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mina de concepciones que no sería capaz de descubrir por sí mismo aun costa de aniquilamiento inevitable.
Saboreamos y recomendamos por esta razón, porque son de importancia social fuera de duda, las páginas donde se hermanan en íntimo consorcio la belleza y galanura de la forma, que por sí misma seduce y entretiene, y la seriedad interés del asunto que se encamina algo noble, elevado, del espíritu y de sencilla inteligencia.
Tal es, en nuestro concepto, que sus refutadores tienen y no pocos, el doble tarácter que debe encontrarse en todo novelista; artista por la forma, maestro por el fondo.
No hemos de pedir, por supuesto, que en ropaje lírico y polícromo nos envuelvan el teorema de Pitágoras con todas sus secuelas, ni la ortografía latina en décimas altisonantes, ni en versículos la Ley de Aguas, como ya se ha pretendido hacer con el Código alemán; pero sí, y como principio trascendental, la novela debe reflejar, por ejemplo, el espíritu de una época, para criticarlo y encauzarlo, la tendencia humana hacia el progreso, el ideal de perfección, etc. etc. Criticar dijimos. Simpatía y admiración nos causa quien sin cobardía flajela el vicio, aunque tenga éste sus reales en las superiores escalas del linaje humano; el que hunde su escalpelo en la carne enferma y muestra la llaga ensangrentada de la corrupción; el que descorre el velo del engaño, el que lleva la luminosa lamparilla para alumbrar los más oscuros rincones donde la ignominia y la falacia tienen su nido mefítico; así como el que ensalza la bondad, encumbra la nobleza, exalta la virtud, encomia el heroísmo y dirige los corazones hacia lo bello. toda esa magna obra sólo pueden verificarla los que deciden volver la espalda necias consideraciones del qué dirán. saben desprenderse las ligaduras que más de uno atan y mantienen en cuasi criminal mutismo por anejas y torpes preocupaciones, y entran resueltos en el laberinto de la crítica, erizado de puntas y lleno de escollos.
Pero dirá el lector. tanta música para qué? Entraremos en materia, aunque le dediquemos cortas líneas, pues el asunto va resultando largo y engorroso.
Todos esos arpegios nos los sugerido la lectura de El Primo, novela costarricense por su sabor y por origen, debida a la galana pluma de don Jenaro Cardona.
Para nosotros reune los requisitos de agradable y útil.
y El asunto es asaz vulgar; pero bien meditado, su desarrollo progresivo, siempre interesante, capaz de mantener en tensión que no fastidia la mente del lector; ante todo obra de crítica bien vestida, contiene creaciones vi1239
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