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LA REPUBLICA. Jueves de diciembre de 1990 19 PERSPECTIVAS DESARROLLO DESARROLLO Luis Paris Chaverri Ex gobernador de Puntarenas.
Atraso y mentalidad Arturo Uslar Pietri Periodista y escritor venezolano En el subdesarrollo, en el que se mantienen y parecen hundirse con cierto sentido de fatalidad la mayoría de las naciones del mundo, hay un cierto grado de sentido de fatalidad.
Desarrollo con equidad social Parecería aceptarse que son subdesarrolladas porque no pueden dejar de serlo. Una especie de regreso a aquellas limitaciones geográficas, raciales e históricas que creyeron poder identificar los positivistas del siglo pasado.
Ya en nuestro tiempo de frustraciones algunos de los observadores de más autoridad científica han señalado también otra especie de fatalidad que consiste en el conjunto de condicionamientos mentales y peculiaridades que determinadas circunstancias culturales engendran.
Contra ese fatalismo tan negativo hay que reaccionar si se tiene voluntad de salvación. Países de las mismas circunstancias geográficas, raciales y culturales han logrado crecer económica y socialmente, mientras otros similares permanecen atados fatídicamente al atraso.
Mientras Taiwány Hong Kong se desarrollan espectacularmente, gran parte de la inmensa China permanece atada a formas y mentalidades con respecto a la vida económica, política y social, que la mantienen casi fuera del tiempo. Mientras Singapur se ha convertido en un centro de progreso y riqueza, otros territorios malayos permanecen casi fuera del tiempo y de la economía moderna.
La diferencia entre Corea del Norte y Corea del Sur no consiste en la raza, en la historia, o en la tradición, sino en el estilo de gobierno.
Sin embargo, los resultados económicos y sociales de la una y de la otra son incomparables.
La verdad es que no puede haber pueblos condenados al subdesarrollo. Todos pueden crecer y disfrutar adecuadamente de los bienes de la civilización moderna. Dentro del Africa Negra, que se suele señalar como condenada a la pobreza por todas las fatalidades imaginables, hay diferencias notables de situación entre unos y otros países.
En la América Latina cada país parece un caso distinto, pero en las circunstancias ue todos ellos se ve presente el efecto de la manera de pensar y de actuar de los gobiernos propios. No hay que olvidar que el mundo entero, sin excepción, fue subdesarrollado por relación a los standards actuales. Hace apenas algo más de dos siglos, todos eran países de campesinos, sin comunicaciones, con niveles muy bajos de producción, con poblaciones miserables y minorías privilegiadas. En términos estadísticos la Inglaterra del siglo XVIII estaba más atrasada y pobre que la Argentina o la Venezuela del siglo XX hecho importante y decisivo consiste en que, en algún momento de su historia reciente, los dirigentes de los actuales países desarrollados tomaron ciertas decisiones audaces, adoptaron ciertas políticas, impusieron reformas y lograron cambiar la situación general. Todavía a comienzos del siglo XIX, Inglaterra era un caos de desajuste social, pobreza y desigualdad.
Esas transformaciones nunca las han iogrado hacer en la historia los pueblos por sí mismos. Los pueblos, a lo sumo, sienten necesidades, manifiestan disgusto, estallan en brotes de violencia, pero nunca han podido por sí solos concebir, definir y dirigir una política de cambios hacia una situación mejor. Los pueblos pueden desembocar en situaciones pre revolucionarias pero todas las revoluciones que la historia conoce han sido hechas par revolucionarios muy individualizados y no por la masa anónima. Así se hizo la Revolución Francesa, como se hizo la rusa o la china y, desde luego, la cubana.
Es injusto y negativo repetir aquella torpe trase que pretende que los pueblos tienen los gobiernos que merecen. Si eso fuera verdad, nunca habría habido revoluciones y estariamos hoy bajo el gobierno de monarquías sacralizadas como hace mil años.
El subdesarrollo se ha mantenido y arraigado en muchos países no porque sus gentes se adhieran a él sino porque sus gobernantes no han sabido o querido encaminarlos hacia el progreso y la modernidad, y han contribuido más bien a perpetuar concepciones políticas y mitos paralizantes. El panorama del mundo de hoy demuestra de la manera más palmaria que hay políticas que logran vencer el subdesarrollo mientras que hay otras distintas que lo perpetúan.
El debate que está abierto, inevitablemente, hoy en los países subdesarrollados y, en particular, en la América Latina no puede ser otro que el de examinar descaradamente las políticas que han mantenido a estos países en el atraso político, social y económico, y resuelta y valerosamente cambiarlas para siempre por el camino franco hacia el crecimiento y la modernidad. Esa y no otra es la gran tarea de los dirigentes y los hombres de pensamiento de nuestra América hoy.
SALUD Dr. José Eliseo Valverde Monge Médico Cirujano, UNAM, México.
Subdirector de la Escuela de Medicina. Universidad de Costa Rica.
La desigualdad social derivada de una política económica más liberal, debe corregirse con una reforma fiscal justa y un mayor gasto social.
La receta liberal de fortalecimiento del mercado, aplicada en los últimos gobiernos liberacionistas y llevada al extremo por la actual administración, ha estimulado el desarrollo y la competitividad de la economía, pero a su vez es la causa de una mayor desigualdad social. Con el colapso del comunismo ya nadie discute que el mercado es indispensable para una economia viable, pero este éxito del liberalismo económico no debe hacernos perder de vista las desigualdades que genera. Esta nefasta consecuencia sólo se puede corregir implementando una política social compensatoria y una política fiscal justa.
Frente a la práctica de un liberalismo a ultranza se impone la búsqueda de un proyecto político que conserve el principio socialista de la intervención del Estado como garantía de una mejor distribución de la riqueza. Este proyecto debe buscar un equilibrio entre eficacia económica y equidad social, si queremos robustecer, consolidar y preservar nuestra democracia.
Al respecto, los gobiernos socialdemócratas de Europa son los que más cerca están de este nuevo proyecto, al haber logrado con bastante éxito el crecimiento económico y el desarrollo social.
Pero aquí la situación es otra y poco es lo que se hace para evitar que la brecha social continúe ensanchándose.
Uno de los instrumentos para corregir las desigualdades que una economía de mercado produce, es indudablemente la política fiscal.
Sin embargo ésta no se utiliza adecuadamente y peca de injusta.
En la actualidad, con el paquete tributario que discute la Asamblea Legislativa a instancias del Poder Ejecutivo, vemos como la tendencia es atacar el problema del déficit fiscal con medidas que afectan principalmente a las clases más necesitadas, sin animarse a corregir su verdadera causa: el fraude.
Prestigiosos economistas y funcionarios públicos han extemado que la evasión de impuesto es gigantesca y hasta han llegado a estimarla en varios miles de millones de colones. Pero la denuncia no ha surtido efecto y todos los costarricenses pagan la cuenta de quienes impunemente cometen el fraude y de aquellos que irresponsablemente no hacen nada para evitarlo.
No cabe duda que una lucha frontal contra el fraude derivaría una mayor recaudación de impuestos y que tales recursos podrían ser dirigidos a garantizarle una subsistencia digna a miles de costarricenses que padecen las consecuencias de nuestro subdesarrollo. Esta lucha es importante para construir una democracia más eficiente y justa y en este sentido, nuestro país necesita una legislación fiscal que exija mayores tributos a los que más tienen y que permita sancionar con dureza a los transgresores.
Para que una nueva política fiscal pueda implementarse, es necesaria una actitud solidaria desde los centros de poder económico, ya que la influencia y presión de estos grupos han sido el origen de la injusticia del actual régimen tributario.
Paralelamente a esa nuestra legislación, seria conveniente que las políticas sociales tengan un objetivo compensatorio y atiendan con preferencia aquellos sectores que sufren más la desigualdad de oportunidades o que tienen mayor grado de necesidad.
El altamente peligroso que nuestras preocupaciones y nuestras metas se centren en un crecimiento económico a toda costa porque, al perder de vista el aspecto social, le estariamos infringiendo un serio daño a la democracia.
Abuso de cocaína hilo?
Definitivamente, la cocaína es uno de los azotes de la sociedad contemporánea. Se trata de una droga que no es inocua, puesto que induce morbilidad y mortalidad importantes.
Considero como una obligación escribir este artículo para que lo lean y lo analicen con sus familiares aquellos jóvenes que no han caído en la desgracia de la dependencia de las drogas y también para que aquellos que están metidos en esas tinieblas de angustia y fracaso, abandonen con la ayuda de Dios y este mensaje el camino acelerado a la ruina.
En la cocaína como en otros fármacos de abuso, existe el consumidor ocasional, el social, el disfuncional y el farmacodependiente. En toda forma, la cocaína induce dependencia de tipo psíquico. Su uso comienza a ser recreacional, generalmente por inhalación nasal o a veces inyectándosela. En ocasiones se consume sola, otras veces se mezcla con cigarrillos de marihuana o con licor.
En sus inicios, hay una sensación de bienestar, con estimulación del apetito sexualy gran logorrea (hablan demasiado. Esto entusiasma a los jóvenes que por falta de conocimiento, se arrastran al fracaso de sus vidas. El efecto de la droga es muy fugaz, requiriendo de nuevas dosis que rápidamente conducen a la ansiedad, agresividad y melancolía.
Si los jóvenes no reciben un buen consejo, los síntomas y los signos van siendo cada día más graves conforme se incrementa la dosis. Es así como aparece la euforia, la hiperagudeza mental y locuacidad. Las pupilas se dilatan, el corazón se acelera y frecuentemente hay dolor de cabeza. Entonces, los adictos en este momento, que se consideran muy diestros y hábiles y con gran poder de perspicacia y agudeza de ingenio, inician la labilidad emocional y se muestran afectos a la discusión y controversia. No sólo es la aparición de los primeros síntomas de intoxicación, sino que es la puerta de entrada del embrutecimiento en que caerán rápidamente si en ese momento no abandonan definitivamente el uso de la cocaína.
El drogadicto en pocos años pierde totalmente su personalidad y esto lo lleva a convertirse en un tonto, con una vida llena de conflictos y con una facilidad para adquirir otras enfermedades.
Con los años desarrollan el signo de Magnan que se caracteriza por alucinaciones táctiles, muy penosas. Esto precede a las convulsiones, ansiedad extrema, desorientación y una sensación inminente de ruina o muerte. Si el consumo de la droga es muy grande, puede presentarse un paro cardiorespiratorio. Así, se han perdido muchas vidas de jóvenes en todo el mundo.
Otro problema extremadamente serio es que una persona usuaria de la cocaína puede ser agente de otros delitos, como lesiones personales, hurto o aun homicidios. Se cometen también delitos contra Estado, puesto que los dineros que se pagan por adquirir la droga no cancela impuestos. Se produce entonces una inflación y desestabilización monetaria. Se socava la economía estable de un país. Esto es un gran delito.
Debido a la pérdida de la facultad mental de los drogadictos (ellos no se dan cuenta. con el tiempo la enfermedad hace que busquen combinaciones más fatales, como lo es cocaína y heroína. Son ya personas muy enfermas que se sienten agitadas antes del derrumbe total.
Los adictos que recurren a la vía nasal tienen a menudo rinorrea y esta moqueadera la atribuyen a resfrío. Lo que sucede es que el fabique nasal se les atrofia y posteriormente se les perfora.
El drogadicto se caracteriza por dificultad de concentración, menoscabo de memoria, pérdida de amigos e ideas suicidas.
Los jóvenes de la nueva era, los del año dos mil, tienen que luchar en contra de las drogas para que el mundo no sufra más atrasos y así colaborar con los servicios de salud de todos los países.
La cocaina ha generado problema en la salud individual, familiar y social, pero también ha atentado contra el orden público y económico de los países más pobres. Los narcotraficantes cometen el más negro de los crímenes en contra de la juventud primordialmente, pero esta juventud moderna, tiene que demostrarles que de nuevo se están usando los pantalones porque el mundo no debe continuar tan enfermo.
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.
Este documento no posee notas.