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Corto tiempo permaneció en Costa Rica después de eso, y hace apenas tres años partió para los Estados Unidos, siendo su actual residencia la populosa New York.
Como alli el verdadero mérito es altamente apreciado; como en los países grandes y adelantados se necesita distinguirse y ser verdaderamente bueno para ser aceptado, cabenos el placer de poder decir que el Maestro Monestel ha sido desde su llegada obje1o de muchas manifestaciones de aprecio y admiración entre lo más selecto del público inteligente. Es actualmente organista de una iglesia católica de primer orden, y últimamente fué propuesto para igual empleo en la gran Cátedral de San Patricio.
Constantemente aumenta el número de sus alumnos de Piano y Órgano, y sus composiciones son ya solicitadas por las casas editoras de música, en vista de la favorable acogida que han tenido en tre los cantantes y profesores. Hemos visto algunos periódicos de New York en que se elogia Monestel como artista de verdadero mérito. Sus composiciones son ya muy numerosas: varias misas 2, y voces, Salves, Ave Marias, etc. etc. y hermosas piezas de salón, para piano y otros instrumentos.
El Maestro Monestel es persona apreciabilísima: su educación esmeradá; su talento unido una modestia y humildad propias del verdadero genio; su carácter franco, sincero y jovial; su refinamiento propio de los que han viajado y conocen mucho mundo; su laboriosidad incansable y su pasión profunda por la música, la cual rinde verdadero culto; su honradez, sanos principios y buen corazón, son todas prendas que lo hacen querido y apreciado de cuantos lo conocen. Al publicar hoy su retrato en esta Revista, queremos a la vez que rendir justo homenaje al verdadero mérito, hacer ver nuestros compatriotas que allá en la gran metrópoli hay un costarricense que es gloria y honor de esta tierra, y que aquí hay muchos admiradores que sienten sinceramente su ausencia y que abrigan la esperanza de verlo otra vez en el país, para bien del arte nacional y alegria de sus amigos y discipulos. Nuestros defectos, en la vida intima, no son veces más que el desquite de las cualidades que la vida exterior nos impone.
La vida no es más que la preparación lenta y segura de la muerte; y la verdad, el retoque continuo, incesante y fatigoso del error.
Si el ser humano no pudiera quejarse, se ahogaría de pena.
El trabajo es un poderoso reconfortante, una coraza pesada y moles.
ta, pero protege muy bien contra el dolor.
La historia universal enseña que no ha habido en el mundo mayor fuente de males que una conciencia errónea, pues ella ha sido la madre del fanatismo, y nada en el mundo ha causado tantos males como el fanatismo.
Hay que reservar siempre en el cerebro un lugareito para las ideas de los demás, 677
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