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2 Revista Dominical. LA REPUBLICA. Domingo 25 de setiembre de 1988 El famoso Saint Pauli cambia de imagen EI SIDA ha sido factor determinante Los marineros ya no buscan amor fugaz INCO años después que St. Pauli celebrase los 150 años de su incorporación oficial a Hamburgo, cierra ahora sus puertas uno de los atractivos principales de ese mundialmente famoso barrio noctumo hamburgués: el Eros Center. si no el más grande, al menos el más conocido burdel de Europa.
Casi muerto de aburrimiento langudece hoy ese patio en que desde su fundación en 1967, centenas de chicas ofrecieron sus encantos entre callejuelas de fantasia, prometiendo las mil y una noches bajo excitantes luces rojas y anaranjadas.
Ya no las muñequitas de antes, las más bellas de Alemania y más de alguna exótica de otro y continente, sino una decena de desencantadas sobrevive alli hoy a la caza del turista extraviado.
El hecho es que el miedo al Sindrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) ha raleado la clientela del Eros Center desde que comenzó a proyectar su sombra amenazadora a comienzos de esta década. Las organizaciones de rufianes que administran sus 264 cuartos han visto reducirse a menos de un tercio sus beneficios, tras años de pagar sólo 200 dólares de arriendo mensual por cada uno y cobrar un derecho de 50 dólares por noche a cada chica.
Con excelente olfato para los negocios, el dueño de ese patio de milagros ha decidido cambiar de giro. Wilhelm Bartels, conocido en el ambiente como Willy Puff o El rey de St. Pauli. no se da por vencido a sus 73 años, luego de haberse adueñado de toda una vereda y de la mitad de la otra en la Grosse Freiheit, la calle de los grandes cabarets de St. Pauli.
Dentro de algunas semanas comenzarán los trabajos para convertir el Eros Center. según sus planes, en centro de atracción para ciudadanos normales. para Yuppies deseosos de ostentar, con cervecerías de lujo, casinos de juego, discotecas multicolores y boutiques de moda.
Todo deberá estar listo en el mes de julio, cuando comience la temporada veraniega europea y miles de turistas se lancen a recorrer la Avenida Reeperbahn y sus calles adyacentes en busca de las tan famosas atracciones del Hamburgo nocturno.
Bartels, que, según afirma, con el Eros Center sólo quiso hacerle un favor a las autoridades, para acabar con la prostitución callejera y dar categoría al oficio más antiguo del mundo, echa la culpa a las autoridades sanitarias de haber histerizado a las masas con el miedo al SIDA, pero reconoce también que han pasado ya los vientos que en los años 70 impulsaron la industria sexual en Europa.
Mientras lugares como el Eros Center languidecen no sólo en Hamburgo sino también en Amsterdam, Berlin Occidental, Francforty Dortmund, por todas partes proliferan los Peet shows donde por una moneda se puede contemplar una bella bailando desnuda, o sus imitaciones electrónicas, los video shows. con peliculas pornográficas. Se multiplican por otra parte los clubes privados y la prostitución se ha descentralizado en cientos de apartamentos privados en medio de barrios residenciales, regentada por los mismos rufianes, que anuncian en la prensa modelos de toda nacionalidad y para todos los gustos.
Al convencimiento de que el monocultivo del sexo a la larga acaba por arruinar un barrio de diversiones han llegado no sólo los empresarios que se beneficiaron de él durante decenios.
También la empresa privada y las autoridades locales están decididas a diversificar la oferta para el hombre moderno que huye de la groseria imperante y exige más refinamiento.
El ayuntamiento de Francfort ha dado plazo hasta julio de 1989 para que desaparezcan los burdeles en torno a la recién modernizada estación central, para dar paso a un barrio de rascacielos, amplias oficinas bancarias, departamentos de lujo y elegantes boutiques. En Hamburgo, en pleno proceso de transformación, entre los locales en que, por una cerveza a cinco dólares, se sigue ofreciendo aún espectáculos en que el viejo streep tease es apenas un cuento de hadas, surgen hoy casinos gigantes con centenas de máquinas tragamonedas, junto a cervecerias de muros blancos, bares cromados y decoración modema.
Willy Bartels, el rey de las noches hamburguesas, sabe que St. Pauli no morirá de SIDA, sino que, de lugar de burda explotación del sexo, tendrá que transformarse ahora en un barrio de diversiones para toda la familia. asi parece demostrarlo su historia, desde que nació como una aldea junto a Hamburgo, donde los marineros buscaban el amor fugaz tras meses de navegación, hasta comienzos de siglo, cuando, junto al tráfico del opio y la prostitución, florecieron allí la música, el cabaret y el teatro.
Tras la guerra volvió a revivir, atrayendo a las masas no sólo en el comercio sexual sino también con clubes de jazz en que en los años 60 dieron sus primeros pasos artistas anónimos que después se convertirían en ídolos de las masas.
Como símbolo del término de una era, hace un año, abandonado y derruido, fue demolido el local del legendario Star club. donde se iniciaron Los Beatles y en cuyos muros estaban inscritos los autógrafos de decenas de celebridades del beaty el rock.
Al margen de esta euforia de renovación queda una población de prostitutas estimada en Alemania en cien mil mujeres. Se saben necesarias no sólo para sus empresarios sino también para los planificadores de la economía local, que cuentan con el comercio sexual como fuente de ingresos para todo un sector empresarial.
Pero saben también que sólo tienen obligaciones y ningún derecho. El Estado se niega a reconocerles su profesión y las discrimina una justicia basada en principios éticos clásicos, pero se las obliga a pagar impuestos sin darles al mismo tiempo derecho a prestaciones sociales. Para las que no realizaron a tiempo el sueño de ser dueñas de una boutique de lujo o de un bar bien ubicado, no habrá derecho a cobrar subsidio de desempleo ni jubilación el dia en que su piel pierda el valor comercial que tiene hoy.
En Hamburgo, Berlin y Amsterdam se han formado ya asociaciones de meretrices decididas a luchar por su existencia, ayudadas por grupos feministas o al amparo de la Iglesia Evangélica, en Hamburgo se han organizado en tomo a Domenica, la meretriz más famosa en Alemania, una hembra exuberante como de una película de Fellini, combativa y segura de sí misma. mediados de febrero, el grupo Hydra. una asociación de meretrices y feministas decididas, organizó en Berlín Occidental lo que llamó sin ambajes El baile de las putas. con abundante publicidad e invitaciones a políticos y personalidades públicas.
Más de 200 invitados y anfitrionas bailaron alli durante toda la noche al compás de un rock que preconizaba el safe sex. o escuchando canciones de la feminista italiana Gianna Nanini y viejas baladas de combate de Bertolt Brecht.
Señaladas como portadoras de males venéreos y, ahora, de difusoras del SIDA, las prostitutas luchan por identificar la verdadera causa de esos males. Señalan que las mismas autoridades que publicitan hoy los preservativos y la fidelidad conyugal como forma de frenar el SIDA desplazan entretanto a las mariposas nocturnas de sus lugares habituales hacia barrios marginales, donde quedan libradas no sólo a sus rufianes sino también al peligro de ser violadas en cualquier momento.
Menospreciadas por los mismos hombres para quienes son un mal necesario. señalaban recientemente en un valiente reportaje de la TV alemana que la prostitución, en el fondo, no es un mal femenino, sino un problema netamente masculino. también el SIDA.
La industria del sexo muere por aburrimiento Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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