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Soy un trabajador social argentino y me desempeño como profesor en la Carrera de Trabajo Social de la Universidad de Buenos Aires. A comienzos de diciembre viajé a Costa Rica, invitado por una institución oficial, para compartir una exposición académica sobre temáticas de mi profesión. En esa ocasión, llegó a mis manos un ejemplar del diario “La Nación” de Costa Rica, del 25 de noviembre, en el cual pude leer un editorial titulado “Kirchner en la cuerda floja”.
Según dicho editorial de “La Nación”: “El cuadro tiene como fondo una camarilla asesora liderada por el hijo de la mandataria, con los sigilosos consejos de una amalgama de jóvenes de ideas radicales.” ¡Qué lenguaje irrespetuoso que suena a descalificante de la investidura presidencial! La presidenta argentina ha demostrado de sobra que posee la suficiente autoridad para no dejarse influenciar por ninguna camarilla. Simétricamente, aún dejando de lado la densidad abismal entre una presidenta elegida democráticamente dos veces por el pueblo y un diario como “La Nación”, se podría preguntar si detrás de la directora Noguera existe una camarilla ligada o descendiente de la familia Montealegre, relacionando a la vez a esta familia con el fusilamiento de Juanito Mora.
Parte II
¿De dónde saca tan osados y falsos datos “La Nación”? ¿Se los proporciona la Sociedad Interamericana de Prensa, es decir la asociación de propietarios de diarios; los obtiene de la Cadena de la desinformación y distorsión sistemática, conocida como CNN; se los pide a la embajada norteamericana? Al alemán Paul Goebbels, ministro de Propaganda de Adolfo Hitler, se le atribuye la frase: “una mentira mil veces repetida… se transforma en verdad.”
El editorial pretende desconocer el crecimiento económico sostenido de Argentina desde el 2003; las reservas récord del Banco Central; la recuperación del empleo; el rechazo a las presiones e imposiciones del FMI; la firme decisión de fortalecer el MERCOSUR, la UNASUR y la CELAC; la recuperación estatal de Aerolíneas Argentinas, Yacimientos Petrolíferos Fiscales, Aguas Argentinas, Correos; el rechazo al proyecto imperial del ALCA; la Asignación Universal por Hijo y a mujeres embarazadas; la moratoria y actualización previsional que benefició a millones de jubilados; el sostenido impulso a la industria, a la ciencia y a la tecnología; los programas de inclusión social; la profundización de las políticas de defensa de los derechos humanos; los planes de vivienda y de diversas obras públicas; la jubilación para las Amas de Casa; la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (precisamente suspendida desde hace 4 años por los medios hegemónicos y cierto sector del Poder Judicial); el aumento al 6 % del PBI del presupuesto en Educación; el Programa de distribución gratuita de computadoras a estudiantes y docentes; la puesta en marcha de la TV Pública Digital gratuita; la Ley de matrimonio igualitario; etc.
Es necesario reparar en dos cuestiones centrales. En primer lugar, la importancia de develar la utilización de argumentos aparentes para defender lo que es evidentemente falso. Y un segundo aspecto remite a la necesidad de identificar cierta unidad de acción, a escala continental, asumida por diversos sectores que pertenecen o representan al conservadurismo, para oponerse tenazmente a los distintos proyectos que felizmente se están desplegando en muchos de nuestros países, en sintonía con los legítimos ideales de independencia y justicia social.
El poder económico mundial (dicho de otro modo, el sistema capitalista) tiende a avanzar para controlar y hasta apropiarse del poder político para ponerlo a su servicio. Pero además, para completar este circuito perverso que perjudica a las grandes mayorías, requiere controlar también el poder ideológico, representado básicamente en la educación y en la comunicación mediática, es decir en el periodismo.
Resulta obvio reconocer el alto componente político que tiene siempre el periodismo. Y es absolutamente legítimo que cualquier sector social exprese sus posiciones y la defensa de sus intereses por medio del periodismo, pero sin distorsionar la realidad o directamente con falsedades, muchas de ellas muy descaradas y ostensibles. De no ser así, convierten al periodismo en una actividad ruin y en una suerte de charca cloacal.
Un ejemplo de este tipo de periodismo lo constituye el diario inglés The Sun, cuyo propietario es el magnate Rupert Murdoch. Este diario fue condenado en el propio Reino Unido por escuchas ilegales y publicaciones de noticias falsas relacionadas con personalidades y políticos de ese país. Dicho accionar, conscientemente programado, benefició abiertamente la campaña electoral del primer ministro conservador David Cameron, a punto tal que funcionarios de su gabinete debieron renunciar frente al escándalo y complicidad con el multimillonario Murdoch.
Estoy seguro que los costarricenses y todos los latinoamericanos bien nacidos, que soñamos con sociedades más justas e igualitarias, no desean que “La Nación” de la querida Costa Rica imite al diario The Sun.
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