Si en la Universidad de Costa Rica queremos ser pertinentes y estar vigentes, debemos ser capaces de leer los signos de los tiempos y ofrecer a la sociedad propuestas innovadoras y respuestas oportunas que permitan cristalizar nuestra misión de  “…contribuir con las transformaciones que la sociedad necesita para el logro del bien común”.
En particular en educación, los tiempos nos enfrentan con tendencias que debemos estudiar y analizar cuidadosamente, para sugerir formas de aprovechar las oportunidades que traen consigo y también advertir sobre los peligros que asechan. Estas tendencias tienen implicaciones no solamente para la educación al interior de la institución, sino para la formación de los y las educadoras que irán al sistema educativo nacional. Veamos algunas de esas tendencias:
Apps educativas: Una app (diminutivo del inglés application: aplicación) es un programa computacional diseñado para ayudarle a las personas a ejecutar una actividad. En general se refieren a programas para los teléfonos inteligentes y las tabletas. Se trata de una aplicación que combina texto, números y gráficos para apoyar la realización de tareas específicas. Una de las características más poderosas de las apps es que están siendo desarrolladas por los mismos usuarios y usuarias y ya existen tiendas en línea para la compra y venta de apps. Debido a lo reciente de estas aplicaciones, es casi seguro que no existan muchas apps que sean educativas y menos aún en castellano, lo cual es una oportunidad para diseñar y poner a disposición aplicaciones que realmente promuevan un aprendizaje significativo y creativo en el estudiantado. Más aún, es una oportunidad para que, dados ciertos criterios rigurosos en cuanto a contenido y metodología, retemos a nuestros jóvenes estudiantes a que diseñen apps con calidad educativa.
Flashmobs educativos: Los flashmobs son acciones organizadas en la que un grupo de personas se reúne de repente en un lugar público, realiza algo inusual y se retira. Han demostrado que tienen un gran poder para promocionar eventos, actividades, organizaciones, ideas y productos y, a juzgar por la curiosidad, el involucramiento y el disfrute del público, me parece que tienen un enorme potencial educativo. Por lo innovador e inesperado, generan interés, y por ser tan cortos, dejan un deseo de ver y saber más: excelentes condiciones iniciales para el aprendizaje. Además, permiten llevar a la práctica dos ideas muy relevantes para la educación actual: transformar los espacios públicos en espacios educativos e involucrar y comprometer al grupo familiar en el aprendizaje mutuo.
Moocs (por sus siglas en inglés, massive open online courses) son cursos masivos, abiertos que se ofrecen en  línea  y cada vez más frecuencia por parte de universidades en el mundo.  El Instituto Tecnológico de Massachusetts MIT tiene algunos años de ofrecerlos y actualmente, en conjunto con la Universidad de Harvard, se prepara para lanzar una plataforma, edX, para ampliar la oferta. De acuerdo con la revista The Economist, en el año 2012 hubo una explosión de moocs y para muestra de lo masivo que son, el curso con más demanda: “¿Cómo razonar y argumentar?” tuvo 180.000 estudiantes.
Estas tendencias incluyen otras más, hacia las que se mueve la educación en el mundo: el aprendizaje y el trabajo en equipos (no grupos) inter y transdisciplinarios. No hay posibilidades de conceptualizar, diseñar y desarrollar  apps y flashmobs educativos o moocs sin el aporte, el saber y la mirada de conocedores de diversas disciplinas: pedagogía, artes, sociología, comunicación, diseño, mercadeo, filosofía, informática, matemática, ingeniería, biología… entre otras.
Como nunca antes, la educación tiene una gran oportunidad para dejar de una vez los enfoques y modelos centenarios que ya están desgastados y resultan insuficientes. Llegó la hora de reinventarnos y enrumbar hacia una educación propositiva e innovadora.