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Ni con con pobre ni con rico Da Mine Estás perdiendo lo mejor. Qué pierna. qué pierna, daria tentaciones al mismo San Antonio! Lucerito se inclinaba cuanto podía sobre el alféizar, enfilando los ojos poquito más alto de la pantorrilla.
como si esta no estuviese bien cubierta por la cenefa del vestido. qué chascote te las soplado, ja. ja! si es la mismita dona Tule. Chasco, chasco. ca. si no enfilas esos ojazos, que has de ver. Pues, mal que te pese es ella: no se pierde. que sea. De todos modos, qué guapetona debió haber sido en sus tiempos de moza. los dos barraganes cerraron el palique para conclufr de pergemarse.
De pronto, rompiendo la costura que había echado sus labios.
requiriendo su bastón de cerezo, Lucerito endilgo estas palabras a su compinche un mocetón que tenía en cirnes la que faltaba a Lucero y más.
Aunque emperejilado, siempre parecía un mofletudo ganapan vestido a la tiltima. Pero callemos si exterior atendiendo a que su boca abrigó jamás la murmuración.
Pues bien. Lucerito le dice. Si rieras que se me ha entrado la gana de lacerle el amor a esa ja mona Déjate eso para cuando suenen tus bolsillos y no gastes nariz de invernada. qué fino estás hoy! Gracias Hagamos las paces. Dame un abrazo y quedaremos como siempre, los dos mejores amigos.
Pero Lucerito que ya temia verse entre aquel par de prensas, se desternilló de risa y encendió ligeramente un cigarrillo: horror de su compañero!
Restablecida la paz, se dispararon fuera de casa. andando a bribas por esas calles y sin interrumpir el palique. De veras, seriamente te aconsejo, si no quieres salir mal librado.
que tio te enredes con esa pobre y buena señora quien de seguro no harás resbalar. de cuándo acá esas lástimas, señor protector de ajenas honras. Te referire los males de esa señoras después no diré más palabra del asunto. Tú quedarás, como siempre, dueño de tus acciones y no me llamarás con sarcasmo protector de honras ajenas.
Vaya, te has a moscado. Al asunto, al asunto.
Vive esa señora, agregó cortando la naciente discusión, en un vie.
jísimo enchiiril al extremo de la calle de Chapuí. Fué liija de padres acomodados y recibió de ellos una exquisita educación. Más adelante se enamora, por un capricho del destino, de un capitán de infantería el cual era un Adonis: y como nada se viene completo aunque sea el mismo mal en persona, el militar este tendria de todo, pero sus bolsillos pareclan un perigallo por falta de pesetas. Los padres se pusieron. ya tarde, al tanto de amores tan desiguales, como decían, haciendo referencia a la escurrida bolsa del capitán, pues los tales habíanse liecho de unas proporciones incombatibles.
En vano las desheredaron, inútilmente la pintaron las penas que había de pasar, si insistía en el matrimonio: que cuando se casan sin di1286

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