Debido a los elevados costos del mantenimiento de las imágenes, se ha restringido su acceso solo para las personas registradas en PrensaCR.
En caso de poseer una cuenta, hacer clic en “Iniciar sesión”, de lo contrario puede crear una en “Registrarse”.
El Cóndor y el Mar (1. PARÁFRASIS) Roberto Brenes Mesén El viejo mar dormía Tranquilo, abanicado por la brisa, Que en las tardes de amor y de alegría En leves ondas su melena riza.
Allá lejos, muy lejos, En la línea que finge albos encajes Cuando del sol los últimos reflejos Derraman blanca luz en los paisajes, El alma de la tarde se perdía. en el profundo azul del firmamento Ensayaba su lira y su paleta Ese genial pintor, ese poeta Que se llama crepúsculo; el acento Pausado del silencio Deshoja ba sus notas en el viento.
De pronto el cielo se torno plomizo se torno sombrío. el mar, antes sumiso, Alzó la voz colérico y bravío.
Las nubes errabundas se reunieron En una sola sombra como un monte, en escuadrón compacto descendieron Cual gigantesco cuervo, y se prendieron Sobre el negro listón del horizonte.
Empuñando la espada del relámpago Llegó en su carro retumbante el trueno dirigir la tempestad, las iras Del viento hincharon su robusto seno dando aullidos, como hambrientas fieras, Acallaron los sones de las liras De esas gentiles musas, las palmeras.
Cabalgando en las rudas altiveces Del huracán veloz, fueron pasando Ecos de tiernas voces lastimeras, Gritos desesperados de martirio, Sollozos de laudes y salterios Pulsados por la mano del delirio En los altos cipreses De los viejos y tristes cementerios. el monstruo, retorciéndose en las brumas (1) Poemas del Alma por Rafael Angel Troyo.
1255 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregon Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica
Este documento no posee notas.