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A partir del caso de la asesora legislativa y abogada Xiomara Villegas contra su jefe, el diputado Federico Tinoco, por hostigamiento sexual en 2006, Isabel Gamboa Barboza realiza una sesuda propuesta teórica y documental que indaga en las calidades y procesos del lazo social en Costa Rica. El estudio transdisciplinario de este caso le permite a la autora revisar el panorama de la afectividad costarricense, la doble función del lazo social donde las instituciones operaron en salvaguardar sitios convencionales de poder y castigar las subjetividades de la denunciante víctima de hostigamiento sexual, y plantear así una importante reflexión acerca de los mecanismos con que funciona el lazo social en la sociedad costarricense actual. La investigadora señala que este lazo “consiste en el vínculo entre dos o más subjetividades” y “se caracteriza por un contrato, con reglas y normas, castigos y premios que van a depender de su contexto histórico.” Los hilos de ese lazo son a veces sutiles por lo que es difícil visibilizarlos, pero pese a su sutileza permiten la sujeción férrea de algunos abusos y prejuicios. Otras veces los hilos suponen una seguridad que es fácilmente vulnerada y apenas sostienen precarios vínculos afectivos. Sobre el proceso de esta investigación más allá de la reflexión teórica, la especialista explica: “pretendo interpretar diferentes fuentes, tales como expedientes, entrevistas, publicaciones en la prensa y redes sociales, en busca de un cierto rastro dejado por la configuración de la subjetividad y el lazo contemporáneo.” Otro de sus hallazgos es que las características de ese lazo en esta sociedad limitan las posibilidades para enfrentar el conflicto y aceptar diferencias. Las principales categorías conceptuales empleadas en la investigación las explica así: “Entiendo por lazo social la relación que se da entre dos o más seres humanos —o instituciones— a partir de una estructura espaciotemporal determinada y de las posibilidades psíquicas de cada persona. Subjetividad se define como sentimientos y deseos que cada ser tiene de sí hacia los demás. Uso el término instituciones como sinónimo de ciertas agrupaciones en torno a la educación y la política, las cuales generan prácticas sociales “normales”; es decir, como un conjunto de creencias, sentimientos y hechos regulados de una cierta manera por lo común aceptada como correcta. Así, por instituciones me refiero a una relación entre subjetividades con un fuerte componente simbólico, pero también con reglas y expectativas y figura como referente (de seguridad y protección) puesto en común y circula, sosteniéndose y produciendo lazo social.” Un lazo social que merece revisarse desde las distintas expresiones de sus funciones y desde sus características intrínsecas que aprieta, sostiene y sujeta.
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