Debido a los elevados costos del mantenimiento de las imágenes, se ha restringido su acceso solo para las personas registradas en PrensaCR.
En caso de poseer una cuenta, hacer clic en “Iniciar sesión”, de lo contrario puede crear una en “Registrarse”.
2 Revista Domini UBLICA. Domingo 17 de abril de 1988 12 La guerra se fue al Sur Por: Arturo Uslar Pietri N la actualidad una de cada 300 personas muere por causa de guerra. Desde que terminó la Segunda Guerra Mundial han muerto, en lucha armada, más de 17 millones de seres humanos. En números absolutos es una cifra mayor que la de las víctimas totales de la última guerra mundial. El hecho de que, desde 1945, el hemisferio Norte se ha mantenido más o menos en paz, por los horribles recuerdos de los dos brotes homicidas y por el nerviosismo nuclear, induce a los satisfechos norteños a ignorar la otra mitad de la tierra en la que la guerra es permanente y la matanza continúa.
Esto dice la revista inglesa The Economist (12 18 de marzo de 1988) en un editorial y en un reportaje con gráficas y cuadros estadísticos que muestran la espeluznante realidad de la guerra endémica en lo que llamamos el tercer mundo. Como si no fuera suficiente el atraso y la pobreza, o acaso por ello mismo, los países más pobres de la tierra malbaratan sus escasos recursos y diezman su población en un ejercicio demencial y suicida de autoaniquilación. El Norte ha quedado libre de la guerra y los campos de la muerte están ahora en el Sur. The Economist enumera 25 guerras existentes, algunas de ellas con más de varias decenas de años de existencia, que tienen por escenario Africa, Asia. La América Latina ocupa un tercer lugar. Fuera del caso de la guerra del golfo, entre Irak e Irán, ninguna otra de ellas es internacional sino que se libra dentro de las propias fronteras de los países, principalmente por razones políticas e ideológicas, generalmente con alguna forma de ayuda de alguna de las dos superpotencias o con la de alguna potencia regional. De los 17 millones de muertos, de ellos lo fueron desde 1980.
La situación de guerra permanente se da en 11 países de Asia: Burma, Chinaetnam, Laos Tailandia, Filipinas, dempuchea, Indonesia, India, Sri Lanka y ganistán, en de Africa: Sudán, Chad, hara Occidental, Uganda, Angola, Namibia, Africa del Sur, Mozambique y Etiopía, en de la América Latina: Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Colombia y Perú.
Hay que añadir las del Oriente Medio: Irak Irán y el Líbano. Pasa de 40 años de la Burma, de 30 la de Colombia, de 20 las de Etiopía y Guatemala, muchas de las otras pasan de diez años. En algunos de los casos el contraste llega a los más absurdos extremos como en el de Etiopía, que es uno de los países más pobres del mundo, que no tiene como alimentar su población y que, sin embargo, mantiene por décadas una costosa guerra fraticida sin solución.
Buena parte de estas guerras se pelean por situaciones heredadas de los imperios coloniales, fronteras o minorías étnicas y religiosas y, casi todas, por pretextos ideológicos importandos de Occidente, que ya no combate por ellos.
Para algunos esta larga y trágica situación de miseria y muerte es buen negocio. Esos estados pueden no tener para financiar su propio desarrollo, ni para alimentar a sus pueblos, pero siempre encuentran maneras de comprar armamentos. Los innumerables negociantes de armas de todos los colores, tamaños y justificaciones han encontrado este inagotable mercado para vender armas de segunda mano, chatarra military mecanismos obsoletos y obsolescentes a buen precio a un mercado que parece insaciable. Las grandes potencias fabrican su propio armamento y no hacen la guerra.
Los países del tercer mundo hacen la guerra y además tiene que importar su armamento consumiendo para ello la mayor parte de sus escasas divisas. Desde 1975 donde más han crecido las fuerzas armadas y las importaciones de armas ha sido precisamente en esos países del Sur pobre.
Mucho de insensatez y de irresponsabilidad criminal hay de parte de los países del tercer mundo en esa situación, pero también una participación condenable de parte de los países desarrollados que, en muchas formas, provocan, manipulan y se benefician de esa situación lamentable.
Casi al mismo ritmo en que los países del hemisferio Sur se hunden en la pobreza, la deuda y el atraso, se hace endémica en ellos la guerra. No logran ponerse de acuerdo para salir de sus dificultades pero si logran agravarlos manteniendo un estúpido estado de guerra y de gasto armamentista, condenados por una especie de fatalidad inexorable a hacer guerras de la miseria contra la miseria para más miseria.
Los dirigentes y los intelectuales colonizados por ideologías que Occidente elabora y exporta sin daño para sí mismo, junto con sus armas de segunda mano, tienen una responsabilidad inmensa, pero no menor es la de las buenas conciencias de políticos y financistas de países desarrollados que han encontrado una manera de lucrar y de dañar a sus adversarios sin hacer directamente la guerra valiéndose, como de títeres trágicos, de los actores del drama social y político del tercer mundo.
Dentro de un siglo, si es que la humanidad logra llegar hasta allá sin caer en la liquidación final de la guerra nuclear, se recordará este tiempo de guerra a control remoto con tanto horror e indignación como hoy rememoramos el tráfico de esclavos o la explotación colonial.
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.
Este documento no posee notas.