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COT duo 35 09 2017. 201. 1904997 VACS Opinión Conciencia y razón YADIRA CALVO CHISPORROTEOS ALBERTO CANAS Muchas veces me he preguntado si este país tiene una política coherente y ra.
cional en torno a la vivienda. si no se.
rá más bien un aspergeo lo que hemos venido haciendo en los últimos tiempos.
En los últimos meses, cada vez más la prensa costarricense registra peligrosas formas de intolerancia que se califican a sí mismas como resguardo de la moral y respeto a los valores esenciales, adornadas de imprecaciones admonitorias que nos anuncian fuego y cenizas sobre los más preciados valores del país. Leyendo algunos artículos o escuchando algunos programas radiales, da la impresión de que Torquemada no ha muerto aún, y que las piras con que saciaba su manía persecutoria siguen humeando peligrosamente.
En el fondo de los más grandes temores y los odios más profundos, está el sexo y el gusto que por él la naturaleza impone. Regulado, vigilado, sospechoso siempre, se le tiene sometido a las más se veras restricciones. No basta con la certeza anatómica y fisiológica de haber nacido hombre o mujer. No, no basta. Hay que cumplir unos ciertos requisitos con que la sociedad regula lo que es lícito según el sexo. Las normas dictan que el cabello largo no es viril, y empezamos a ver con profundo reparo los solemnes y respetables retratos de Descartes, de Einstein, de Lutero y de algunas imágenes de santos o de divinidades que adornan las iglesias. Según las normas, los trajes con faldas son sólo para mujeres, los machos que los usan son travestidos y los travestidos son aberrados. miramos con receloso sentimiento otra vez a algunos de los que antes mencionamos, incluyendo gremios enteros de varones considerados muy santos. Según las normas, las orejas enjoyadas, cuando pertenecen a hombres, instauran el reino del pecado y amenazan la moral pública; y empezamos a sospechar que una oreja de ma cho cuando se agujerea, tiene para algunos, tanto poder como una bruja medieval con una pata de sapo marcada en un ojo: la contraseña del diablo.
La cosa llega a tal grado que una universidad privada, desacatando los principios de la Declaración Universal de Derechos Humanos, según la cual el acceso a los estudios superiores será igual para todos, en función de los méritos respectivos. rechaza a los estudiantes varones por superficialidades como la forma en que se vistan, caminen, o se corten el pelo. Creerán que la inteligencia o la moralidad depende de los accesorios que la gente se ponga o de la forma en que camine o de la profundidad con que las tijeras le entren a la pelambre de cada prójimo? Supuestamente se fundan en la idea de que quienes no visten a lo macho son homosexuales, aunque este es un juicio atrevido porque la predilección sexual en última instancia se manifiesta en prácticas mucho más privadas, de las que sólo se puede dar fe si se ha estado en el sitio donde se ejecutan.
Pero aun aceptando que lo fueran, como ha parecido ser el criterio con que la opinión pública recibió la noticia. no se reconoce en la citada Declaración. la dignidad intrínseca y los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana. zno se establece para todos la igualdad ante la ley, y derecho, sin distinción. a ser protegidos por ella contra las discriminaciones o la simple provocación a que se efectúen. no se afirma allí que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, do tados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros. No es antifraternal declarar, como declaró un radioperiódico que no hay derechos humanos en el homosexualismo. no lo es echar en un mismo saco a mafiosos, te rroristas, narcotraficantes, y homosexuales? Si la fraternidad, como lo plantea la Declaración, es un derivado de nuestra razón y nuestra conciencia, y si como es evidente, los discriminadores ni siquiera se plantean lo que significa fraternidad, entonces, lo que falta en el país, es conciencia y es razón.
Recuerdo los primeros años del INVU, cuando se iban diseñando, proyectando y construyendo las ciudadelas, y la institución iba adjudicando las casas entre los solicitantes, previos estudios sociales realizados a conciencia.
Luego vinieron lo que hemos dado en llamar los precarios. una muchedum bre amanece cualquier día instalada en un terreno cualquiera, y el Estado, asustado por una especie de la bolsa o la vida. procede a construirles viviendas a los ocupantes, a como haya lugar, a rajatabla, a pito y caja, que los precaristas parecieran tener más derecho que los que venían esperando turno con seriedad en el INVU.
En torno a las reformas sociales de 1943 He contado como una vez, alumnos mios en la UNA hicieron un rápido sondeo entre los ocupantes de un precario en La Uruca, y concluyeron que se trata.
ba de gente, propietaria de vivienda en algún distrito del cantón de Barva, que aspiraba a trasladarse a San José, y una invasión se los facilitaba.
ARNOLDO MORA Me pregunto desde entonces, si lo que estamos haciendo no será fomentar y alentar las emigraciones rurales hacia la metrópoli, dando automáticamente vivienda propia a todo el que aparece instalado en un terreno; si lo que estamos haciendo no será construir y aumentar y día a día un lumpen incontrolable ubicado en sitios donde no existe una infraestructura de higiene, ni aperturas educa.
tivas para la infancia; y si no estaremos haciendo daños ecológicos permitiendo la urbanización (que de algún modo hay que llamarla) totalmente destructiva de parajes que se debieron conservar como el cerro de La Carpintera, o anulando los mejores terrenos agrícolas del país, como ha sucedido en los alrededores de Tres Ríos, que jamás debió permitirse que se extendiera como zona urbana en detrimento de la mejor agricultura.
El presente año ha sido marcado por las celebraciones oficiales y no oficiales de los he chos históricos que culminaron con la promulgación del Código de Trabajo hace cincuenta años. La historia registra ese acontecimiento como uno de los actos de mayor trascendencia de la Administración Calderón Guardia. Es tal la significación histórica de este hecho, que ningún costarricense minimamente consciente consideró como una exageración producto de la devoción filial o del entusiasmo retórico del momento, el que el presidente actual dijera, en su discurso al inaugurar el complejo escultural dedicado a esta efemérides, que la historia de Costa Rica se divide en dos épocas: aquella que se dio antes de las reformas sociales de 1943 y aquella que surgió a partir de esta decisión sin precedentes en la vida política nacional.
Por eso es de justicia que se haya conmemorado con tanta solemnidad un evento de esta naturaleza, que revitalizó para las décadas siguientes nuesta democracia. Sin duda, las reformas sociales no fueron los únicos actos de gobierno de ese hombre visionario y gran estadista que fuera del Dr. Rafael Calderón Guardia. Las reformas sociales se enmarcaron dentro de un proceso transformador de todo nuestro sistema político, que tuvo su complemento a finales de esta importante década con las medidas de la Junta de Gobierno y que constituyen las bases de la Costa Rica contemporánea. Sin embargo, sigo creyendo que de todas las acciones emprendidas en esa dramática década, la de mayor significación histórica y de más va lor ético y humano, lo fue la reforma constitucional que convirtió nuestro sistema político en un Estado Social de Derecho. Si esto no se hubiera dado, sin duda estaríamos hoy, como tantos países vecinos y hermanos, llorando los muertos y la destrucción de guerras civiles que solo dejan inciertos resultados y llagas incurables.
Por todo lo dicho, estamos hoy en la obligación patriótica de preguntarnos cómo fue posible que hecho, de tal trascendencia para nuestra vida ciudadana, fuera posible hace ya cincuenta años.
Las efemérides históricas deben recordarse no tanto para satisfacer vanidades personales, o por el simple prurito de las celebraciones y los recuerdos nostálgicos, sino a fin de extraer de allí las lecciones que requerimos para asumir los retos insoslayables del pre sente y construir, con la misma entereza que lo hicieran en su momento nuestros antepasados, un futuro mejor para las nuevas generaciones. Somos hijos del pasado y progenitorres del porvenir.
El presente se nutre del ayer y está grávido del mañana.
Los antiguos romanos decían que la historia es maestra de la vida. Pero la historia solo nos entrega sus secretos si la sabemos escrudriñar con honestidad e inteligencia. Las reformas sociales de 1943 fueron posibles únicamente gracias a que las fuerzas vivas de la nación se unieron en un proyecto común en bien de toda la colectividad, con el gobierno presidido por el prócer Dr. Rafael Calderón Guardia y respaldado por las masas del Partido Republicano Nacional con la Iglesia Católica lidereada por la figura señera del Dr. Mons. Victor Manuel Sanabria Martínez, que suministro los principios doctrinales de un cristianismo a la altura de los tiempos, y con el Lic. Manuel Mora Valverde al frente de su Partido, que en esa época aglutinaba importantes sectores populares en forma organizada y combativa.
Se menciona a estos personajes y a las fuerzas sociales que ellos representaban, porque fueron los más significativos y a los que más destaca la historia, pero, sin duda, otros grupos sociales y políticos también dieron su aporte. Las jornadas históricas que culminaron en la promulgación de las leyes sociales en aquel memorable 15 de setiembre de 1943, constituyen una de las más hermosas páginas de unidad nacional conscientemente asumida como proyecto político transformador. El liderazgo de Calderón, Mora y Sanabria se vio engrandecido por la lucidez y el patriotismo con que dejaron de la do sus divergencias de otra índole y se unieron en torno a un programa de reformas legales, que traerían justicia y dignidad a amplios sectores de compatriotas hasta entonces marginados.
Por eso y para respetar su memoria, debemos hoy honrarlos con igual entereza y sin actitudes mezquinas o trasnochados prejuicios. El papel jugado por el presidente Calderón y el Arzobispo Sanabria no ha sido cuestionado por comentaristas posteriores. En cambio, sí lo ha sido la figura de Manuel Mora y su partido. No hay duda que con mentes tan pequeñas, por decir lo menos, nunca se hubiera podido llevar a cabo la gesta patriótica y justiciera de 1943. Dichosamente para el pueblo costarricense, ni Calderón Guardia ni Mons. Sanabria estaban hechos de tan deleznables materiales. Por eso es que hoy los honra la Patria agradecida.
De manera particular, la actitud de Mons. Sanabria, al asociarse en esta lucha con el líder de los comunistas nacionales, sigue siendo una lección imperecedera de lo que es un cristianismo comprometido con las grandes transformaciones que requiere la instauración de un régimen de mayor justicia social. Ese cristianismo profético honra a la Iglesia costarricense, como lo destacara el actual Arzobispo de San José en su discurso ante la estatua del Dr.
Calderón. Un cristianismo así quisiéramos ver siempre animando a la Iglesia costarricense, y no las gasmoñerías y el fariseism de quienes usan el nombre de Sanabria para minusvalorar el papel de Manuel Mora, de Calufa y de otros dirigentes marxistas quienes, al frente de miles de trabajadores, inundaron las calles de San José durante los memorables debates en la Asamblea Legislativa, que culminaron con la aprobación del Código de Trabajo. Todavía hoy el asfalto capitalino guarda, como su más preciado tesoro, esas pisadas de miles y miles de trabajadores humildes y patriotas que, con el olor de su sudor, envolvieron en aromas de justicia las calles de nuestra coqueta ciudad capital. Esos hombres no están hoy en el bronce de una estatua, pero siguen vivos en el recuerdo agradecido de los costarricenses más lúcidos y honestos.
No hay planificación ni puede haberla, cuando se permite que sean los mismos precaristas los que deciden dónde y cuándo han de tener su vivienda. El día que invadan La Sabana o el Parque de la Paz, vamos a ver a las autoridades en apuros. es que un país que, como el nuestro, se ha podido jactar de haber emprendido sus políticas sociales y benefactoras con seriedad, con estudio y con responsabilidad, parece estar cayendo progresivamente en la demagogia, y lejos de hacer social cristianismo, neo liberalismo o socialdemocracia con la vivienda, lo que parecemos hacer es un peronismo de la peor especie, populista y demagógiCO.
Por no hablar de la corrupción del pueblo que efectúan los políticos haciendo dádivas, prometiendo regalos y empleando los más espernibles procedimientos de soborno popular que cuando parecieron haber teminado, en 1948, te.
nían décadas de estar corrompiendo a los sectores pobres.
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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