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Proclama por algo distinto

El día 6 de octubre del 2012, en Río Segundo de Alajuela se lanzó una Proclama a favor de una perentoria revolución ética en este país. Precisamente su corta extensión y su fino trazo hacen que muchos puedan identificarse allí.

El día 6 de octubre del 2012, en Río Segundo de Alajuela se lanzó una Proclama a favor de una perentoria revolución ética en este país. Precisamente su corta extensión y su fino trazo hacen que muchos puedan identificarse allí.
La realidad costarricense me ha llevado a pausar mi vida y reconsiderar dónde estoy y qué quiero de mi país en términos sociales, políticos y económicos. La brecha entre ricos y pobres se ha acrecentado; muchos políticos afiliados a los partidos tradicionales siguen realizando actividades públicas con poca transparencia. De ello queda constancia en las múltiples noticias de los periodistas nacionales de distintos medios, que semana a semana descubren una y otra maroma que al parecer poca relación guardan con la nitidez que debiera venir asociada a esa transparencia.
Durante los primeros años de la década de 1980, ya era evidente la reducción de la inversión pública y por ende un enorme deterioro en los servicios sociales. Esta situación hizo necesaria la implantación de programas de ajuste estructural y estabilización económica, lo que incrementó las dificultades de gestión gubernamental. En los últimos años se han manifestado crisis políticas, económicas y sociales en casos muchas veces de procesos casi irreversibles, como por ejemplo: violencia juvenil, deserción escolar, contaminación ambiental a través de ciertos proyectos específicos con poco, malo o ningún estudio ambiental, etc.
Hay que ser críticos y realizar el autoexamen de las realidades en que vive la población costarricense. Hace poco dijo un gran hombre –don José Mujica- que “no se trata de plantearnos volver al hombre de las cavernas, ni tener un monumento del atraso, es que no podemos indefinidamente continuar gobernados por el mercado”. A eso yo agregaría que se trata de entender cuál es la verdadera funcionalidad del contrato social que una vez la humanidad llamó Estado.
Al hacer la evaluación de para dónde vamos, me vi inclinado a participar y manifestarme públicamente en mi derecho ciudadano que ejerzo en este instante. Yo estuve allí ese 6 de octubre, junto a preclaros intelectuales de los cuales me enorgullece decir que discutimos un mejor futuro. Compartí con don Mariano Figueres, don Luis Guillermo Solís, don Néstor Mourelo, don Dionisio Cabal, don Jorge Araya, entre muchos otros.
Sí, yo firmé esa Proclama, y lo hice pensando en un mejor mañana para mi país, porque no quisiera aplicar para mí lo que alguna vez manifestó Víctor Hugo: “Entre un gobierno que lo hace mal y un pueblo que lo consiente, hay una cierta complicidad vergonzosa”.

  • Jorge Umaña Vargas (Consultor)
  • Opinión
Violence
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