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Revista Dominical. LA REPUBLICA. Domingo 20 de diciembre de 1987. Todas las tardes, voluer del colegio, tenian los niños la costumbre de ir a jugar al jardin del gigante.
QUEDA PROHIBIDA LA ENTRADA BAJO LAS PENAS LEGALES CORRESPONDIENTES RA un gran jardín solitario, con un suave y verde césped. Brillaban aquí y allí lindas flores sobre el suelo y había doce melocotoneros que, en primavera, se cubrían con una delicada floración blanquirrosada, y que, en otoño, daban hermosos frutos. Qué dichosos somos aquil se decían unos a otros.
Un día volvió el gigante. Había ido a visitar a su amigo elogro de Cornualles, residiendo siete años en su casa.
Al llegar vio a los niños que jugaban en su jardin. Qué hacéis ahí? les grito con voz agria. los niños huyeron.
Mi jardín es para mi solo prosiguió el gigante. Todos deben entenderlo así y no permitiré que nadie que no sea yo se solace en él.
Entonces lo cercó con un alto muro y puso el siguiente cartelón: Era un gigante egoísta.
Los pobres niños no tenían ya sitio de recreo.
Tomaron la costumbre de pasearse, una vez terminadas sus lecciones, alrededor del alto muro, para hablar del hermoso jardín que había al otro lado.
Entonces llegó la primavera y en todo el país hubo pájaros y florecillas.
Sólo en el jardín del gigante egoísta continuaba siendo invierno.
Los pájaros, desde que no habían niños, no tenían interés en cantar y los árboles y olvidábanse de florecer.
Los únicos que se alegraron fueron el hielo y la nieve. La primavera se ha olvidado de este jardín exclamaban. Gracias a esto vamos a vivir en él todo el año.
La nieve extendió su gran manto blanco sobre el césped y el hielo revistió de plata todos los árboles.
Entonces invitaron al viento del norte a que viniese a pasar una temporada con ellos.
Este es un sitio delicioso decía Invitemos también al granizo. llegó asimismo el granizo.
Todos los días, durante tres horas, tocaba el tambor sobre la techumbre del castillo, hasta que rompió muchas pizarras.
Entonces se puso a dar vueltas alrededor del jardin, lo más de prisa que pudo. Iba vestido de gris, y su aliento era de hielo. No comprendo por qué la primavera tarda tanto en llegar decía el gigante egoísta. Ojalá cambie el tiempo!
Pero la primavera no llegaba, ni el verano tampoco.
El otoño trajo frutos de oro a todos los jardines, pero no dio ninguno al del gigante. Es demasiado egoísta. dijo. era siempre invierno en casa del gigante.
Una mañana, el gigante, acostado en su lecho, pero despierto ya, oyó una música deliciosa. Sono tan dulcemente en sus oídos, que le hizo imaginarse que los músicos del rey pasaban por allí.
En realidad, era un pardillo que cantaba ante su ventana; pero como no había oído a un pájaro en su jardin hacía tanto tiempo, le pareció la música más bella del mundo.
Entonces el granizo dejó de bailar sobre su cabeza y el viento del norte, de rugir. Un perfume delicioso llegó hasta él por la ventana abierta.
EL GIGANTE EGOISTA Estaba verdaderamente arrepentido de lo que había hecho.
entonces bajó las escaleras, abrió nuevamente la puerta y entró en el jardín.
Pero cuando lo niños lo vieron, se quedaron tan aterrorizados que huyeron y el jardín se quedó otra vez invernal.
Unicamente el niño pequeñito no había huido, proque sus ojos estaban tan llenos de lágrimas que no le vio venir. el gigante se deslizó hasta él, le cogió cariñosamente con sus manos y lo deposito sobre el árbol. el árbol inmediatamente floreció, los pájaros vinieron a posarse y a cantar sobre él y el niñito extendió sus brazos, rodeó con ellos el cuello del gigante y lo besó. los otros niños, viendo que ya no era malo el gigante, se acercaron y la primavera les acompañó. Desde ahora éste es vuestro jardin, pequeñuelos dijo el gigante cogiendo un mazo muy grande, echó abajo el muro. cuando los campesinos fueron al mediodía al mercado vieron al gigante jugando con los niños en el jardín más hermoso que pueda imaginarse.
Estuvieron jugando durante todo el día y por la noche fueron a decir adiós al gigante.
Pero ¿dónde está vuestro compañerito? es preguntó Aquel muchacho que subí al árbol. él era a quien quería más el gigante, porque lo había abrazado y besado. No sabemos respondieron los niños; se ha ido. Decidle que venga mañana, sin falta repuso el gigante. el gigante se quedó muy triste. Todas las tardes, a la salida del colegio, venían los niños a jugar con el gigante, pero éste ya no volvió a ver al pequeñuelo a quien quería tanto. Cuánto me gustaría verle! solía decir.
Pasaron los años y el gigante envejeció y fué debilitándose. Ya no podía tomar parte en los juegos; permanecía sentado en un gran sillón viendo jugar a los niños y admirando su jardín. Tengo muchas flores bellas. decía, pero los niños son las flores más bellas.
Una mañana de invierno, mientras se vestía, miró por la ventana.
Ya no detestaba el invierno; sabía que no es sino el sueño de la primavera y el reposo de las flores.
De pronto se frotó los ojos atónito y miró con atención.
Realmente, era una visión maravillosa.
En un extremo del jardín había un árbol casi cubierto de flores blancas. Sus ramas eran todas de oro y colgaban de ellas frutos de plata; bajo el árbol aquel estaba el pequeñuelo a quien quería tanto.
El gigante se precipitó por las escaleras lleno de alegría y entró en el jardín. Corrió por el césped y se acercó al niño y cuando estuvo junto a él, su cara enrojeció de cólera y exclamo. Quién se ha atrevido a herirte?
En las palmas de las manos del niño y en sus piececitos veíanse las señales sangrientes de dos clavos. Quién se ha atrevido a herirte. gritó el gigante Dimelo. Iré a coger mi espada y lo mataré.
No respondió el niño éstas son las heridas del amor. quién es ése? dijo el gigante.
Un temor respetuoso le invadió, haciéndole caer de rodillas ante el pequeñuelo. el niño sonrió al gigante, y le dijo. Me dejaste jugar una vez en tu jardín.
Hoy vendrás conmigo a mi jardín, que es el Paraíso. cuando llegaron los niños aquella tarde, encontraron al gigante tendido, muerto, bajo el árbol todo cubierto de flores blancas.
Por: Oscar Wilde ses Creo que ha llegado, al fin, la primavera dijo el gigante. saltando del lecho se asomó a la ventana y miró ¿Qué fue lo que vio? Pues vio un espectáculo extraordinario.
Por una brecha abierta en el muro, los niños habíanse deslizado en el jardín, encaramándose a las ramas. Sobre todos los árboles que alcanzaba él a ver había un niño y los árboles sentíanse tan dichosos de sostener nuevamente a los niños, que se habían cubierto de flores y agitaban graciosamente sus brazos sobre las cabezas infantiles.
Los pájaros revoloteaban de unos para otros cantando con delicia y las flores reían irguiendo sus cabezas sobre el césped.
Era un bonito cuadro.
Sólo en un rincón, en el rincón más apartado del jardín, seguía siendo invierno.
Allí se encontraba un niño muy pequeño.
tan pequeño era, que no había podido llegar a las ramas del árbol y se paseaba a su alrededor llorando amargamente.
El pobre árbol estaba aún cubierto de hielo y de nieve y el viento del norte soplaba y rugía por encima de él.
Sube ya, muchacho decía el árbol.
Yle alargaba sus ramas, inclinándolas todo lo que podía, pero el niñito era demasiado pequeño.
El corazón del gigante se entemeció al mirar hacia afuera. Qué egoísta he sido. pensó Ya sé por qué la primavera no ha querido venir aqul. Voy a colocar a ese pobre pequeñuelo sobre la cima del árbol, luego tiraré el muro y mi jardín será ya siempre el sitio de recreo de los niños.
o Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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