Debido a los elevados costos del mantenimiento de las imágenes, se ha restringido su acceso solo para las personas registradas en PrensaCR.
En caso de poseer una cuenta, hacer clic en “Iniciar sesión”, de lo contrario puede crear una en “Registrarse”.
Aves parricidas Para Pinas Mustrias Al desmontar el sitio que ocupó después la estación del tranvía de Sonsonate, República de El Salvador, dejé en pie un árbol de tempisque que era y siguió siendo el lugar favorito de varias clases de pájaros; y valiéndome de una escalera logré adueñarme de algunos nidos que contenían polluelos de sinsontes, Coloqué mis tiernos prisioneros en jaulas hechas al intento y temeroso de no acertar con la clase de alimentos que debía suministrarles, esperé que sus padres se tomaran ese trabajo, lo que hicieron bien pronto con el gusto y solicitud de siempre. Exceptuando el calor de sus progenitores y la libertad de volar por los campos, todo tenían los pajarillos para desarrollarse y ser felices; y aun puedo creer que ante la dificultad de entrar a las jaulas, los padres los visitaban y acariciaban más asiduamente que de ordinario.
Llegó el tiempo de las nuevas crías y al observar uno de mis peones que los sinsontes recogían plumas, cabellos y basuras ligeras para hacer sus nidos, me dijo. pronto se quedará sin pájaros porque los padres les van dar veneno traído del monte. Yo había leído en la historia natural que entre las golondrinas africanas que emigran para Europa, las que no pueden llevar con ellas sus hijos se desesperan y terminan por matarlos: pero tenía por fabuloso ese relato y me resistía creer que los padres de mis sinsontes procedieran con la misma crueldad que se contaba de las golondrinas.
Pocos días después tuve la pena de ver morir al primero de mis pajarillos y al abrirle el buche le encontré un pedazo de mariposa color rosado medio digerir. Sucesivamente fueron muriendo los otros y en todos ellos encontré los despojos, para mí fatídicos, de mariposa rosada.
Más tarde he tenido ocasión de arrojar otros sinsontes diversas clases de mariposas y noté que las comían con avidez, desechando siempre las de color rosado.
Estos otros eran sinsontes adultos que instintivamente rechazaban lo que les sería funesto: en tanto que mis pobres pajarillos no se percataban de comer lo que sus padres les brindaban, inclusive las mariposas rosadas, el veneno del monte de que me había prevenido mi peón.
La buena estrella Aquella noche, y cuán lejana está esa noche! cayó una estrella en el arroyo. Te imaginas, me dijo, que yo, sin una razón para ello he caido del maravilloso azul sobre vuestra obscura tierra. Qué error el tuyo! Yo sabía muy bien que tú pasarías por la calle en el momento mismo de mi caída; y si tú lo quieres, agitando yo mis rayos, como si fuesen las plumas de un ala te transportaré las regiones divinas de la paz y de la luz. Alla arriba, muy alto, más alto todavía, las realidades de la vida no existen. Eso que vosotros llamáis lo verdadero, jamás ha entristecido los ojos de los astros claros; pero, en cambio, los sueños son los paseantes habituales de las rutas luminosas. No vacilo, le respondi la estrella. Despliega tus alas de llamas, arrebatame, llévame contigo, hermosa ave, formada de resplandores.
Al momento la estrella me llevó hacia el país de la quimera y del ensueño. desde entonces no he vuelto más a la tierra.
CATULE MENDES 1330
Este documento no posee notas.