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DOMINGO. LA REPUBLICA. Domingo 18 de diciembre de 1988 Por Luciana Zanuccoli, especial para DOMINGO ella la culpan de todo Hasta dicen que son brujas Un religioso no lo acepta vivió en Roma en el convento de los Santos Juan y Pablo de los Padres Pasionistas. Se le permitió, una vez por semana, celebrar la Misa, en la capillita del convento. Ya en esa época se dice que comenzaron a verificarse curaciones, consideradas milagrosas, mediante las cuales se difundió muy rápidamente, por Roma y por toda Italia, la buena nueva de la presencia de un obispo negro con poderes sobrenaturales.
Monseñor Milingo, que sufría horrores a causa del proceso, pidió audiencia al Papa Juan Pablo II, que después de algunos meses se lo concedió. luego del encuentro, se decidió que el obispo no volvería al Africa, pero se suspendió el proceso. la misa que cada primer lunes del mes Milingo, asistido por una decena de sacerdotes, en gran parte blancos, celebra frente a una larga mesa transformada en altar, acuden jóvenes, viejos, mujeres de toda edad, que llegan a Roma aún en ambulancias. De la inmensa multitud se desprende una tensión casi palpable, una espera espasmódica del milagro que genera gemidos, a veces gritos e imprecaciones.
Son estos últimos los presuntos endemoniados. Hemos visto cuatro muchachas en blue jeans que, a la distancia de unos 20 minutos una de la otra, se pusieron a gritar y a moverse de manera extraña. Aferradas por dos robustos vigilantes, fueron llevadas a un cuarto vecino donde estaban algunos sacerdotes en oración y así se calmaron. La prédica de Milingo duró casi dos horas (la ceremonia entera cinco. con la repetición de pocos conceptos que él explicó y volvió a explicar: Diablo, brujas, confianza en Jesús. Las repeticiones gustan a esta multitud que escucha ávida. En un cuerpo pueden encontrarse hasta diez diablos dice ya a ne na a Surge alguien en defensa de las suegras odo e n arlo En todas las familias la culpa es de la suegra.
Cuando las cosas van mal, se acusa a la suegra de hacer brujería. No es cierto, no son ellas. Son las brujas que hacen brujerías y son peligrosísimas. n Best CIRCULATION PRESTO e la REO en estos últimos, pero defiendo a las suegras.
Frente a estas palabras de Monseñor Milingo estalló un sonoro aplauso en la enorme sala donde, sentadas y de pie, amontonadas como sardinas en lata, se encontraban más de seis mil personas. Habían llegado a Roma de todas partes de Italia, sobre todo del sur, para asistir a la Santa Misa celebrada por el ex obispo de Lusaka (Zambia. para exorcizar a los espíritus malignos.
La acción tenía lugar en un subsuelo del hotel Ergife, en Via Aurelia. Era posible darse cuenta de la enorme resonancia que alcanzó la fama de los poderes taumatúrgicos de Emanuel Milingo. Nacido en 1930 en el pueblo de Mnukwe, en una de las zonas más primitivas del Africa, se convirtió en seminarista y, al trasladarse a Europa para estudiar, se graduó en sociología en Oxford. Ordenado sacerdote a los 28 años, once años después era an ara consagrado arzobispo de Lusaka. Su naturaleza, indudablemente dotada de capacidades paranormales, le llevó a desarrollar una fe en la cual el Evangelio se mezcla con la cultura africana.
Este personaje singular elaboró teorías sobre la presencia, para él visible, del Diablo, con la convicción de que se manifiesta en muchas formas, que puede hacer mal a los vivos por voluntad precisa, cuando no los ama, pero también con fines benéficos, para ponerlos a prueba, si en cambio los ama. Algunos misioneros, turbados por extraños eventos que se verificaron en la diócesis de Milingo, advirtieron al Vaticano. Acusado de brujería, el obispo negro tuvo que presentarse en Roma, en la Congregación de la Doctrina e la Fe (ex Santo Oficio) y sufrir un largo proceso. En ese período, monseñor Milingo Milingo, pero a mí no me hacen nada.
Cuando me ven, me amenazan y me echan, pero yo respondo. Vete tú. Hasta ahora, según el, siempre ganó la batalla, una batalla en la cual las suegras, pobrecitas, no tienen nada que ver Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.
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