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2 Revista Dominical. LA REPUBLICA. Domingo 15 de mayo de 1988 Por: Arturo Uslar Pietri La América del agua No puede un criollo llegar a las cataratas del río Iguazú sin sentir el avasallante impacto de su condición telúrica. Cuando Keysserling, hace medio siglo, se asomó al insólito teatro del paisaje de Río de Janeiro, aquel europeo nórdico y filosófico no halló otra manera de expresar su impresión que diciendo que aquel era el continente del tercer día de la creación. N de uno en plena faena de UCHO quería decir con esa metáfora. No que se hallaba sino creación, a mitad de camino de su definitivo enfriamiento estable.
La inmensa e incomparable masa de Conózcame, Deme oportunidad sabra de lo que describieron.
El lento y ancho Iguazú se abre en una espaciosa curva hasta asomarse al abismo de basalto en el que se precipita en inmensos chorros que se funden en un fondo informe de espuma y de turbulencia líquida.
Todos los que lo miran entran como en un asombro quieto, en un alelamiento letárgico que no les deja, sumidos en la humedad vaporosa y el estruendo, que la repetición de las más banales expresiones. Qué se anuda allí en aquel gran nudo de agua? La inmensa vitalidad húmeda de la masa continental parece fluir final y primigenia en esos grandes encuentros fatales y vivientes.
Son las mismas aguas que hacen el tejido telúrico del Magdalena, el Orinoco, el Amazonas y todas las incontables corrientes que brotan de los senos de la cordilleras para acercarse y fundirse como en un destino inexorable que los lleva a unir y a integrar la inabarcable extensión. En muchos sentidos es la suma y la expresión final y suprema de la vida de la masa continental. Todos los árboles, todos los bosques, todas las fuentes, toda la cuenta de las gotas que unen a la planta, al animal y a la tierra están en esos grandes nudos clamorosos y espectaculares, como el pulso de la sangre en el hombre.
Son aguas oscuras, leonadas o claras como los fondos de roca sobre los que selvas, ríos, cumbres, cordilleras, volcanes, llanuras, farallones, terremotos, huracanes, resbalan para cambiar bruscamente de inundaciones, fue el rasgo dominante y más forma, de color y de contextura. Todo lo que visible de la nueva tierra. No sabemos lo que era resbalar dormido irrumpe en la súbita pudieron sentir los primeros mongoloides agitación de una energía incontenible. Las grandes chorreras se abren o se unen, se que la recorrieron y conocieron en millares de años. Grande debió ser el temor y lento el concentran o se alejan, hasta formar el y cauce abismal de la Garganta del Diablo, avance y penetración. Para el final de su aislada historia, en el siglo XV de Occidente, donde los colores, los volúmenes, el temblor los indígenas americanos habían aprendido a dejan tiempo sino para eso que, con mucho del estruendo, la fugacidad de las formas, no respetar y someterse a la desmesurada y sentido, se ha llamado abismarse.
animada naturaleza que los rodeaba. En una actitud de fatalista sumisión. De la impresión Entre las inmensas y poderosas caídas de los europeos sabemos mucho más. Basta revolotean seguros los vencejos, son leer los primeros cronistas y las cartas de antiquísimas, de miles de siglos y de edades relación de los conquistadores para topar a geológicas, pero parecen estarse haciendo cada instante con aquella actitud angustiada para quien las ve en cada segundo distintas de asombro ante las magnitudes y violencias e inagotables.
de la asombrosa naturaleza. La naturaleza Tuve la suerte de poder recorrerlas desde un helicóptero, como un gran vencejo no era un paisaje, ni una circunstancia, sino un personaje de primer plano en el drama de más quieto y más ruidoso, sin lograr nunca mirarlas por entero ni detenerme en una sola la vida humana. Lo que se escribió casi se de sus infinitas formas.
reduce a corografía, descripción del paisaje Tampoco termina uno de verlas, desde y de sus insólitas características.
el aire, desde la pasarela, desde la ventana Durante el período colonial el del hotel, desde el eco profundo en la noche hispananoamericano vive a la defensiva frente a la naturaleza como antagonista. Los están presentes en su inagotable creación y destrucción. Más abajo, ya aquietadas, ya relatos de las expediciones en busca de salidas del hervor titánico, las aguas se riquezas no son sino un reiterado testimonio reunirán con las del río Paraná, para seguir de la lucha contra una naturaleza temible y desmesurada. Cuando comienza a haber en busca del estuario del Plata. Cabeza de una literatura hispanoamericana su rasgo salida del inmenso anudamiento telúrico que principal es la descripción de la naturaleza, por otros puntos sale en las la naturaleza como personaje principal del desembocaduras de todos los grandes ríos, drama humano. Cuando, ya a fines del siglo mares de agua dulce como decían en su XIX, Menéndez y Pelayo hace el insólito ingenuo asombro los primeros exploradores.
Alvar Núñez Cabeza de Vaca, vio la gesto de escribir una historia y antología de la literatura hispanoamericana, señala como maravilla y la describió en 1541 en su aventura sin término: Da el río un salto tan rasgo esencial la presencia dominante del paisaje y de la naturaleza.
grande golpe que de muy lejos se oye y la Cuando uno se acerca y comienza a espuma del agua, como cae con tanta vislumbrar las cataratas del Iguazú, su fuerza, sube en alto dos lanzas y más. Sus inmensa cortina de agua, sus caprichosos ojos asombrados habían visto el Misissippi, saltos, su fumarola de vapor de agua que habían recorrido la selva tropical y habían alza su nube inagotable y aquel profundo llegado a aquel otro nudo clamoroso en el trueno sordo que parece venir del fondo de la que late la presencia de la América del agua tierra experimenta el mismo asombroso la vasta y contrastada realidad que todavía, pánico de los primeros que la vieron y la cinco siglos después, no acabamos de conocer.
doy capaz teleton activo 20 30 JUNTOS TODO ES POSIBLE Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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