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Revista Dominical. LA REPUBLICA. Domingo 25 de setiembre de 1988 AON OTHA IOS me mató y me volvió a dar la vida aseguró el pastor Alberto Giménez, de la Iglesia de Dios. cuya emulación de Lázaro fue destacada en primera página por el diario asunceno El Diario Noticias.
Giménez, un ex espiritista de 48 años, dijo que falleció en una explosión ocurrida en la argentina en 1966 y que tras permanecer cinco minutos en el infierno, donde lo recibieron cinco loros, volvió a la tierra.
Ahora pertenece a la congregación Iglesia de Dios y precisó que antes del accidente trabajo, estudio y practicó el espiritismo dentro de la escuela científica Basilio. Allí relató encontré aspectos sobrenaturales que llaman poderosamente la atención. He visto sanidades, dones, hablar en lenguas extrañas y también he visto miltaros dentro del espiritismo. dijo Giménez a El Diario. Sin embargo, admitió que abandonó el espiritismo porque está condenado por Dios, quien le ayudó a encontrar el camino correcto.
Explicó que por entonces fue inculcado por su esposa, que es evangelista, a leer la Biblia. Entonces me encontraba muy desatinado, sin saber cual era la verdad, si era el espiritismo o no el camino que debía seguir añadió el pastor Giménez.
Enfatizó: Entonces ante esa situación recurrí a Dios por medio de la oración y le pedí que me mostrase en sueños el infierno si es que él existía y así poder determinar que era lo correcto. Dios contestó mi pedido en menos de 15 días y me ocurrió el accidente que produjo mi muerte y donde Dios me reveló lo que pedí sostuvo Giménez al Diario Asunceno. En el año 1966 agregó en que ocurrió el accidente, fui a trabajar y estudiar la Argentina, en el Taller de Aeronáutica de la fuerza aérea Argentina. Un día, yo estaba dentro de una sala, con cuatro compañeros, probando motores y repentinamente explotó algo y el lugar se incendió. Allí quedaron atrapados tres camaradas siguió diciendo Giménez a El Diario Noticias de Asunción. todos ellos fallecieron a causa de las quemaduras y yo sali con alrededor del 20 por ciento de quemaduras. Entonces acotó pasé directamente al hospital de la Fuerza Aérea, en donde mi esposa prácticamente no me reconoció por las deformaciones. Al cabo de tres días, dijo el pastor paraguayo a El Diario. estando en el hospital, entré en un raro proceso, algo así como que no me importaba nada. Era el proceso de la muerte, una lenta desaparición de nuestras facultades, tales como sentimientos, dolor, etcétera. Yo no sentía nada ni me importaba mi familia, ni mi esposa. subrayó.
Tras relatar que sintió que los que lo rodeaban lo daban por muerto, precisó que en ese momento que para Giménez transcurrió en sólo cinco minutos, me encontré con uno de mis camaradas que había fallecido en el accidente y él me dijo: no tenemos nada que hacer en este lugar y, entonces. yo, como queriendo despedirme, fui, algo así como volando y muy rápidamente como si el tiempo y la distancia no eу xistieran, hasta la casa de mi familia paterna y no la encontré. Posteriormente, en el trayecto comenzamos a ver cosas extrañas. dijo.
Al relatar su vivencia a El Diario. Giménez resaltó: encontré víboras grandes de color berenjena madura, que tenían astas y éstas nos sonreían, entonces como yo tenía en mis manos un brevet (un metal refulgente) le tiré con él a la vibora y ella desapareció. dijo, afirmando que esa parte el relato correspondía a lo que dice la Biblia en que todo metal refulgente es signo de justicia de Dios. Entonces encontramos pr.
siguió el escalofriante relato del pastor paraguayo una enorme planta de laurel y había un camino que conducía a un valle. Este camino era angosto y profundo, como si por allí se había transitado mucho. Nosotros seguimos por ese camino y bajamos al valle y allí encontramos tres bocas de hornos redondos, con el color blanquecino que dejan los rastros del fuego. enfatizó. Por indicación de mi acompañante dijo Giménez entramos en la última boca. Era un túnel oscuro que recorrimos a gran velocidad.
Ese túnel nos condujo a una chimenea grande. Al salir de allí no se divisaba ningún horizonte, por lo que evidentemente es un lugar que no existe en la tierra y que está en algún lugar del espacio. En ese lugar nos recibieron cinco loros grandes, del tamaño de un hombre, eran de color de madera y hablaban lenguas extrañas. El lugar era muy triste, había como tinieblas. Yo no llegué a ver fuego, sino sólo ese lugar que traía mucha tristeza dijo el pastor, y concluyó: Todo eso pasó, en sólo cinco minutos, luego volví a la tierra. Tras esa vivencia. transcurrió varios meses internado, hasta ser dado de alta.
Murió, visitó infierno y volvió a la tierra Una historia increíble que está llena de detalles Según relata la increíble odisea duró cinco minutos Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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