DOMINGO. LA REPUBLICA. Domingo 11 de diciembre de 1988 El hombre algún día será sólo tronco Los dientes han cambiado Brazos y piernas estorban Lo que cuenta es la cabeza Por Robert Coit para DOMINGO OS antropólogos de la Universidad de Michigan han puesto en evidencia, con pruebas científicas a la mano, que el tamaño de los dientes humanos no hizo más que disminuir en el curso de los siglos. Respecto a la época de los neanderthaleses (entre 100. 000 y 75. 000 años antes. cuando para alimentarse el hombre debía atrapar y masticar trozos de mamut sin preparaciones sofisticadas, su tamaño se redujo a la mitad.
Con el transcurso del tiempo, la disminución fue más rápida: el uno por ciento cada mileno en algunos siglos. Pasaron dos mil años hasta el final de los Neanderthal, y el estudio de los universitarios de Michigan no precisa la hora fatidica de su completa desaparición Sin dudas, los progresos continuos de la civilización humana después de la aparición del hombre sobre la Tierra hacen al origen de esta revolucióhn. De la comida cruda a la comida caliente, y de allí al plato cocinado, preparado y casi predigerido, se inscribe el regreso de la utilidad y de la prosperidad dentaria.
Se impone ahora una pregunta. Por qué serán los dientes en el cuerpo humano los únicos culpables de este fenómeno de decadencia fatidica?
Desde el alba de los tiempos, uno de los grandes objetivos de la humanidad consiste en liberarse del menor esfuerzo y particularmente del esfuerzo muscular. No habiendo jamás cesado de perfeccionar la palanca, la rueda y la utilización de la energía exterior, el hombre logró mecanizar la mayoría de los actos de su vida, a tal punto que sus brazos y sus piernas han pasado a ser accesorios más embarazosos que necesarios.
Un tiempo orfebre con sus dedos, va perdiendo poco a poco la mano. Un estudio más avanzado de los antropólogos de la Universidad de Michigan podría fácilmente demostrar que en el futuro aparecerá, probablemente, un hombre todo tronco. Es el caso para extrañar. para lamentarse? Después de todo, sus dientes, sus brazos, sus piernas y sus manos no son más que los vestigios antiguos de una ascendencia animal que siempre le fue dificultoso reconocer.
Por decenios, el hombre comprendió que para él lo que cuenta es la cabeza, la gran cabeza que está dispuesta a sacrificarlo todo.
Hablando de materia gris, abstracciones, cosas inmateriales, conceptos, signos y símbolos: esta es su esencia última. Lo que lo nutre, lo hace correr. Al paso que camina, no será más que un viento. Salvará su cabeza? En la vigilia del bicentenario de 1789 vale la pena hacerse la pregunta. Más avanza, menos cuida su cerebro, menos piensa en sí mismo, menos acepta las órdenes disciplinarias que, en el espíritu, marcan sus grandes progresos.
Vuelve a los orígenes, él piensa. En Neanderthal era nulo. esta previsión fatal debería alarmarlo.
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Una mujer en el umbral de la vida y la muerte.
Una película para que usted viva la angustia y tensión de un médico, jefe de cirugía cardíaca.
quien tiene dos especiales casos de vida o muerte.
Podrá su habilidad y el avance de la ciencia salvarlos?
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