Abrir Noticia Guardar

Con podio, pero sin ética

Los fondos del BCIE son públicos, pues ese banco es propiedad de varios Estados, dentro de ellos, el de Costa Rica. ¡Como es evidente, el Gobierno de Costa Rica es parte del sector público! El BCIE donó unos fondos al Gobierno de Costa Rica, no a una persona particular. Sin embargo, de alguna manera, las autoridades costarricenses encargadas de cuidar los fondos públicos y la legalidad de los actos de los gobernantes, se las han agenciado para concluir que los fondos podían ser manejados como si fuesen fondos privados y que una persona particular con mucho poder, Rodrigo Arias Sánchez, podía utilizarlos para pagar favores políticos con contratos de “trabajo”. Todo porque el acto formal de las contrataciones lo hizo el BCIE. ¿Dónde en nuestro ordenamiento legal se autoriza ese procedimiento, tal y como lo exige el principio de legalidad cuando se trata de fondos públicos?

Los fondos del BCIE son públicos, pues ese banco es propiedad de varios Estados, dentro de ellos, el de Costa Rica. ¡Como es evidente, el Gobierno de Costa Rica es parte del sector público! El BCIE donó unos fondos al Gobierno de Costa Rica, no a una persona particular. Sin embargo, de alguna manera, las autoridades costarricenses encargadas de cuidar los fondos públicos y la legalidad de los actos de los gobernantes, se las han agenciado para concluir que los fondos podían ser manejados como si fuesen fondos privados y que una persona particular con mucho poder, Rodrigo Arias Sánchez, podía utilizarlos para pagar favores políticos con contratos de “trabajo”. Todo porque el acto formal de las contrataciones lo hizo el BCIE. ¿Dónde en nuestro ordenamiento legal se autoriza ese procedimiento, tal y como lo exige el principio de legalidad cuando se trata de fondos públicos?
Pero Rodrigo Arias es puesto en el podio, aplaudido, tratado con respeto y deferencia en su partido y él apetece, con posibilidades, la presidencia de la República.
Un expresidente negoció la obtención de ¢450 millones de la empresa ALCATEL, sobornadora de políticos, condicionados a que la empresa ganara un contrato con el ICE. El expresidente no ha podido, por más que se le pida, mostrar ningún acto o documento que justifique el pago de esa millonaria suma. Lo que sí  podía mostrar el expresidente, José María Figueres Olsen, al momento de acordar el negocio, era poder para que el contrato se aprobara.
Pero José María Figueres es puesto en el podio, aplaudido, tratado con respeto y deferencia en su partido y él apetece, con posibilidades, la presidencia de la República.
Un excandidato presidencial, Otto Guevara Gutt, utilizó el poder en su partido para convertirlo en cliente de sus negocios personales. La presidencia de la República significa mucho poder para la persona que ostente el cargo, el tipo de poder que se puede utilizar para beneficiar los negocios propios y de amigos o aquellos de los financistas de campaña.
Pero Otto Guevara es puesto en el podio, aplaudido, tratado con respeto y deferencia en su partido y él apetece, con posibilidades, la presidencia de la República.
En estos y muchos otros casos, ante el silencio de la ley los transgresores de la ética proclaman victoria. Pero el supuesto de que los estándares éticos esperados de los políticos están definidos en las leyes es peligroso para la democracia. Hay actos ilegales que son éticos y hay actos vergonzosos que son legales. Cuando un alcalde toma fondos  destinados en el presupuesto vigente, por ejemplo, para la construcción de un puente, y los desvía para comprar una vagoneta, viola la ley pero no la ética. Por otra parte, cuando un candidato negocia con un(a) periodista favoritismos noticiosos en campaña a cambio de un puesto público de confianza no viola la ley,  pero sí lo hace con la ética.
¡Pero la política en Costa Rica está dando para todo! Otro expresidente, Rafael Angel Calderón Fournier, el cual, en su caso, sí fue condenado por el uso del poder para incurrir en peculado (en el caso CCSS- Fischel), recorre el país predicando sobre sí mismo, también con cara de santo asertivo, acompañado por su esposa, a su vez condenada a devolver dinero por el mismo caso.
Pero Rafael Angel Calderón es puesto en el podio, aplaudido, tratado con respeto y deferencia en su partido y él apetece, con posibilidades, la presidencia de la República o al menos influir en la política nacional.
Aparte de estos problemas éticos, las políticas que este tipo de dirigentes han venido impulsando o apoyando en las últimas décadas, han hecho que Costa Rica descienda dramáticamente en su nivel de desarrollo en relación con otros países. En algún momento, hace menos de dos décadas, Costa Rica era el país más desarrollado de América Latina, hoy ocupa el séptimo lugar. Por esos años, solo un 15% de los países del planeta eran más desarrollados que Costa Rica; hoy somos superados por un 36%.
Todo lo anterior demuestra sin ambigüedades, primero, que el ejemplo diseminado por estos políticos les impediría demandar integridad y eficiencia de la administración pública y menos inspirar al resto de la población por la vía de la honestidad y el trabajo honrado. Segundo, que tampoco sirven para que Costa Rica sobresalga en el mundo por su nivel de desarrollo.
Si no sirven, ni para inspirar a la población ni para desarrollar el país, ¿por qué logran hoy, los protagonistas de todos estos casos, ser puestos en el podio, aplaudidos, tratados con respeto y deferencia en sus partidos y apetecer, con posibilidades, la presidencia de la República?
Porque son excelentes para negociar dinero a raudales para sus eternas campañas y para emplear su poder ofreciendo puestos, practicando el clientelismo y protegiendo a sus seguidores sin importar las reiteradas corruptelas de algunos de ellos. Esto le permite a esos políticos situarse en el podio, ser aplaudidos y tratados con respeto y deferencia por los cuadros intermedios de sus partidos y por los sempiternos busca-puestos. De ese modo pueden aspirar, con posibilidades, a ganar la presidencia de la República.
Ese tipo de políticos llaman “liderazgo” la hábil utilización de esas herramientas para promoverse y ser queridos. Sin embargo, una de las obligaciones más importantes de los verdaderos líderes es cuidar, contra viento y marea, la ética proclamada, ¡la cual, en el caso de todos los políticos costarricenses, alcanza estándares angelicales!
Porque si un político no sirve ni para practicar, ni para sostener ante sus acólitos, la ética que como supuesto líder él mismo ha escogido ofrecer, no sirve para nada.  Y, sobre todo, no sirve para tomar y ejecutar las impopulares decisiones que hoy demanda el desarrollo. La evidencia sobre estas afirmaciones la tenemos en nuestras narices.
Por lo anterior, urge que los votantes nacionales y dentro de cada partido, recapaciten y bajen del podio a ese tipo de líderes y a sus cuadros cercanos.

  • Ottón Solís
  • Opinión
Democracy
Notas

Este documento no posee notas.