Debido a los elevados costos del mantenimiento de las imágenes, se ha restringido su acceso solo para las personas registradas en PrensaCR.
En caso de poseer una cuenta, hacer clic en “Iniciar sesión”, de lo contrario puede crear una en “Registrarse”.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama promovió el 14 de febrero en el estado de Georgia, su plan para ampliar la educación preescolar para niños de escasos recursos.
“Juntos, hemos despejado los escombros de la crisis. Después de varios años de una penosa recesión, nuestros negocios han creado más de seis millones de nuevos empleos”, dijo el martes pasado el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en su discurso ante el Congreso sobre el estado de la nación.
Obama respondió así a la mayor inquietud de los estadounidenses que, según una encuesta, le atribuyen a los temas económicos la máxima prioridad. Un 86 % estima que esa debe ser la primera preocupación del presidente y del Congreso, mientras que el 82 % otorga ese puesto al tema del empleo. Ningún otro de los 20 temas consultados obtuvo más de 70 % de las opiniones.
De la misma manera, esa encuesta sobre las prioridades de los norteamericanos reveló que el 81 % (las cifra más alta de los últimos 15 años) cree que la política interna debe ser la prioridad del Gobierno; solo el 9 % pensó lo contrario.
Con estos antecedentes en la mano, Obama comenzó su análisis sobre el estado de la nación con los temas económicos, y ofreció diversas soluciones —no carentes de polémica, según los analistas— para enfrentarlos.
DOS VISIONES
Obama dejó pocos temas sensibles sin tocar. Uno de ellos fue la propuesta de aumentar el salario mínimo —de los actuales $7,25 a $9 de aquí al 2015—, propuesta cuestionada por los republicanos.
Su referencia a la creación de empleos se enfrentó pronto con una aclaración: “Obama hizo sus cuentas no a partir del día en que asumió el cargo (enero del 2009), sino a partir del momento en que la pérdida de empleos estaba en su punto máximo. Al hacer eso, ignoró los cerca de 5 millones de empleos perdidos desde que asumió el cargo”. Es decir, el número de empleos creados durante su período sería, en realidad, de 1.2 millones, dijo el Boston Herald.
En un discurso enfocado en la economía, propuso nuevamente una reforma impositiva, planteó un debate sobre la indispensable reducción de gastos y, sobre todo, sugirió una forma de hacer las cosas que volvió a atizar el debate con la visión más neoliberal de la economía, la cual prevalece en la Cámara de Representantes entre sus rivales republicanos.
“¿Es viable la nueva visión de Obama?”, preguntó, en su editorial, el periódico Los Angeles Times, al calificar su discurso como “la defensa más contundente” de lo que los norteamericanos llaman “valores liberales”.
“No está claro si él será capaz de hacer aprobar estas ideas, muchas recicladas de su primer mandato, en un Congreso polarizado”, agregó el periódico.
Las reacciones al discurso hacen ver las dificultades que enfrentará Obama. La respuesta oficial republicana estuvo a cargo del senador Marco Rubio, un conservador de origen cubano.
Rubio criticó “la obsesión” de Obama de aumentar los impuestos, pues considera que esa acción no va a crear puestos de trabajo en el sector privado. “El presidente está equivocado confiando más en el Gobierno que en el libre mercado, para levantar la clase media”, acotó.
El representante republicano por Texas, Randy Neugebauer, añadió que estaba decepcionado, pero no sorprendido por lo dicho por el presidente esta noche Él propuso una agenda muy ‘liberal’ de aumento de impuestos, un estricto control de armas y una mayor al cambio climático, todos temas planteados por el mandatario en su discurso.
En general, los republicanos señalaron que el discurso de Obama “hizo poco para construir puentes”, y dejó en evidencia que la estrategia que adoptará en este segundo período será “la de una mayor confrontación” con la oposición.
DÉFICIT, DESEMPLEO, INFRAESTRUCTURA Y POBREZA
Si Obama enfrenta el desafío de lograr suficiente apoyo para sus proyectos en un Congreso polarizado, el discurso hizo evidente que, en todo caso, ese no será el único reto. Tanto la realidad nacional como internacional presentan pocos escenarios para grandes logros, el discurso y los comentarios posteriores lo dejaron en claro.
El primero es el de la situación económica del país. “Nuestro trabajo debe comenzar tomando algunas decisiones fundamentales sobre nuestro presupuesto, decisiones que tendrán profunda incidencia en la fortaleza de nuestra recuperación”, dijo Obama. “Los dos partidos tienen que trabajar juntos para reducir el déficit en más de $ 2.5 billones (millones de millones)”, agregó.
El debate sobre cómo hacerlo muestra las dificultades que enfrenta el presidente, y que él mismo enunció en su discurso, al descartar reducciones solo en los gastos sociales −como Medicare−, beneficios del seguro social o la educación, y preservar solo los gastos militares. Obama insistió en que los más ricos y poderosos deben aportar su parte.
La causa de nuestra deuda, le contestó el senador Rubio, “es que el Gobierno ha estado gastando un billón de dólares más de lo que ingresa cada año. Por eso, necesitamos una reforma que balancee el presupuesto”.
La afirmación no revela toda la realidad, como expuso la misma prensa norteamericana. “La afirmación refleja las matemáticas detrás del déficit reciente, pero no apunta a sus causas: la peor recesión desde la gran depresión de los años 30 y sus afectos posteriores”. Después del acuerdo provisional sobre el déficit, logrado a última hora en enero pasado en el Congreso, el presidente tiene solo unos días para alcanzar uno definitivo, si quiere evitar los desastrosos recortes automáticos previstos para el próximo 1 de marzo.
En cuanto al empleo, en medio de las palabras optimistas, planteó su preocupación por “atraer nuevos puestos de trabajo al país”, a raíz de la cada vez más extendida fórmula de outsourcing, o subcontratación, con la que empresas norteamericanas buscan abaratar costos, exportando sus fábricas a China, India o Pakistán. Las recetas sugeridas no parecen, en todo caso, suficientes para tener el éxito esperado.
La propuesta de un acuerdo de libre comercio con Europa —quizás la más inesperada del discurso— fue recibida con sorpresa y cautela. Con un comercio de casi $3000 millones diarios, la eliminación de los ya bajos aranceles vigentes (un promedio del 3 %) desata la imaginación de quienes estiman que esto podría significar “un gigantesco estímulo” al ahorro, que se trasladaría al consumo.
Los que conocen las dificultades de la propuesta advierten que “el tema agrícola —que ha complicado la negociación de una Tratado de Libre Comercio entre el Mercosur y la UE—no es el único obstáculo. Una verdadera pesadilla es la armonización regulatoria de la industria automotriz, farmacéutica, alimentaria y del juguete a ambos márgenes del Atlántico”.
Para estimular la economía y el empleo, Obama propuso reconstruir alrededor de 70 000 obras de infraestructura deterioradas, atraer nuevamente mano de obra manufacturera exportada, un ambicioso (y polémico) programa de explotación energética, entre otras medidas.
Pero su propuesta de aumentar el salario mínimo —una medida fundamental para combatir la pobreza, de acuerdo con estudios técnicos— ya fue cuestionada por la oposición: “Adivinen ¿qué ocurre cuando usted aumenta el precio del empleo?”, preguntó el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano por Ohio, John Boehner. “Ud. logra menos empleo”, se respondió a sí mismo. La misma teoría con la que países como España, o Alemania, tratan de enfrentar la crisis actual, sin más resultado hasta ahora que su profundización.
Por otro lado, en el plano político internacional, mientras Obama confirmó la retirada (parcial) de Afganistán para fines de 2014, el escenario del norte de África y Medio Oriente está lejos de despejarse. Más nubarrones podrían acumularse sobre las relaciones con Irán y los experimentos atómicos de Corea del Norte plantean nuevos desafíos en el ámbito internacional.
¿Y América Latina? El mandatario no tiene nada que decir sobre una región donde, hasta hace una década, sus aliados gobernaban casi sin contrapeso, pero que ahora busca un camino más independiente y más acorde a sus necesidades. En este caso, el silencio solo revela el desconcierto y las dificultades para proponer, también en esa área, políticas que entusiasmen a esos antiguos aliados.
Este documento no posee notas.