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REVISTA DOMINICAL Editor: Carlos Vargas Gené La República Por: Arturo Uslar Pietri La diplomacia de la era nuclear L reparto de Europa y, desde luego, del resto del mundo entre los Estados Unidos y la Unión Soviética no se hizo en Yalta, como generalmente se dice, sino mucho más tarde, en 1968, cuando se firmó el tratado de no proliferación nuclear. Esto afirma el diplomático italiano Roberto Gaja, que ha sido secretario general del Ministerio Italiano de Relaciones Exteriores y embajador en Washington, y en un libro reciente, que con típica penetración y visión global de italiano, ha aparecido recientemente y que merece ser conocido y considerado por quienes sienten algo más que un interés superficial por el destino del mundo. Introduzione alla politica extera dellera nucleare. Franco Angeli. Milán. 1986. L resultado final de aquel acuerdo fue crear el monopolio de las armas nucleares en manos de las dos superpotencias. Si no hubiera sido así algunos países han podido dotarse de un arsenal importante de armas nucleares, lo que hubiera creado un equilibrio distinto del actual. Este hecho básico ha modificado radicalmente el carácter de las relaciones internacionales para todos los países. Muchas cosas que tradicionalmente habían tenido importancia la perdieron, como, por ejemplo, las alianzas. No aumenta ni disminuye el poder disuasorio de las dos potencias nucleares el hecho de contar con más o menos aliados. Tampoco tiene importancia la situación territorial.
Según Gaja la bomba nuclear ha cambiado las reglas del juego internacional y ha devaluado los factores tradicionales de la política exterior. Llega a afirmar que toda la historia de las relaciones internacionales durante los últimos 40 años puede reducirse a la relación de las fuerzas nucleares en un momento dado.
Hace la observación, muy aguda, de que el arma nuclear ha cambiado la relación del ciudadano con el Estado en lo relativo a la guerra. Antes del arsenal nuclear, si el Estado decidía hacer la guerra tenía que contar con el ciudadano, con la opinión pública. Había que crear un clima de opinión para hacer la guerra pensable y aceptable. Hoy no. Por efecto del arma nuclear, esa especie de pacto del Estado con el ciudadano sobre la paz y la guerra ya no existe.
Las potencias nucleares ya no dependen de los ciudadanos soldados para desatar la guerra final sino que basta una orden súbita de un comando supremo para que la horrible catástrofe se desate antes de que la opinión pública pueda darse cuenta Esta situación ha creado sus propias paradojas. Ha dado a dos países un poder mundial incomparable pero, al mismo tiempo, los ha colocado en la situación de no atreverse a emplearlo. Se pueden amenazar, se pueden combatir por vías laterales o por países interpuestos, pero no se atreven a afrontarse abiertamente por el costo suicida que la tentativa tendría.
No hay objetivo que pueda justificar el riesgo de la propia destrucción total. Esto coloca a las dos superpotencias en una absurda situación de impotencia relativa. La mutua inamovilidad que se imponen la una a la otra deja un margen amplio de cierta libertad de iniciativa para los países no nuclearizados. Esto explica la curiosa inestabilidad de este mundo tan rigidamente bipolar. la sombra del mutuo chantaje los terceros países pueden permitirse audacias e iniciativas que serían imposibles si hubiera un verdadero entendimiento entre las dos superpotencias.
Todo esto es lo que complica las proyecciones de una política de distensión y de aparente desarme nuclear. En el fondo de toda posibilidad de acuerdo está la necesidad de llegar a alguna forma de reparto de influencias, en el que algunos de los factores de la vieja estrategia pueden recuperar algún valor.
Esta es la situación real que confronta el mundo entero y, de manera muy explícita, la Europa comunitaria. No se ve claro qué papel autónomo puede hacer en un mundo de estricta bipolaridad nuclear y tampoco es pensable que los dos estados dominantes vayan a instaurar nuevas reglas y condiciones que puedan ayudar al surgimiento de un tercer centro de poder mundial.
El de Gaja es un breve libro que plantea, en términos acaso demasiado simples, algunas cuestiones fundamentales para el destino del mundo, que a todos nos afecta en muchas maneras.
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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