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Solo los verdaderamente iniciados tienen la virtud y la inspiración para no anteponer sus intereses a los de los demás; ni tendrían la osadía de negar que vivimos en un sistema de corrupción institucionalizada, de falsa democracia y de comprobada inoperancia estatal.
Debemos comprender que ciertos individuos prácticos que siempre han vivido de la política y de jugosos puestos en el Estado y sus instituciones, tienen una razón, tan humana como egoísta, para defender el envilecido sistema actual, como un perrito que defiende el hueso atrapado entre sus dientes.
Para estos señores que se sirven de los privilegios que les brinda el sistema corrupto que han ayudado a forjar, no pueden existir ciudadanos indignados ni inconformes, cuya única arma no es más que su razonamiento e indignación para expresarlos en los pocos medios valientes que se atreven a publicar sus quejas. ¡No! Para estas criaturas de la política nacional “no iniciadas” que aún se encuentran en una fase tan terrestre de desarrollo mental y espiritual, absolutamente dependiente de sus egoístas intereses, no puede ni debe existir inconformidad o indignación por los desaciertos e inmoralidad de los políticos. Para ellos lo que existen son “bandoleros, tramoyistas y monstruos antidemocráticos” que hablan mal de su preciado sistema.
Es una razón muy humana defender cualquier privilegio que nos haya dado la vida, ya venga de la política, de la suerte o de nuestro propio esfuerzo. Pero es inmoral para cualquiera que en la sociedad sea tomado (por haber “merecido” esas mismas prebendas y privilegios) como persona, cuyos razonamientos parecieran dignos de ser atendidos, pretender con sus argumentos negarle el derecho de expresarse a cientos, quizá miles de ciudadanos que piensan que en Costa Rica existe corrupción en el Estado y sus instituciones; que los políticos en casi todas sus esferas de acción son incapaces y corruptos; que el poder le sirve con cuchara grande a los grupitos que lo ostentan; que el sistema está plagado de oportunismo y en una terrible decadencia; que no hay por quien votar; y en fin, que la lista de críticas es interminable.
Pero según esos sujetos, la crítica es diatriba, injuria o mala fe. Se olvidan que los ciudadanos que critican el actuar de los políticos y “su” Estado no están haciendo otra cosa ¡y con todo derecho! que defendiendo sus libertades, patrimonios e ideales que esos mismos señores les han venido socavando desde hace muchos años.
Quiera Dios que estos “sabios” de la política nacional, no lleguen jamás a ostentar puestos verdaderamente relevantes porque sus leyes mordaza contra los ciudadanos seguirían a la orden del día, y entonces si que, dicho a la tica, no nos quedaría chance ni para el berreo.
Según dicen los verdaderos tramoyistas, “en la guerra todo se vale”. ¡Falso! Y menos aún en la guerra de las ideas y de los argumentos políticos, donde está de por medio un pueblo dirigido, inocente y casi siempre inconsciente de lo que por él se hace, o contra él se trama. Negarle el derecho a “Juan Pueblo” de quejarse cuando ve amenazados sus intereses significa alta traición de los dirigentes o caudillos en quienes puso su confianza. Que esa traición quede impune es lo que tratan de hacer estos caudillitos, que hoy pretenden que en nuestros pueblos no hayan indignados; y si los hay, que no lo digan ni lo publiquen, porque solo los “monstruos antidemocráticos” se quejan de un “sistema democrático perfecto” y de la “honestidad angelical” de nuestros políticos.
Dicen estos señores en los medios –textualmente copiado- que los pueblos indignados (para ellos bandoleros) solo tienen críticas, pero que “son monstruos antidemocráticos, que no tienen propuestas alternativas a los problemas nacionales, ni soluciones posibles a los problemas que enfrenta la institucionalidad costarricense”. Y yo les pregunto: ¿Desde cuándo nosotros, el pueblo llano de Costa Rica, somos tomados en cuenta para dar soluciones a los problemas que nos crean ustedes, los políticos? ¿No es sino a través de la crítica, filtrada por los medios, que los ciudadanos fundamos algunas esperanzas de cambio en la oscura senda que nos trazan los dirigentes?
Esos argumentos traidores, rastreros y turbios que solo significan miedo a perder la legitimación de los pueblos, hay que enfrentarlos con la luz de la verdad.
El más indigno papel
De toda la creación
Lo ha jugado la traición;
Es la forma más artera,
Más venenosa y rastrera
De ejercer dominación.
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