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Sábado de Mayo de 1992. LA REPUBLICA 19 Debate biblicas de ENCUENTRO DE DOS MUNDOS Al conmemorarse los cinco siglos de la presencia española y portuguesa en este continente que conocemos como América Latina, tenemos un análisis permanente del significado de este encuentro de culturas y sus profundas raíces que hicieron germinar un pueblo latinoamericano. Nos unimos así a una labor que se está desplegando en diversos periódicos del continente. con el apoyo de la agencia noticiosa IPS, a fin de rescatar lo mejor de nuestra historia y plantearnos algunas respuestas a las innumerables incógnitas de nuestro futuro. Mariana Lev.
GILBERTO ANTONIO RODRIGUEZ Abogado JOSÉ MARIA PENABAD Los primeros encuentros en Brasil 1492: perdón, hijos y al 12 de octubre de 1492 se produjo el Descubrimiento de América, acontecimiento descubrimiento de Brasil, por la escuadra portuguesa de Pedro Alvarez Cabral, se considera La República Ana Cristina Dengo más correcto es admitir que en esa fecha la Corona Portuguesa tomó posesión de las tierras brasileñas y empezó a establecer contactos efectivos con los pueblos autóctonos que allí vivían.
Desde el punto de vista de las relaciones internacionales, pese a que Portugal fuera una potencia en ese entonces, sus propósitos expansionistas tenían como prioridad el dominio de los mercados de las especerías en el Oriente. El problema de crear riqueza, y por lo tanto emprender una tarea colonizadora, no estaba en las cogitaciones de la expansión ultramarina portuguesa. Tampoco había recursos materiales y humanos para una tarea de esta magnitud.
Al verificar que los indígenas no poseían objetos de plata u oro, lo que evidenciaría la existencia de minas de tales minerios, la Corona Portuguesa simplemente olvidó a Brasil durante más de tres décadas. El único interés que permitió un mínimo de contacto entre los dos mundos fue la extracción del pau brasil, una madera utilizada para teñir telas, y que Portugal llevaba para el mercado europeo. Según el poema Ladainha. de Cassiano Ricardo. como hubiese en abundancia cierta madera color de sangre y color de brasa y como el fuego de la mañana selvaje fuera un brasido en el carbón nocturno del paisaje y como la tierra fuera de árboles rojas y se hubiese presentado asaz gentil le nombraram Brasil.
Como no hubiese intentos de colonizar, y la extracción del pau brasil no demandase la necesidad de esclavizar los indígenas, los primeros encuentros entre los dos mundos fueran muy cordiales. Así, en Europa se atribuye la imagen paradisíaca de las tierras del nuevo mundo a partir de las crónicas y de las cartas de los que habían visitado las tierras brasileñas. Con basis en eses relatos fue que Tomás Moro escribió la Utopía, e tantos otros pensadores encontraran inspiración para sus escritos.
Fue durante esos primeros tiempos que la labor de la Compañía de Jesús encontró su mejor momento para intentar la catequesis de los indígenas. Datan de ese período los primeros estudios de las lenguas y de las costumbres de los indígenas, llevados a cabo por hombres de gran valor como fueran los padres Manuel da Nóbrega y José de Anchieta.
y Igualmente la mestizaje del blanco con el indígena empezó desde ahí, con los portugueses deportados, con los aventureros que iban en búsqueda de riquezas fantásticas y con los enviados de la Corte Portuguesa que iban a administrar la extracción del pau brasil.
Muchos de ellos se acomodaban a la vida que los indí.
genas llevaban, aprovechaban de su experiencia, y vivían como si fueran indígenas.
La crónica registró, por ejemplo, el establecimiento de los Caramuru y de los Ramalho, cuya influencia junto a los indígenas posibilitó el apaciguamiento de conflictos y abrió el camino para el establecimiento de otros pobladores.
Lo interesante de esos primeros encuentros, entre el mundo portugués y el mundo indígena, es que, en muchos aspectos no hubo una imposición radical de valores por parte de los portugueses, en comparación a lo que pasó en otras tierras americanas, bajo dominio español, y luego francés e inglés. Una de las características de la colonización portuguesa la messuceso más extraordinario, en los siglos de los siglos, para el Viejo y Nuevo Continentes. No por casualidad se concentra, en estas fechas, la atención del mundo en la Expo de Sevilla para simbolizar y recoger el homenaje del pensamiento civilizado a la tarea ingente de España en su obra colonizadora, quinientos años después. Precisamente, hace unos días en la capital andaluza, en un seminario internacional sobre Europa y el Descubrimiento, un laureado escritor peruano brillante hijo de América exponía su orgullo de hablar y escribir en español, una de las lenguas que en el mundo en ebullición del presente es uno de los principales vehículos de la creación y la comunicación entre los pueblos. dijo Vargas Llosa.
Un año antes, el mexicano Carlos Fuentes pronosticaba el dominio del idioma de Cervantes desde Alaska a Tierra del Fuego, para el próximo milenio, al tiempo que el argentino Ernesto Sábato y el cubano Cabrera Infante coincidían en las acciones positivas del esfuerzo hispano en las nuevas tierras. Acomplejados y temerosos llama el autor de La ciudad y los perros a muchos impugnadores del proceso colonizador y atribuye su confusión intelectual a la perversión del sentido común. encarando la polémica, entre indigenistas e hispanistas, recuerda que quienes se indignan con crueldades de los conquistadores españoles jamás se han indignado con los crímenes y crueldades que cometieron los conquistadores incas contra los chancas, por ejemplo, o contra los demás pueblos que sojuzgaron, ni han derramado una lágrima por los miles, cientos de miles o acaso millones de indias e indios sacrificados a sus dioses en bárbaras ceremonias por incas, mayas, aztecas, chibchas o toltecas.
En este escaparate de opiniones, arbitrariamente calificado de encuentro de dos mundos. se cuestiona de tal forma la presencia de España en América que por los insólitos argumentos derramados, yo, nacido español, me veré obligado a pedir perdón a mis hijos, nacidos costarricenses, es decir, americanos en toda la amplitud de la palabra. Perdón por haber traído la Cruz y la Espada, pero también la cultura que es el ingrediente primario y acaso único de quienes denuncian. la perversión del sentido común. por medio del idioma cuya paternidad se mancha.
La semana pasada, también en Sevilla, el Ministro costarricense de Turismo, en conferencia internacional de prensa, aludió a los ancestros de la población de Costa Rica que calificó de un 85 por ciento de ascendencia española. No me siento extraño en estas tierras, sólo que me fui hace 500 años. rubricó don Luis Manuel Chacón Jiménez.
Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura, mexicano de pro, afirma con propiedad y convencimiento una realidad americana más honda cuando sentencia que en este continente todos somos emigrantes, incluyendo, por supuesto, a los aborígenes que encontraron las naves de Isabel y Fernando al arribar a América. Paz remite a las monumentales pirámides de México donde se exponen las huellas de los pies humanos, señal inequívoca de movimiento, andadura, vida nómada.
En miles de años, los pobladores americanos incursionaron desde Asia para colmar la geografia en todos los límites que conducen de Norte a Sur.
Son los enemigos de la Iglesia Católica, bien ubicados y definidos, quienes mueven los hilos de la disputa y colonizadora para arrebatarle el mérito del acendrado espíritu cristiano sembrado por tantos misioneros piadosos y solidarios. Atacando la presencia española se desmantela el prestigio de los honestos predicadores y, sobre todo, la fortaleza del catolicismo en América.
Quienes reprochan y hablan del encuentro, no de y dos mundos sino de los españoles con los emigrantes asiáticos (valedera afirmación de Octavio Paz) lucen, precisamente, apellidos del mestizaje, porque los hispanos se fundieron con los nativos, circunstancia que no ocurrió con el arribo de los anglosajones a Norteamérica. Para mayor abundamiento es bueno recordar un juicio, nada menos que de William Walker.
Así escribió el filibustero: En vez de mantener la pureza de las razas, como lo hicieron los ingleses en sus colonias, los españoles echaron sobre sus dominios continentales la maldición de una raza mestiza.
Moraleja: quienes pervierten su sentido común le dan la razón a Walker, estigmatizando su propia procedencia. cerramos retomando a Vargas Llosa, que señaló en Sevilla: Aquellos conquistadores duros y brutales llevaron consigo, además del hambre de riquezas y la implacable cruz, una cultura que desde entonces es también la nuestra, y que hace de nosotros los herederos de un Cervantes, un Quevedo, un Góngora ni más ni menos que cualquier español de nuestros días. Una cultura que, por ejemplo, introdujo en la civilización humana esos códigos de política y de moral que nos permiten condenar hoy a los países fuertes que abusan de los débiles, rechazar el imperialismo y el colonialismo y defender los derechos humanos que España fue la primera en reconocer en toda la historia humana, no sólo de nuestros contemporáneos sino también de nuestros más remotos antepasados.
tizaje espontánea que trajo consecuencias positivas para la formación de una identidad brasileña, aún se mantuvo en los momentos más duros de la colonización, cuando de hecho los intereses económicos determinarían el exterminio de los indígenas y el coy mercio y esclavitud de los negros.
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