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Miércoles de Abril de 1992. LA REPUBLICA 719A Debate POLITICA INTERNACIONAL La posibilidad de un proceso de pacificación en Guatemala, a raíz de los acuerdos logrados en El Salvador parece cada vez más cercana y es tema para una reflexión profunda. También lo es la crisis de gobierno que vive Venezuela donde se conjugan dramáticamente el empobrecimiento y la corrupción. Mariana Lev.
y ARTURO USLAR PIETRI Escritor. Periodista venezolono Una Venezuela posible se mencionó la posibilidad de aplicarlo en Guatemala; sin embargo, la realidad de este último es muy diferente y requiere un tratamiento específico.
Veamos algunos detalles sobresalientes del fenómeno guatemalteco que deben tomarse en cuenta en una negociación. diferencia del rostro de los ejércitos de la región, los militares guatemaltecos lograron un considerable grado de independencia respecto del asesoramiento y el avituallamiento norteamericano.
Esta situación les ha permitido actuar con mayor libertad de acción en cuestiones políticas, lo que ha facilitado su conversación en una burguesía armada con suficiente poder económico para controlar una buena parte de la actividad económica del país, como también está ocurriendo en Honduras. La mejor muestra del predominio y la prepotencia militar en Guatemala es el escaso margen de maniobra que tiene el Presidente Jorge Serrano, a pesar de ser un político conservador.
En cuanto a la Unión Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG) no es posible una comparación con el FMLN y menos con el FSLN de la década de los setenta. La URNG no muestra ni la cohesión interna ni la capacidad de maniobra necesaria para constituir una amenaza al ejército o para llevar la lucha guerrillera a la capital como ocurrió en El Salvador en noviembre de 1989. La posibilidad de legar a la mesa de negociaciones con suficientes cartas para exigir una reforma social, económica y política es mínima, lo que fortalece la posición de los delegados del gobierno (léase representantes civiles de los militares) en el diálogo.
MCL lo anterior se agrega un tercer elemento que prácticamente no está presente en el resto de la región: la cuestión indígena. En Guatemala el sector indigena, mayoritario, no es tomado en cuenta como una parte importante de la población en incluso pocos gozan de los derechos políticos, sociales y económicos de otros sectores sociales. El indígena guatemalteco ha sido explotado tanto por la guerrilla, al reclutarlos como combatientes, como por el ejército que los integra a las Patrullas de Autodefensa Civil (hoy denominados Comités Voluntarios de Autodefensa Civil. parte clave de la estrategia de contrainsurgencia y que se convirtieron, según el reporte del relator independiente sobre derechos humanos, Christian Tomuschat, en un elemento institucionalizado de la violenta incontrolable. En su mayoría carecen de los medios mínimos para su subsistencia.
En definitiva, el conflicto guatemalteco requiere un tratamiento diferente, pues en el fondo no es un conflicto cuya etiología proviene, en su mayor parte, de la problemática agraria, como en El Salvador, sino que es el resultado de la convergencia de factores sociales, económicos, políticos y culturales. De ahí que la manifestación bélica de esta crisis es apenas la parte visible del iceberg y su superación no necesariamente conducirá a la solución del conflicto.
La Repúblico CARLOS MURILLO ZAMORA Experto en Relaciones Internacionales Paz en ace muchos años, en horas propicias para proponer caminos hacia el porvenir, hablé de una Venezuela posible. La había entonces y la sigue habiendo hoy con mucho más razón. Esa Venezuela posible no era otra cosa que el diseño de lo mucho de positivo que se podía alcanzar, en breve tiempo, si se lograra hacer una combinación justa, un planteamiento claro y un aprovechamiento sensato de todos los enormes recursos humanos y materiales de que dispone este país.
Es evidente que si los 250 mil millones de dólares, grosso modo que el petróleo le ha producido a Venezuela en los últimos veinte años lo hubieran invertido sensatamente para lograr de esa inversión el máximo de provecho social y material y que si se hubieran utilizado igualmente las capacidades crecientes de decenas de millares de venezolanos con calificaciones profesionales de primer orden, hoy podríamos ser realmente uno de los países más prósperos y desarrollados de la América Latina, un país sin deuda externa, con buenos servicios públicos, con la mejor educación para todos y la mejor salud para todos, con amplias oportunidades de porvenir y con una población marginal manejable y en un continuo descenso, porque la educación, por una parte, y el crecimiento económico, por la otra, le habrían proporcionado un destino útil a cada habitante del país. Por qué no fue posible lograr esto y, sobre todo, por qué sigue apareciendo utópico proponerlo siquiera en el día de hoy? Habría que comenzar por hacer una revisión rigurosa y sincera de todos y los errores conceptuales y materiales que nos han llevado a esta situación. La causa principal, sin duda, de todos los males es el uso irracional que hemos hecho de la riqueza petrolera. En lugar de haber construido moral y materialmente un país moderno, parecimos dedicados a perpetuar viejos vicios y desviaciones.
Logramos hacer un Estado inmensamente rico en medio de una población que, en lo esencial, sigue siendo atrasada y marginal. La mayor parte de los recursos que debieron ir a la educación, a la salud y a las obras de infraestructura para echar las bases fundamentales de una nación moderna se desvió y despilfarró en barata politiquería de muy corto alcance y la mayor parte de ese ingente volumen de recursos se consumió en cubrir las pérdidas que un Estado manirroto e improvisador ocasionaba continuamente en millares de empresas antieconómicas.
Lo más negativo de este inexorable proceso de empobrecimiento y de pérdida de visión de los y fines verdaderos de la sociedad es que las concepciones mismas que le dieron ser y que mantuvieron el falso mecanismo de distribución de riqueza terminaron por convertirse en dogmas casi religiosos de una ideología paralizante y estéril.
Se llegó a creer, y todavía se cree tenazmente, a pesar de todo lo que ha ocurrido en el mundo entero en los últimos años, que soberanía nacional y Estado empresario eran sinónimos, que un Estado no era verdaderamente independiente y progresista sino cuando administraba Guatemala uego de los acuerdos de paz en El Salvador y de la solución del conflicto nicaragüense, queda pendiente la crisis guatemalteca, a la que parece no dársele la atención necesaria por parte de la comunidad internacional, pero sobre todo por parte de los centroamericanos en el marco del recordado proceso de Esquipulas II. Pareciera que lo prolongado de este conflicto hace que muchos se olviden de la urgencia de una solución.
Con el éxito del esquema empleado en El Salvador remediables, en los sectores menos favorecidos de la población. Estos daños son, precisamente, los que debe atenuar y compensar una política social inteligente. Pero la experiencia negativa de países tan ricos y grandes como los de la Unión Soviética y la Europa Oriental debe enseñar bien que ninguna motivación ideológica puede reemplazar al impulso natural adquisitivo del hombre por mejorar su propia condición en una sociedad abierta.
directamente la mayoría de las empresas económicas y cuando miraba con salvaje recelo cualquier forma de inversión de capital foráneo.
Si algo ha demostrado la historia reciente del mundo es que tan solo hay un sistema productivo capaz de engendrar crecimiento económico y progre.
so social, que es el viejo mecanismo elemental y profundamente humano de la economía de mercado.
Trabajar para el propio beneficio. Los países más ricos del mundo actual, los más prósperos y los que están en la vía más segura de crecimiento son, precisamente, aquellos que en muchas formas mantuvieron los principios esenciales de una economía de mercado. Los países que han fracasado económica y socialmente, como la Unión Soviética, la Europa Oriental y buena parte del Tercer Mundo, han tenido en común economías estatizadas.
Sabemos bien que la libertad económica crea consecuencias negativas, generalmente transitorias y Las opiniones vertidas en los artículos de la página Debate son independientes de la línea editorial de este periódico y son responsabilidad exclusiva de sus autores.
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