Guardar

han olvidado la plegarin: cuando en el hogar de niestros mayores ya no están todos, ya no estamos todos por que alguno fué sorprendido por la ausencia de la muerte.
Dolor es recordar, cuando la ola de la vida lo ha arrojado uno a la playa desierta de la edad: cuando las manos sienten la nostalgia de otras manos. va no consuela la voz de la amada, y ya sus ojos no nos ven, y un rizo de sus cabellos no toca nuestra frente, la cual no encuentra el hombro en que antes se posaba con cariño.
Vienen la memoria los triunfos, los que en la edad del entusiasmo fueron fruición gratisima, y aliora. Vanidad. La gloria. Humo.
nada! más cuando no hay quién se regocije con nosotros por el laurel que acaso la suerte ofrendó. Ol Poesía, llama sagrada. Tú también te aplagas en el cerebro y en el corazón?
De todo apenas queda el rizo de la madre y el de la novia, símbolo de dos grandes amores, en la estrechiez de un relicario: las cartas amorosas de aquélla, las flores ya secas de ésta: y entre las hojas de la corona triunfal, una araña, símbolo talvez del desencanto, que viene allí tejiendo sits hilos invisibles.
Isaías GAMBOA Hacemos por vanidad por el bien parecer las mismas cosas y con las mismas apariencias que las haríamos por deber o por inclinación; alguno ha muerto en París de una fiebre adquirida velando junto al lecho de su esposa, quien no amaba.
Refiérese el autor al prineipe de Conti, sobrino del gran Condé, que asistió a su mujer atacada de viruelas. Ella curó, mas el Príncipe contrajo la misma enfermedad, lo que le costó la vida.
El avaro gasta más en un día, después de muerto, que en diez años de vida; y su heredero gasta en diez meses lo que en su vida entera no había guardado el otro.
El judio de los reyes. Se sabe vantaron todos, rindiendo así la maque el famoso Barón de Rostchild, jestad los debidos honores al dinero.
fundador de la casa millonaria de El único que permaneció sentado fué este apellido, era el judío de los el Príncipe Schaumburg Lípp, repureyes, pues todos los soberanos ger tado por el más rico de los Príncipes mánicos le debían determinada suma, germanos.
con esperanzas poquísimas de llegar Cuando se hizo notar la circunsá pagarle algún día.
tancia, el Príncipe dijo. nada le deUna ocasión, los soberanos tento bo, puedo quedarme, por lo tanto, nes, reunidos en asamblea en Franek sentado en su presencia.
fort, vieron llegar Rostchild, y se le382 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregon Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica

    Notas

    Este documento no posee notas.