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EERD ya turamente en en lo físico, quien Samuel modernos en un coche, siguiente: ios casa!
mejante la hombre de erficial es su e se cumplen sible ante los e vigoroso y él cuenta la se encontrala Tauentzien muerto pocos encontré una mujer joven de garbosa presencia y aspecto escultural. La ví avanzar majestuosa, y de seguida adiviné en ella unas formas corporales de belleza soberana y corrección impecable. Tú sabes que soy muy perito en eso, y que nunca me equivoco: bástame observar el pie, la mano y la cabeza de una mujer, para poder exactamente calcular su estatura y las demás condiciones de su cuerpo.
Ese es un arte como cualquier otro, y un feminista digno de ese nombre no le es dado ignorar esas cosas. El gran interés que aquella mujer, desde el principio, me inspirara se transformó en vehemente deseo de tratarla, de hablar con ella, cuando observé su inteligente, su intensa mirada, por la cual se asomaba de seguro un alma nada vulgar.
Se dice generalmente que las mujeres de impecable belleza y deslumbrante hermosura son casi siempre tontas: Yo hubiera ofrecido mi cabeza como gaje de que mi heroína constituía una excepción aquella regla. Me hice, pues, presentar a la que en mi fuero interno ya denominaba mi sultana; me hice su amigo con tanta mayor facilidad, cuanto que ya me conocía ella de nombre. La gloria es el mejor pasaporte en el reino azaroso de las Evas. Cuando hube roto la corteza enojosa de la estricta etiqueta; cuando hube conseguido duras penas alguna que otra sonrisa complaciente de su indiferencia glacial de diosa que consiente en escuchar las quejas Fot. Paynter Bros.
de un devoto, me resolví hacerle, con lirismo, las declaraciones de estilo. Después de haber escuchado mi expresiva tirada, tuvo bien contestarme lo siguiente, en forma reposada y de extraña frialdad. Mire, don Mauricio: Que yo soy bella soberanamente, ya me lo han dicho y repetido las varias docenas de enamorados más o menos impertinentes que le han precedido Ud. en el culto por mi persona; me lo dice también a menudo una intensa y sutil armonía que se eleva de todo mi ser, cuando, desnuda, me encuentro solas con él. por lo mismo que sé lo que valgo y conozco lo que soy, tengo el vehemente deseo más bien el instinto de no pertenecer sino un hombre de condiciones raras, como las mías, raras en algún sentido.¿Pues, no le parece un sacrilegio horroroso poner en manos de un idiota una joya de valor?
Así, pues, sírvase Ud. perdonar si le hago la misma pregunta que a todos y cada uno de mis fervientes enamorados. Quién es Ud. qué es lo que piensa y quiere de mí, que clase de felicidad puede Ud. ofrecerme en la vida?
Pues no considera una grosería incalificable de la parte de un hombre, sacar una vestal del templo fragante de la virginidad y del ensueño paradisíaco de la inocencia, para arrojarla en la vida ordinaria, en la felicidad de todo el mun, do, en los placeres de la vulgaridad Contésteme, señor de Kaunitz, contésteme: pues, mucho tiempo que tengo la convicciórr en forFot. Paynter Bros.
tódico tempeen su vida en su grande uación; dado rva, cerrado de un avaro, ro lo aquejaean Uds. que mente en un nes.
cdota que él tensa languia podrá, por asionales de pelo encarnaina pipa, me a novela, me ón casi exaccomo título: sin mayor e esas tardes tos de la ExAusstellung. Thaee 835

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