Guardar

12C La República. Lunes 17 de octubre de 1994 Deportiva Luis, Carlos. Chimy y Macoy. como muchos deportistas, han vivido triunfales momentos.
12 CARVET LOS fondo HIJOS furbol AMADO HIDALGO QUIROS Colaborador Especial de La República En medio de los potreros de lo que hoy es Barrio Fátima de Cartago se enclavó una familia humilde, cuya cabeza era un albañil, y de las cuatro paredes brotaron los chiquillos fogosos que se comían las tardes persiguiendo la pelota de futbol que el padre nunca les negó.
De los ocho hombres y cuatro mujeres solo una de ellas heredó el color blanco de Heriberto Quirós Picado. El resto salió con el mismo negro achocolatado de la madre, Irma Linton Williams. Pero todos los niños nacieron con el virus contagioso del futbol y con él rompieron el anonimato que casi siempre conlleva la pobreza.
Hace treinta y tantos años el viejo Beto era un albañil jovenzuelo, que viajaba mucho al negocio de verduras que su papá tenía en Matina. Allí también dio rienda suelta a su pasión por el balompié, cuyo camino al profesionalismo quedó truncado por una lesión en las ligas menores del Orión.
Irma le echó el ojo, marcó sus pasos como la más fiel seguidora, a tal punto que le llamaban la madrina. Al final lo pescó. De esa unión nació el futbol, pues cuatro hijos han sido figuras en la primera división, Luis, Heriberto, Marco y Carlos, mientras que Roger y German jugaron en segunda categoría, Henry en el Orión (segunda B) y Rogelio camina bien en el juvenil de Cartago.
Aunque, al decir jocoso de sus hermanos, Luis, el mayor, empezó pateando cocos en Limón, los demás vieron Mundo en Taras, después de que Beto consiguió trabajo fijo en San José. Pero pronto desfilaron hasta Barrio Fátima, donde abrieron camino entre el espeso zacatal para plantar la humilde casa donde aún viven los menores. Mi esposo todos los años andaba comprandoles tacos y bolas. Los criamos a puros empujones, pero los criamos. recuerda la madre. mientras Beto estiraba la bolsa para que a ninguno le faltaran los zapatos de fútbol, los chiquillos seguían uno a uno los mismos caminos del balompié, empezando por el equipo mosco del Barrio Fátima, donde Luis jugó como defensor central. Después siguió el Tolentino de Taras, el Once Tigres y las ligas menores de Cartaginés.
Conforme pasaron los años, cada uno se fue desperdigando por el rumbo que la vida le ofreció, siguiendo el ejemplo de Luis, quien tocó muchas puertas, ofreció su talento en muchas partes hasta que lo llevaron a Heredia. Allí entrenaba cuando lo vio Moyano Reyna, lo enroló a la segunda de Guanacaste y después fue goleador en Liberia. Luego de mucho trabajo le abrieron los brazos en la Liga, donde fue figura por siete temporadas. los demás les costó menos. Roger prefirió un taxi y German un trailer, así que dejaron el camino a medio andar y Henry escogió ser instructor de natación. Marcos, Heriberto y Carlos se presentan solos, aunque el último apenas muestra su talento como lateral izquierdo en Belén.
Tarde para los recuerdos Un día de estos los cuatro afortunados que alcanzaron la máxima categoría del futbol ocuparon los sillones de la sala pequeña, en la casa de mamá, y junto a esta evocaron los tiempos idos, vivieron el presente y soñaron el futuro. Rogelio dormía con los tacos puestos. recordo doña Irma, mientras Macoy (Marcos) añoró sus primeros zapatos de futbol, unos Gambeta inolvidables, y Luis se quejó por los clavos ensartados en los suyos.
Yen todos hubo un sentimiento de profunda graEste documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

    Football
    Notas

    Este documento no posee notas.