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Sábado 12 de Marzo de 1994. LA REPUBLICNGALERIA 15B Opinión La muerte de la inteligencia CHISPORROTEOS LUIS PAULINO VARGAS SOLIS Es frecuente en estos días leer a ciudadanos que piden que se hagan más fuertes las penas prescritas en el Código Penal; más largas, en suma, las condenas.
Con igual frecuencia es factible leer que según las modernas corrientes criminológicas, el hacer más fuertes las penas no resuelve el problema de la delincuencia.
Estamos en una época en que se ha prohibido soñar. Es así, desde que la luz mortecina de ciertas lumbreras intelectuales encegueció el mundo, con sus proclamas de muerte de las ideologías y de las utopías y fin de la historia. Entonces dificilmente se tolera que un mortal común y silvestre, se tome la licencia de pensar un poco más allá de lo que mandan las convenciones en boga.
Quien se atreve a hacerlo, fácilmente es descalificado como soñador, que en esta nomenclatura implica ser utopista y carente de pragmatismo. Todo lo cual, sin duda posible, constituye una tara horrorosa; peor que si fuese una lepra intelectual. Porque ahora hay que ser pragmático. esto es, hay que saber amoldarse a las realidades. tal cual estas se presentan, en la plena crudeza de sus apariencias y en la fuerza, presuntamente irrefrenable, de sus tendencias inherentes.
El pragmatismo de la época de la globalización sentencia que el mundo, como el mar, es una superficie enorme. Solo que, a diferencia del mar, debajo no hay nada, excepto, quizá, el vacío cósmico de los poderes, divinos e insondables, que gobiernan la vida de los seres humanos.
La realidad está ahí, y es inútil resistirsele: la apertura de los mercados y la globalización capitalista; los gigantes de la banca y la industria, que cubren al planeta con su poderío casi infinito; las nuevas y fabulosas tecnologías. para los individuos comunes y corrientes, en la rutina de su cotidaneidad, el torrente alucinante e infinito del consumo, que fluye desde el caleidoscopio de las fantasías estereotipadas de la publicidad, hacia el interminable y frustrante correr, pero nunca llegar, tras las últimas mercancías del consumo.
Tal la mentalidad de la época: un puro juego de apariencias y verborreas huecas. Ahora una reforma económica consiste en desatar el consumismo y despilfarro más desaforados; de ahí, por ejemplo, que estemos invadidos de superestrellas del rock y la música pop.
Tampoco existen las transnacionales que nos hacen ajeno nuestro propio país; lo que hay es una inversión extranjera que, desprendidamente, viene a regalarnos puestos de trabajo. La felicidad humana es un asunto de lo más vulgar; consiste en consumir toda clase de tiliches, refrendados por alguna marca bien sonora. Pero, eso sí, se niega que toda esa obsesión por lo material tenga algo que ver con la descomposición social que crece como marea roja; la delincuencia y la corrupción son nada más que el fruto de mentalidades mal encarriladas.
Superficialidad y apariencia. Pero también repulsión verdadera urticaria ante lo que signifique pensar y cuestionar. El pensar ahora es privativo de los científicos, entendidos como tales los que investigan en el campo de las ciencias exactas y naturales y las tecnologías. Por eso las políticas científicas y tecnológicas han decretado la desaparición de las ciencias sociales y la defunción de sus estudiosos. Hay dineros para apoyar la investigación que sirva directamente a la producción. el juego de las apariencias. No lo hay para la investigación en ciencias sociales que, por supuesto, no sirve para nada. Porque según también se ha decretado, esta sociedad existe porque sí, como flotando en el polvo interestelar. O, mejor aún, instalada en el reino de las divinidades, más allá de toda voluntad humana.
Acerca de esta sociedad no es posible pensar ni cuestionar. Hacerlo es ya bastante sospechoso. Sobre todo se prohíbe cualquier manifestación de pensamiento social abstracto.
El pensar social se admite en un nivel estrictamente técnico. las técnicas de control de la inflación, del marketing o de la administración de recursos humanos por ejemplo. Nada más profundo ni más complejo que eso; quien lo hace en el mejor de los casos es porque anda volado.
Tal el signo de una sociedad supertecnologizada, que, sin embargo, se niega a pensarse a sí misma. Acaso solo una versión más sutil del grito inquisitorial medieval o fascista si se prefiere de. muera la inteligencia!
Aparte de que no se trata de resolver el problema de la delincuencia sino el problema de la seguridad de los que no somos delincuentes, conviene recordar que eso de resolver el problema de la delincuencia es algo que ninguna sociedad ha conseguido. Desde los tiempos en que predominaba la ley de Talión hasta nuestros días donde lo que predomina es una visión sentimental del delincuente, el problema no se ha resuelto nunca.
Ciertas almas piadosas de este siglo, aplicando un romanticismo que pretende ser marxista pero que no lo es de ninguna manera, han decidido que, siendo el delincuente como lo es una víctima de la sociedad, más bien del sistema social, su enmienda es posible mediante la acción de terapias sociales y otros trabajos parecidos de reivindicación. En Costa Rica nos enamoramos tanto de esa teoría, que hasta le dimos a nuestro presidio el nombre de La Reforma.
Pero tenemos la obligación de ser escépticos y de exigir cifras y resultados. Que se nos diga qué porcentaje de los reclusos sometidos a métodos criminológicos modernos se han reincorporado realmente a la sociedad como ciudadanos útiles, y cuántos no. Una estadísti.
ca que nunca se ha revelado.
Otro detalle: la incidencia creciente de la drogadicción va haciendo obsoleta la concepción vigente de la peligrosidad y del delincuente como resultado exclusivo de la injusticia. Puede que la drogadicción sea producto de la injusticia, pero el peligro social que acarrea es cada día mayor, y el país se cubre de cadáveres de guardas, choferes y policías.
Un nuevo rostro para la justicia HERNANDO PARIS Aquí entra a funcionar Perogrullo. Por qué se pide que se aumenten las penas? No es porque existan teorías criminológicas que lo aconsejen. Es simplemente, porque cuanto más tiempo permanezca encerrado el delincuente, menor será el número de oportunidades de delinquir que se le presenten. Simple problema de seguridad ciudadana. Es mejor que el que va a saltar al taxista, a asesinar al guarda bancario, a violar a la anciana, o a despojar al turista, esté entre rejas y no fuera de ellas. Mayor será la posibilidad que tendrán los espíritus románticos de influir sobre él y reformarlo.
La justicia en Costa Rica debe cambiar su rostro. No basta con un simple cambio superficial que tan solo modifique ligeramente sus facciones. se trata de una verdadera transformación interna, que luego se refleje al exterior de las estructuras judiciales.
Un paso significativo para lograr esta transformación, lo constituyó el proceso de consulta popular sobre el funcionamiento del sistema judicial, que realizaron conjuntamente la Corte Suprema de Justicia y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD. a través del Congreso Nacional sobre Administración de Justicia.
Cada foro regional, cada taller de trabajo preparatorio del Congreso, no fue sino la expresión de las ideas, la motivación y el entusiasmo de los servidores judiciales y sus comunidades, unidos alrededor de una meta común: entregarle al país un sistema judicial moderno y eficiente, que propicie el desarrollo humano.
El Poder Judicial, tradicionalmente el más conservador de los tres poderes del Estado, abrió las puertas para que sus funcionarios y los ciudadanos a los cuales debe servir, dijeran con franqueza y libertad lo que pensaban de la administración de justicia en Costa Rica, y cómo podría mejorarse.
El desarrollo de sistemas de información para la administración de justicia, el establecimiento de un Centro Electrónico de Documentación Jurisprudencial, la implantación del Expediente Digital, la informatización de la Policía Judicial, la creación de sistemas de comunicación electrónica, el fortalecimiento de los programas de capacitación, la desconcentración administrativa, la presupuestación por programas, el acceso público a las resoluciones judiciales a través de medios electrónicos, el fortalecimiento de la carrera judicial y el establecimiento de métodos alternativos para la solución de conflictos, son solo algunas de las facciones que deben configurar el nuevo rostro de la justicia.
En un comentario anterior, expresé que enfrentamos el reto de dotar a Costa Rica de un sistema jurídico moderno, que permita a los ciudadanos desarrollar sus actividades con eficiencia, en un clima de seguridad y confianza.
Esta labor, sin embargo, no es exclusiva del Poder Judicial, ya que la solución de los problemas que afectan a la administración de justicia no es tarea para unos pocos, sino un compromiso de todos.
Un ejemplo de esto es el Programa de Resolución Alternativa de Conflictos (RAC. impulsado por la Corte, con el objetivo de promover su uso como instrumento para lograr una mayor eficiencia en la prestación del servicio justicia. En dicho proyecto no se pretende que el Poder Judicial monopolice la administración de estos métodos alternativos para solucionar conflictos, tales como la mediación y el arbitraje, sino que, por el contrario, se procura incorporar al sector privado y a la comunidad nacional en la solución pacífica de sus propios diferendos.
Así, se abrirán caminos para que el sector privado participe activamente en este y otros proyectos, complementando la labor que desde ya realizan las dependencias del sector justicia. Esto, en procura de un sistema jurídico de avanzada, que permita al país entrar por la puerta grande, a la lista de los nuevos países desarrollados de América Latina.
Llevamos ya muchos años de pensar excesivamente en el delincuente y muy poco en su víctima, o más bien en su futura, posible, probable, presunta o eventual víctima. Nuestra legislación penal está pensada únicamente en términos de aplicarle al delincuente la subcultura del pobrecito. Las rejas en las casas han venido a sustituir totalmente las rejas de la cárcel. La inutilidad de las leyes sentimentales es la que ha traído como consecuencia en muchos países la creación de los horribles escuadrones de la muerte.
Si no nos gusta la noción de castigo, podemos emplear la de defensa social. Podriamos volver a una que tuvo muy breve vigencia, pero que tiene un claro origen médico y en ese terreno una clara intención de prever los contagios. La noción del aislamiento. Aislar al delincuente. que se vuelva a tomar en cuenta aquella idea que permeaba nuestro célebre Código Penal de 1924, el Código Astúa Aguilar; la idea del delincuente rematado. cuya contumacia le hacía perder progresivamente privilegios y derechos.
Las opiniones publicadas en esta página, no son necesariamente compartidas por este periódico.
Sólo una comunidad de suicidas se dedica a velar por los derechos de los criminales, olvidándose de los derechos de la gente honorable.
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.
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