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6 Revista Dominical. LA REPUBLICA. Domingo 10 de abril de 1988 ооо OOO Una anciana viuda fue golpeada hasta la muerte y sus valiosas joyas fueron robadas. Los testigos aseguraron ver a un hombre alto, de pelo negro y de unos 30 años abandonar la casa donde ocurrió el crimen ypronto un sospechoso fue arrestado y condenado. Años después, sin embargo, tuvieron que soltarlo al demostrarse implacablemente su inocencia. Crimen sin castigo Holmes descubre al inocente pero no señala al culpable Slater fue condenado a la horca, pero pronto la pena le fue cambiada por una de prisión de por vida. Casi inmediatamente comenzaron a circular conjeturas sobre la posible inocencia del joyero, quien habría sido utilizado como un chivo expiatorio para proteger a alguien poderoso.
Conan Doyle leyó sobre el caso tres años después del juicio, e inmediatamente opinó que Slater era inocente y se dedicó a la tarea de comprobarlo. Cuando salió el libro de El Caso de Oscar Slater el mundo judicial de Gran Bretaña se conmovió.
El escritor había revisado los archivos y entrevistado a las personas involucradas en el caso. Ninguno de los testigos pudo afirmar que efectivamente fue Slater el hombre que salió del apartamento. Probó que el cargamento de joyas que éste había comerciado lo había adquirido legalmente antes de la fecha del asesinato, y justificó el viaje con el nombre falso pues estaba acompañado por una amante, y temía ser descubierto por su esposa.
Las pruebas con que fueron acompañados esos argumentos originaron demandas para la reapertura del juicio y de hecho Slater fue confirmado inocente y salió libre, pero sólo 18 años después de haber sido condenado.
Poco antes de su muerte Conan Doyle aseguró conocer la posible identidad del autor del crimen, pero dijo que prefirió no avanzar en sus investigaciones por temor a perjudicar a Slater. Señaló que el criminal realmente era un ciudadano importante, protegido por la policía, quien había entrado al apartamento de la viuda para quitarle unos documentos El no ha sido castigado. Pero más importante para mí es que un hombre inocente esté libre. señaló el célebre escritor.
Conan Doyle opinaba que además Slater había sido condenado sin muchos preámbulos porque su estilo de vida de jugador y mujeriego prejuició al jurado en su contra. El escritor, al justificarse por no haber revelado la existencia de un criminal, comentó que liberar a Slater fue un trabajo muy difícil y era el objetivo principal de su pesquisa.
Durante el juicio, con algunas dudas, los testigos reconocieron a Slater, Conan Doyle al interrogarlos personalmente se encontró con que la confusión era tan grande que no coincidían en aspectos tan simples como si el criminal llevaba barba o no. El joyero clamaba que Yo no sé nada de este asunto.
Su inocencia fue así demostrada, pero el asesinato de la viuda quedó sin castigo.
El criminal, simplemente, parece no haber existido nunca. ALA) te 1 e UIEN logró rebatir a los acusadores, al jurado y a todo un tribunal fue el escritor Sir Arthur Conan Doyle, creador del archifamoso personaje Sherlock Holmes, un detective que utilizaba su enorme capacidad de lógica para resolver los más intrincados crímenes. En este caso el escritor utilizó las técnicas de su personaje.
Conan Doyle nunca creyó en la culpabilidad de Oscar Slater, y se encargó de probarlo tras una intensa investigación.
Lo que nunca pudo mostrar fue al verdadero asesino, cuya identidad ha quedado en la incógnita.
La señora Marion Gilchrist, de 82 años, llevaba una vida de reclusa, recibiendo solamente a sus familiares y amigos más cercanos. La única persona que la acompañaba era Helen Lambie, quien se ocupaba de mantener el departamento donde habitaba.
La mañana del crimen Lambie había salido a comprar el periódico. Un vecino oyó un ruido extraño en el apartamento y subió a ver que sucedía, pero lo encontró cerrado.
Cuando la sirvienta retornó abrieron la puerta y cuando iban entrando un hombre salía. Al explorar el departamento descubrieron a Marion Gilchrist tirada en el piso, con el cráneo destrozado.
Lambie aseguró a parientes de la anciana haber reconocido al hombre, pero éstos consideraron que seguramente estaba equivocada y no debía hablar más al respecto, pues podía manchar la buena reputación de esa persona.
Las pesquisas se orientaron a buscar el lote de joyas perdidas. La policía pronto sospechó de Slater, quien era un comerciante de gemas y se había embarcado en un barco con nombre falso. El joyero fue ubicado en Nueva York y llevado a Gran Bretaña para ser juzgado, en medio de una gran presión de la opinión pública, que clamaba por castigo. El creador del famoso detective utilizó su lógica para sacar a un inocente de la cárcel, pero no para descubrir al verdadero culpable del crimen ti Por Rupert 80 Buchanam C S8000S Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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