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4 Revista Dominical. LA REPUBLICA. Domingo 20 de diciembre de 1987. OME св.
AN cristiana y universal como las demás costumbres navideñas y de fin de año, la de Santa Claus, es sin embargo, la que parece a los ojos de los tradicionalistas. no sajones como la menos apegada a los actos católicos, ya que invariablemente se antepone a la rechoncha y risueña figura de Santa Claus, la más solemne y severa (extranjera por partida triple) de los reyes magos, un tanto distanciados del ambiente navideño, ya que su aparición se registra hasta el de enero, dia de la Natividad según las tradiciones armenias y egipcias.
Pero la verdad es que la leyenda de Santa Claus es seguramente una de las más cristianas pues su origen no se relaciona con fiesta pagana alguna. Su origen tiene que ver con San Nicolás, obispo de Myra (Actualmente Demre) quien vivo en el siglo IV y se distinguió por su espíritu generoso, hasta el punto que conforme a la tradición gozaba repartiendo regalos entre los pobres y sólo se disgustaba si éstos se lo agradecían. Estas características de nobleza y generosidad lo convirtieron al paso del tiempo en patrono de los marineros.
Hacia el siglo XI, aproximadamente, su fama se había extendido por el Viejo Mundo y se le reverenciaba desde el Cercano Oriente hasta las regiones nórdicas. En Holanda, por ejemplo, hacia el siglo XIII, los marineros habían erigido en su honor muchísimos monumentos, por lo que no resultó extraña su popularidad, que lo llevó a ser declarado en el siguiente siglo protector de los niños.
Estos idearon una festividad complicada que hasta la fecha subsiste en Holanda y se lleva a cabo el de diciembre, día en que se supone nació San Nicolás. Los niños recorren las calles pidiendo en coro el dinero del obispo y en las escuelas un monje se viste de manto rojo y barba larga y reparte regalos entre los niños.
La fama generosa de este santo patrono motivó la confección de leyendas que lo hacian aparecer como vencedor de Pedro el Santa Claus y los reyes magos Negro (el diablo. quien el de diciembre era encadenado, lo que le permitía al personaje de manto rojo y barba larga cabalgar por los tejados y arrojar caramelos por la chimeneas.
Aquí se pierde un poco el desarrollo de este personaje, pues mientras unos suponen que fueron los marinos en general quienes difundieron la leyenda, otros consideran que todo se debió al hecho de que los colonizadores holandeses la llevaron a los Estados Unidos, donde se fundió con la fama de Papá Noel y dio nacimiento a Santa Claus.
Sin embargo, a pesar de que a la leyenda de Santa Claus se le pueden atribuir 15 siglos de antigüedad, fue hasta el siglo pasado cuando se le dio la vestimenta y la figura que hoy lo caracterizan, ya que antes no se había precisado ni su corpulencia ni su vestuario. En ocasiones se le representa a la usanza holandesa, llevando una túnica larga de tipo sacerdotal y a veces se le hacía aparecer envuelto en una chaqueta guamecida de pieles!
Fue en la segunda década del siglo pasado, ya en plena era industrial, cuando el caricaturista norteamericano Tomás Nast publicó en la revista Harper Weekly la figura rechoncha y jovial que tipifica a Santa Claus.
Posteriormente la imaginación popular, particularmente la infantil, le dieron a este personaje poderes especiales, capacitándolo para volar por los aires sobre un trineo tirado por venados y lo hicieron así mismo habitante de una región inexplorada del Polo Norte, elementos de atracción que superaron desde luego a los orientales reyes magos.
Sin embargo, este símbolo de la generosidad que es Santa Claus no solo ha desplazado a los bíblicos magos de Oriente, sino también a la bruja buena de la vieja tradición italiana Befana y a la Babushka que es su equivalente en Rusia, para imponerse definitivamente como muestra del amor a la humanidad, por lo menos durante la época navideña. Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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