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Pachyrhamphus cinereiventris Este paquiranfo es pájaro chico, de pluma modesta, sin nada de brillo.
De longitud tiene el animalito poco más o menos catorce centímetros.
Entre la familia de los cotingidos pasa, por callado, desapercibido.
Taciturno siempre, vive muy tranquilo, mientras no lo atrape un gavilancillo.
Tiene la hembra un traje verdoso, pajizo, delgadas las patas y achatado el pico.
Allá en los potreros, en lejanos sitios, sobre los guayabos construye su nido.
Junto a los panales coloca sus hijos: así los pichones están protegidos, Pues riadie se atreve, por miedo a los bichos, tocar el árbol que les presta asilo.
Con fibras y pajas, en forma de ovillo, fabrica su albergue muy abrigadito.
Redondo y tapado contra el viento frío, por fuera parece cabeza de niño.
Por un lado, al centro, un agujerito le sirve de entrada al lecho mullido.
Allí deposita sus tres huevecitos, de color moreno, rosado, indeciso.
Con manchas de un tinte castaño, bonito, que al extremo obtuso forman un anillo.
Miden por lo largo suis veinte milímetros, por el ancho tienen la mitad más cinco. Rima de ALFARO Celajes Blancos (AL DISTINGUIDO LITERATO JERÓNIMO OSSA)
Par Páginas Ilustradas De blancura riquisimos celtjes y se columpian en pomposo vuelo bogan por los esféricos contornos, convidando si sonar en lo infinito.
como que son del cielo los adornos y del manto de Dios, vivos encajes: se jantan y apartan despacito simulando jigantes de albo pelo, Como que son perfumes escapados como aquellos fantasmas del desvelo, de los turgidos senos de las diosas, musculados cual moles de granito.
que hicen llurar en el pencillas rosas ya los huérfanos lirios en los prados; Alientan en la brega con su calm Como que son jirones desprendidos y nos hacen promesas de ventura del cortinaje del excelso trono, que reverdecer la ilusión del alma.
que flotando en magnífico abandono Con la vivida luz de sus reflejos, acarician los mundos suspendidos.
parece que quisieran la negrura Ellos pregonan en verdad, tio en mito, de lo incognito, abrimos a lo lejos.
con su muda elocuencia, que hay un cielo, 1904 CARRASQUILLA MALLARINO
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