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2B DOMINGO. LA REPUBLICA. Domingo 21 de mayo de 1989 Por Artem Ustibov El oso blanco, el pardo, el himalayo, el malayo, el panda de los cañaverales chinos, el marsupial australiano o koala y el hormiguero latinoamericano se encuentran, disecados o representados en pequeñas figuras de terracota, en un pequeño museo moscovita donde se exhibe la variopinta familia de los pernituertos. El oso símbolo vivo de los rusos UNQUE podría decirse que se halla en el quinto pino. en Solnsevo, suburbio periférico de la capital, el museo es visitado por numeroso público, que llega allí aguijoneado por el deseo de saber un poco más sobre su símbolo nacional: el oso ruso, real y fabuloso.
Desde los tiempos de la antigua Rusia, el oso ha sido venerado. no simplemente como el rey de los animales, sino como una deidad y casi como un pariente cercano, al que incluso llamaban abuelito o padrecito. lo cual, por otra parte, no era impedimento para que los eslavos practicaran en él el arte de la caza. comienzos de siglo, ésta pasó a manos de centros especiales de acopiamiento, que pagaban 25 30 rublos plata por un pud (antigua medida rusa de peso, equivalente a 16 kg) en pie, suma no despreciable. Se organizaban, también, espectáculos protagonizados por osos, que para los rusos de aquellos tiempos no tenían menos trascendencia que la riña de gallos para los mexicanos o la corrida de toros para los españoles de hoy. El espectáculo comprendía el ojeo o monteria del oso, el combate y los divertimientos cómicos. Las oseznas eran vestidas con sarafanes, y alguien pulsaba, entonces, la balalaika; tales divertimientos a menudo terminaban en tragedia, pues no era extraño que alguno de los artistas saliera con un hueso fracturado.
El oso ha desempañado papeles más destacados en la historia rusa. Según anales del siglo XI, en el lugar que hoy ocupa Yaroslav, antigua ciudad sobre el Volga, se hallaba la aldea de Medviezhi Ugol, tristemente célebre por sus bandoleros. El gran principe Yaroslav los sometió y les hizo jurar fidelidad. En venganza, los insumisos le soltaron al príncipe un oso gigantesco, al que dio muerte en un lugar a orillas del Volga, donde ordenó fundar la ciudad. El oso se convirtió en un animal heráldico. Su imagen blasona los escudos de armas de once ciudades rusas y de no pocas capitales europeas, tales como Berlín y Madrid ciudad del oso y del madroño. También se puede encontrar en la heráldica de ciudades estadounidenses, canadienses, checas, bávaras, suizas, letonas y lituanas. Según leyendas medievales, la fuerza y temeridad extraordinarias de los bogatires (héroes de la épica rusa) se debían a que eran descendientes de un oso encantado, que no debía ser muerto a hierro sino con una estaca para que no resucitara.
El típico oso ruso recuerda a una persona corpulenta y zamborotuda, embutida en un espeso abrigo de pieles.
Hoy esto nos parece divertido, pero en otros tiempos tal semejanza era tomada con temor supersticioso. Se creía que quien llevara una vida deshonesta podía convertirse en oso. De aquí el hombre oso, es decir, el paria, el hombre marginado, víctima de su propia deshonestidad o de fuerzas misteriosas. Durante siglos, el oso distrajo a la gente sencilla en los mercados y ferias de Rusia.
Los antiguos eslavos ponían en las sepulturas de los cazadores cráneos, huesos, uñas y colmillos del peludo titán, para que el coraje y la fuerza del oso no abandonaran al difunto en el mundo de ultratumba. veces, con este fin, el cadáver era envuelto, en una piel de oso. Creían que el oso castigaba severamente a los perjuros.
En los pueblos de Siberia era costumbre prestar juramento por la garra, por la piel o sobre el cráneo del oso: Si no cumplo el juramento, que me devore el oso. lo cual no era raro en aquellos bosques donde el rey pardo asentaba sus reales. El juramento por la piel se consideraba especialmente sagrado y se observaba de manera rigurosa.
Así, por ejemplo, el pueblo de los janti juraron fidelidad al zar.
Para los eslavos orientales el oso era el dios Veles, custodio de los principios morales de la familia, y bajo su piel bien podía encontrarse un hombre o una mujer.
Es conocida la leyenda sobre la unión de un cazador moscovita con una osa, de la que hubo tres oseznos. Cuando aquél decidió volver al seno de su familia, la osa le advirtió que moriría si prestaba atención a su verdadera mujer. así sucedió. Pero el diosOso no sólo castigaba la deslealtad. Se creía que garantizaba la fecundidad. En la región de Yaroslav, el novio se engalanaba con piel de oso y los convidados cantaban en la boda: Nos traen la osa. El oso legendario come miel podía determinar el sexo de los niños en el claustro materno: las embarazadas dan de comer al oso en la mano: si ruge, será hembra; si guarda silencio, será varón. El sólo contacto con el oso o el paseo sobre sus espaldas, protegían al niño de las enfermedades. La tribu de los aino (islas Kuriles) criaban a osos especialmente para las fiestas.
Cazaban a un osezno recién nacido, y las mujeres lo amamantaban como si se tratara de su propio hijo. Cuando crecía, se organizaba una fiesta en honor suyo y luego se lo comían con pompa y ceremonias.
Este es el símbolo nacional ruso: el feroz y clemente señor Toptiguin. el vecino de la guarida. que a través de los siglos se acostumbró a vivir en buena armonía con el hombre y llegó a ser por derecho propio héroe heráldico.
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y juventud, Costa Rica. Venerado como deidad y pariente cercano La gran figura de espectaculares circos. También personaje de historias siniestras.
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