50% de personas que realizan el examen de admisión no lo aprobaban y que su futuro se veía truncado y desechaban sus oportunidades de estudiar; o tenían que pedir un préstamo para estudiar en una universidad privada. Y luego trabajar para pagarlo. Reitero, algo normal o mejor dicho naturalizado en un país y sistema excluyente, donde no todos tienen derecho a una educación superior. Donde no todos y todas somos iguales y tenemos las mismas oportunidades.
También, seguro por la amnesia social y la miopía académica que ronda por doquier, obviaron decirme que cerca del 79% de estudiantes de la U pública provienen de colegios públicos, colegios en donde abunda la mala infraestructura y muchos estudiantes tienen que trabajar para poder estudiar.
Posiblemente por cuestiones de tiempo y agenda apretada, no me dijeron que a la hora de empezar las clases tendría que manifestarme por mi propio presupuesto; iba a tener que ir a las calles a exigir más becas (las cuales actualmente no alcanzan), menos recortes y más FEES. Y que a cada manifestación que fuera iba a ser reprimido por la Fuerza Pública; se iban a realizar arrestos sin causa, golpes desmedidos, sangre en las frentes de los estudiantes. Olvidaron también decirme que iba a tener que ir a la Asamblea Legislativa a realizar presión para que no se aprobara la ley que prohíbe sacar fotocopias a los libros, libros que ocupaba para leer y que luego podrían costar miles de colones mientras la presidenta se toma un vino en Washington y los Arias juegan póker en un club josefino.
Tampoco me comentaron que el OIJ entraba a la universidad a agredir a los estudiantes y golpear profesores; dañando y desboronando la poca autonomía universitaria que aún queda.
Ni por tener cara de feo me contaron que me iban a llamar “chancletudo” o “revoltoso”, por defender la tierra de la contaminación minera y por oponerme a la expansión piñera, y que algunos me iban a menospreciar por venir de fuera del Valle Central; replico: normal en Costa Rica donde se exacerba el “valle-centralismo”, donde algunos y algunas piensan que este país solo está compuesto por San José, Heredia, Alajuela y Cartago (y dentro de estas provincias solo denotan las cabeceras de provincia).
Tampoco me chismearon que la educación superior latinoamericana vive una crisis de privatización y que los casos de Chile, Colombia, entre otros, se asemejan en cierta medida a lo que sucede en Costa Rica. Ni por lástima me contaron que el Banco Mundial mete sus narices en la autonomía universitaria dando préstamos, y verifica las vicerrectorías de investigación. Y que las ciencias sociales están siendo perseguidas con miras a la tecnocratización de sus planes de estudios, para que luego su praxis se desboque al servicio del neoliberalismo.
Y no me dieron ni pistas, para saber que con una Licenciatura ya no alcanza, sino que tenía que tener maestría(s) y si era posible doctorado(s) para poder conseguir trabajo; y mucho menos me dijeron que para conseguir trabajo iba a tener que competir con cientos que al igual que yo ocupan uno.
EDUCACIÓN PRIMERO AL HIJO DEL OBRERO… EDUCACIÓN DESPUÉS AL HIJO DEL BURGUÉS…
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