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Nicolás Maduro durante el acto de juramentación como nuevo presidente de Venezuela, el pasado 19 de abril.
“¡Lo juro!”, dijo Nicolás Maduro, al asumir el pasado 19 de abril la presidencia de Venezuela para el período 2013-2019, mientras se comprometía a seguir construyendo el socialismo bolivariano que le heredó Hugo Chávez.
“Este Gobierno es un ‘mientras tanto’; vienen tiempos buenos, pronto”, respondió el derrotado candidato opositor, Henrique Capriles.
En el recinto de la Asamblea Legislativa, América del Sur (con la única ausencia del Gobierno golpista de Paraguay) acuerpó a Maduro en su acto de toma de posesión. Ausentes estaban la mayor parte de la bancada opositora y Estados Unidos, que prefirió no reconocer el nuevo presidente venezolano.
Con todos los actores ocupando su lugar en el escenario, el “lo juro” del nuevo presidente venezolano dio inicio a la obra. Se trata —nada más, ni nada menos— de ver si el líder opositor es capaz de hacer buena su amenaza: “¡Este Gobierno es un ‘mientras tanto!”.
LA ESTRATEGIA DE LA OPOSICIÓN
Como contrapartida, el desafío del presidente Nicolás Maduro será llegar hasta el fin de su mandato de seis años, en el 2019.
Incapaz de impedir que asumiera el poder (como era su intención con las protestas que promovió contra el resultado electoral), la oposición tiene en su camino otra oportunidad dentro de tres años, cuando podrá presentar un referendo revocatorio similar al que ya presentó, sin éxito, contra Chávez en el 2004, solo dos años después del intento de golpe de Estado con el que trataron de derrocarlo.
Ahora es una oposición más optimista, después del resultado electoral que la dejó a poco más del 1.5 % de los votos de su rival, y de la ausencia de Chávez, lo que debilita la coalición gobernante.
El profesor de la Universidad de Drexell, en Filadelfia, Giorgio Cicarello, autor del libro «Nosotros creamos a Chávez: una historia popular de la historia de la revolución venezolana», en una entrevista a la BBC, estimó que la oposición está jugando a desacreditar a Maduro, para derrotarlo políticamente. La estrategia busca convocar a un referendo revocatorio de mitad de período, dentro de tres años y sacarlo del poder, afirmó Cicarello.
Esa es una opción, pero probablemente la oposición no descartará ninguna otra alternativa, haciendo entrar en escena a otros actores, a medida en que avance la obra.
Uno de ellos es el ejército, al que todos prestan desde ahora cuidadosa atención. No hay que olvidar que Venezuela expulsó a dos agregados militares norteamericanos en pleno proceso electoral, acusados de conectarse con militares venezolanos. El Gobierno le dedica especial atención, como dejó en evidencia el desfile militar del 19 de abril.
No es difícil prever que ese papel preponderante, que ambos sectores atribuyen a los militares, puede ponerlos como fiel de la balanza del proceso político y significar nuevos problemas en el futuro.
¿UNA OPOSICIÓN FASCISTA?
El estallido de la oposición ante la convocatoria de Capriles, al conocerse los resultados electorales desfavorables, fue denunciado por Maduro en su discurso de toma de posesión.
“Hay un núcleo con ideología fascista que se disfraza, pero que tiene intenciones sumamente perversas contra nuestro pueblo y los pueblos de los continentes”, afirmó el mandatario.
Ante un resultado electoral muy estrecho, no previsto con anterioridad, “la derecha venezolana fogueó un escenario de desconocimiento del resultado, que llevó a una escalada violenta contra la Revolución Bolivariana, con el triste saldo de ocho militantes populares asesinados, 61 heridos, locales del Partido Socialista Unificado de Venezuela (PSUV) atacados, Centros de Diagnóstico Integral (CDI) de las Misiones Sociales dañados y medios de comunicación, como Venezolana de Televisión y Telesur, asediados”, señalaron los medios.
Maduro se lamentó, en particular, del carácter xenófobo de los ataques a los CDI, muchos de ellos atendidos por médicos cubanos. Ataques que –explicó– tuvieron su origen cuando los dirigentes de la oposición y medios afines lanzaron el rumor, de que allí se estaban ocultando urnas electorales como parte de un fraude electoral. También, a él lo atacaron por su madre, nacida en Colombia, cuando le gritaban “perro colombiano”.
A Capriles ya lo habían denunciado por haber participado, durante el intento de golpe del 2002, en un asalto a la embajada cubana. Ahora, en campaña, el candidato opositor anunció que, entre sus primeras medidas, estaría la suspensión de los acuerdos con la isla, entre ellos el suministro de petróleo, así como de la ayuda en materia de salud pública que médicos cubanos prestan en Venezuela.
AISLAMIENTO
Ese escenario de una nueva ofensiva contra el Gobierno venezolano se da en un marco internacional, que el mismo acto de toma de posesión de Maduro evidenció. Acuerpado por Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) —que se había reunido de emergencia en Perú—, Maduro leyó la resolución aprobada en esa reunión.
UNASUR saludó a Maduro por su elección e instó “a todos los sectores que participaron en el proceso electoral, a respetar los resultados oficiales de la elección presidencial emanados del Consejo Nacional Electoral (CNE)”.
Asimismo, pidió a la oposición canalizar todo reclamo electoral dentro del ordenamiento jurídico vigente en el país, acordó crear una comisión investigadora de los hechos violentos del 15 de abril que causaron la muerte de ocho personas, y “tomó nota positiva” de la decisión del CNE, “de implementar una metodología que permita la auditoría del total de las mesas electorales”.
Ese mismo día por la mañana, el diario español El País había publicado una nota, fechada en Miami, afirmando que “las probabilidades de que este jueves por la noche —en el encuentro que sostendrá UNASUR en Lima— se produzca una decisión favorable a auditar el resultado electoral de las presidenciales de Venezuela son pocas o ninguna”.
“Todo apunta a que la alianza se pronunciará a favor de las instituciones venezolanas que han declarado al heredero de Hugo Chávez, Nicolás Maduro, vencedor de los comicios. Como quiera que sea, cualquier resolución que tomen esta noche los presidentes que conforman UNASUR servirá de antídoto para cualquier exhorto que, en el futuro inmediato, intenten otros organismos internacionales, como la Organización de Estados Americanos (OEA), en torno a que se haga un recuento del 100 % de los votos emitidos el domingo en Venezuela, tal y como lo ha solicitado la oposición”.
Lo cierto es que la iniciativa de UNASUR opacó cualquier otra que podría tomar la OEA, del mismo modo que la presencia de los mandatarios sudamericanos contrastaba con la ausencia de Estados Unidos en la toma de posesión de Maduro.
En la víspera, el secretario de Estado, John Kerry, en audiencias en la Cámara de Representantes y en el Senado norteamericanos, dio polémicas declaraciones, al afirmar que “América Latina es nuestro patio trasero […] tenemos que acercarnos de manera vigorosa”.
“Trataremos de hacer lo posible para tratar de cambiar la actitud de un número de naciones, donde obviamente hemos tenido una especie de ruptura en los últimos años”, lo que podría indicar un apoyo más activo a la oposición venezolana.
DESAFÍOS
Maduro enfrenta el desafío de resolver las presiones que las políticas económicas y sociales han ido ejerciendo sobre los precios, las divisas y el abastecimiento.
Para la profesora de teoría política de la Universidad Simón Bolívar de Caracas, Colette Capriles (que no tiene parentesco con el candidato), Venezuela tiene “un gigantesco problema de gestión pública. Estamos en una crisis económica, de servicios, social y todo en un contexto internacional económico que no es muy favorable”, expresó a la BBC.
Para el politólogo argentino Juan Manuel Kerg, Maduro deberá enfrentar “el tema económico tras la devaluación, donde han influido notoriamente cuestiones de sabotaje y acaparamiento de productos para las necesidades básicas por parte de la burguesía venezolana”, generando un terreno minado, en el que la oposición cuenta con importantes recursos para tratar de descarrilar las políticas del Gobierno.
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