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Computación ubicua, aplicaciones para mejorar la calidad de vida

Un día común para un habitante del siglo XXI puede iniciar con que lo despierte su equipo de sonido con su música favorita, que las plantas de su jardín estén frescas con el agua que recibieron durante la noche de un sistema automático de riego, que el café se esté haciendo en la cocina mientras él se ducha con el agua a la temperatura escogida según el clima y que el refrigerador le sugiera las recetas más adecuadas que puede preparar con los alimentos disponibles en su alacena.

Un día común para un habitante del siglo XXI puede iniciar con que lo despierte su equipo de sonido con su música favorita, que las plantas de su jardín estén frescas con el agua que recibieron durante la noche de un sistema automático de riego, que el café se esté haciendo en la cocina mientras él se ducha con el agua a la temperatura escogida según el clima y que el refrigerador le sugiera las recetas más adecuadas que puede preparar con los alimentos disponibles en su alacena.
Una vez en su automóvil, éste le indicará cuál es la ruta más corta y menos congestionada para llegar a su destino y su ropa inteligente le dirá si su presión arterial está más alta de lo normal, al tiempo que su pastillero electrónico le indicará que aún no se ha tomado un medicamento.
¿Por qué no le parece que esto es ciencia ficción? Bueno, porque a usted estimado lector, también le ha tocado vivir los vertiginosos cambios tecnológicos de los últimos años y ha podido constatar cómo las computadoras lejos de ser un monitor, un teclado y un mouse encima de un escritorio, ya están en todas partes, incluso en lugares insospechados.
 
El mundo cada vez más se está convirtiendo en un tablero de juego electrónico, conforme aumentan las aplicaciones, el desarrollo de tecnologías inalámbricas y dispositivos computacionales móviles y, a la vez, su uso se vuelve más fácil y más “natural” para todo tipo de usuarios, lo que provoca que las personas de todas las edades dependan de la tecnología.
 
Así lo confirmó el Dr. Sergio Ochoa, especialista en computación ubicua de la Universidad de Chile, quien estuvo de visita en la Universidad de Costa Rica (UCR) en marzo para dictar dos conferencias con motivo de las Jornadas Científicas que organizó el Centro de Investigación en Tecnologías de la Información y la Comunicación (Citic), y de la inauguración del Doctorado en Computación, de la UCR, cuyo director, el Dr. Luis Guerrero, ha trabajado a su lado en aplicaciones ubicuas por más de 15 años.
Este nuevo paradigma se convierte en realidad gracias al desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación. El concepto de computación ubicua fue inicialmente planteado por Mark Weiser en 1988 y ha ido tomando fuerza en forma desordenada, pero cada vez con más presencia en todos los espacios públicos y privados, según expresó el Dr. Ochoa.
La computación ubicua incluye todos aquellos servicios y aplicaciones que permiten a la persona interactuar con los sistemas de cómputo mediante interfaces naturales como la voz o el movimiento; es decir, sin necesidad de usar un teclado o un mouse.
Estas aplicaciones requieren, en muchos casos, de varios dispositivos como teléfonos inteligentes, cámaras, pantallas, sistemas de posicionamiento global (GPS), o bien, están contenidos  en edificios u objetos cotidianos como un bastón, un automóvil, una casa, unos anteojos o la ropa.
“La computación ubicua considera que los dispositivos computacionales debían estar embebidos en el ambiente y que sean tan invisibles como se pueda, tienen que soportar la movilidad de las personas, porque no podemos hacer soluciones para objetivos que estén estacionarios”, manifestó Ochoa.
Las personas deben poder utilizar estos dispositivos sin tener que pensar en el computador, sino solamente en la actividad que quieren realizar. Los dispositivos se comunican de forma invisible con el computador.
Por esa razón, actualmente son utilizados en áreas como el turismo, la educación, la salud, en los equipos de emergencias, en seguridad pública y en escenarios productivos, con el propósito de mejorar la eficiencia y aumentar el confort.
APLICACIONES PARA EL TRABAJO Y EL PLACER
Una de las aplicaciones desarrolladas en la Universidad de Chile, junto con el Dr. Guerrero de la UCR, es un dispositivo para ayudar a los bomberos y rescatistas en las primeras 72 horas después de un accidente, terremoto o tsunami a que salven más vidas.
“Hicimos una aplicación para el líder del equipo de rescate, a quien su celular le dice en cual edificio hay compañeros o en el cual ya se realizó una búsqueda, con los fines de invertir menos tiempo y de identificar los edificios que tienen más probabilidad de tener gente atrapada”, explicó el especialista.
También idearon otra aplicación para los carros de los equipos de rescate, que permite saber qué hizo el equipo que pasó antes por esa área. Por ejemplo, detalló Ochoa: “que digan ya rescatamos a todos los que estaban con vida pero quedan tres y para rescatarlos se requiere un taladro que perfore hormigón”. En estos casos se puede ahorrar tiempo y solicitar ayuda en forma más precisa y efectiva.
Otra aplicación consiste en un bastón para no videntes, que con un botón enciende unas luces led que son captadas por cámaras infrarrojas. Las cámaras informan a la persona de las coordenadas del bastón y la distribución del espacio construido, y en dónde hay obstáculos. Esta aplicación es muy útil para que los no videntes se puedan desplazar con mayor facilidad en espacios desconocidos para ellos.
Otro proyecto fue creado para inspecciones de obras mediante el uso de  mapas digitales y una tableta PC. Se elaboró debido a que “nos dimos cuenta de que uno de los problemas que tienen los inspectores es que no se podían encontrar entre ellos en lugares de trabajo muy extensos”. Esta plataforma lo que hace es censar el ambiente y decir quiénes están disponibles, dónde está cada persona, cuál fue el recorrido y cuáles áreas ya fueron cubiertas.
Uno de los proyectos recientes fue la integración de un teléfono celular y una pantalla grande de televisión, con el fin de que puedan compartir información como fotografías o imágenes médicas que requieren un mayor nivel de detalle.

  • Elizabeth Rojas Arias 
  • Crisol
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