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2 DOMINGO. LA REPUBLICA. Domingo 27 de noviembre de 1988 Cada semana se deja un tiempo para recorrer zapaterías importantes en Londres y ampliar su colección. Según algunos propietarios, la Princesa rara vez compra un sólo par; lo más común es que se lleve todos los colores de un mismo modelo y no faltan las ocasiones en que se va con la mitad del stock de una tienda. Como promedio, el precio de un par de zapatos de calidad y última moda está en los 200 dólares; el cálculo queda para después. un palacio del centro de la capital británica se guarda la mejor inversión hecha en los últimos años por la Familia Real británica.
Su costo sobrepasa el millón y medio de dólares, requiere la custodia permanente de un equipo de expertos, condiciones especiales de almacenamiento y cantidades sustanciales del dinero de los contribuyentes británicos, para que no pierda valor.
Ni joyas, ni tesoros artísticos del patrimonio cultural de la nación: es el vestuario de la Princesa Diana, embajadora de la moda británica y pieza clave del eficaz aparato de la realeza de este país. Un guardarropas con más de 3000 artículos que es mantenido en orden por una computadora, dos costureras, una supervisora y toda una corte de diseñadores.
Diana también compra personalmente la ropa informal, de entrecasa y sus tiendas favoritas para esto son las de Benetton, la conocida marca italiana de estilo muy juvenil.
Ar La Familia Real, al menos del lado femenino, no se caracteriza por su imaginación o su osadía en el vestir. Pero Diana la chica común que llegó a princesa no sólo ha ayudado a aflojar el acartonamiento tradicional de los Windsor, sino que también ha salvado los prestigios familiares, en lo que a vestimenta se refiere.
Por Pedro Camacho, especial para VARIEDADES tanto en esta vestimenta como en la que usa para grandes ocasiones, la Princesa da mucha importancia a la comodidad y la practicidad. Las faldas deben permitirle tanta libertad de movimientos para subir a un barco como para agacharse a besar niños, sin mostrar más de lo que permite el protocolo. En cuanto a vestidos de fiesta, están muy bien los escotes osados, pero no al extremo de que en cualquier giro de un baile pueda escaparsele todo, dando a los fotógrafos la toma del siglo.
Esta es una verdadera preocupación, que hace que cada vez que Diana se prueba un vestido de fiesta, salte y haga pasos de baile, para asegurarse de que todo sigue en su lugar, cualquiera sea el movimiento.
Todas las ropas son de fibras naturales, como algodón, lana y seda, y manteneralas y en perfecto estado es una verdadera operación El fabuloso ropero de la Princesa Diana Menos atada a la tradición y al protocolo Da brillo a la opaca imagen de los Windsor Cada artículo, desde sombreros hasta guantes, está catalogado en una computadora y se guarda con una etiqueta de fácil identificación. Los vestidos se cuelgan de perchas forradas, con fundas protectoras; son sometidos a limpieza en seco después de que la Princesa los ha usado por segunda vez y los sombreros que hacen juego con ellos unos 400 van en cajas sobre cada vestido. Las dos costureras realizan revisiones periódicas, para comprobar que no faltan botones ni hay costuras sueltas y se preocupan de que ninguna polilla intente violar los reales roperos.
Una mujer con excelente gusto para vestir Los mejores nombres de la moda nacional, como Jasper Conran, Catherine Walkery Bruce Oldfield, son visitantes frecuentes del Palacio de Kensington. No es raro que el Príncipe Carlos encuentre a su esposa tirada sobre las ricas alfombras, en medio de un mar de muestras de telas y dibujos de vestidos.
El pobre Carlos hasta ha perdido dos de sus enormes roperos, de donde salieron los trajes cruzados, los pantalones de polo y las chaquetas cazadoras, desplazados por minifaldas, vestidos de baile, sombreros y 600 pares de zapatos.
Cuando llega el momento de viajar, tres personas se encargan de empacar la ropa necesaria, cuya lista ha sido confeccionada por la Princesa y su Dama de compañía.
Vestidos y complementos son envueltos individualmente en papel de seda y puestos en bolsas; cada bolsa lleva una etiqueta con e! detalle de lo que contiene y se empaca en baúles metálicos. su vez, los baúles son identificados con etiquetas rosadas para distinguirlos a primera vista de los del Príncipe Carlos, marcados con etiquetas azules.
Salvando las distancias políticas y físicas, Diana padede del mismo mal que la ex Primera Dama de las Filipinas, Imelda Marcos: su atracción por los zapatos es casi obsesiva. así va Diana por el mundo, luciendo sus vestidos y su sonrisa discreta, parte de la Gran llusión que es la monarquía británica. ALA)
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.
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